Escrito por
Mario Noya
Al comer Eva fruta del árbol prohibido del Paraíso, el Señor, ¡alabado sea!, castigó a las mujeres con 18 cosas:
1) la menstruación;
2) el alumbramiento;
3) la separación de su madre y su padre y el matrimonio con un desconocido;
4) el embarazo;
5) la falta de control sobre su propia persona;
6) una parte menor de la herencia;
7) la posibilidad de ser repudiada y la imposibilidad de divorciarse;
8) el permiso de que los hombres tengan cuatro esposas legales, mientras que las mujeres sólo pueden tener un marido;
9) su reclusión obligada en la casa;
10) la obligación de llevar la cabeza cubierta en su casa;
11) la necesidad del testimonio de dos mujeres para contraponerlo al testimonio de un solo hombre;
12) la obligación de ir acompañada de un pariente cercano para salir de su casa;
13) la imposibilidad de participar como los hombres en las oraciones del viernes y de los días festivos y en los funerales;
14) la inhabilitación para gobernar y juzgar;
15) el hecho de poseer tan sólo uno de los mil componentes que tiene el mérito, y de ser de los hombres los otros 999;
16) el castigo diferenciado que tendrán las mujeres de conducta disoluta el día de la Resurrección, cuando reciban la mitad de tormento que el resto de la comunidad [¡esto no parece ser ningún castigo!; ¿se trata de un error de traducción?] [Esta acotación no es mía. ¿Es de Warraq, de su traductora... o de la correctora de su traductora?];
17) el período de entre cuatro meses y diez días que deben esperar antes de volver a contraer matrimonio, en el caso de que muera su marido;
18) el período de tres meses, o tres ciclos menstruales, que deben esperar antes de volver a casarse, en el caso de que su marido se divorcie de ellas.
Al Ghazali (1058-1111), Libro de consejos para reyes. Citado por Ibn Warraq, Por qué no soy musulmán, Ediciones del Bronce, Barcelona, 2003, pp. 278-279; traducción de Susana Rodríguez-Vida.
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Referencia:Mario Noya