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3 de junio de 2011

La Shmocupación

Escrito por Gustavo D. Perednik

Pasó inadvertido que el 7 de abril pasado, en fatídica coincidencia, se cometieron dos actos de terror contra niños: uno en Río de Janeiro y el otro en Shaar Ha'Neguev, al sur de Israel. En ambos casos, los perpetradores asesinaron deliberadamente a púberes desarmados que estaban en la escuela o bien en camino a ella. En ambos casos, la psicopática justificación se expresó en términos religiosos. En ambos casos hubo muchos heridos; las víctimas fatales fueron doce en Brasil y una en el país judío.

La más notable de las diferencias que emergen entre los dos atentados simultáneos es que, mientras el primero fue cubierto en las primeras páginas de los medios y unánimemente condenado en los términos más inequívocos, el segundo caso casi ni se mencionó en la prensa y, cuando después de varios días se lo aludió marginalmente, era presentado como el resultado de un enfrentamiento en el que los escolares (y no sus victimarios) llevaban una buena parte de la responsabilidad.

El porqué del contraste es simple: el asesinado por el segundo atentado era israelí (Daniel Viflic, de 16 años de edad), y como tal, a los ojos europeos parece merecer los morteros que nos dispara regularmente el Hamás desde Gaza.

Prosigamos con el paralelismo. En el primer caso el perpetrador, Wellington Menezes, dejó una misiva de despedida: «Necesito la visita de un fiel seguidor de Dios a mi sepultura al menos una vez. Que rece pidiendo el perdón de Dios por lo que hice y rogando para que, en su llegada, Jesús me despierte del sueño de la muerte para la vida... Los impuros no podrán tocarme sin guantes». En su delirio, por lo menos, su acto exige un pedido de perdón.

Entre los terroristas palestinos nunca hay tal conciencia. Son objeto de la veneración de sus líderes como «shahids», y gozan de la aquiescencia de la mayor parte de la prensa que, cada vez que Israel se defiende de ellos, termina encontrando la culpa sionista.

La familia Fogel fue degollada el pasado 11 de marzo mientras dormía, tanto el matrimonio de Ruth y Ehud, como sus niños Yoav de 11 años, Elad de 4 y Hadas de tres meses. Los dos asesinos fueron eventualmente capturados, y se jactaron de no arrepentirse ya que «deseaban matar judíos». No nos colocan ni siquiera en la categoría de «impuros»; para el Hamás somos «infieles» que deben ser destruidos.

Aunque los medios casi no se hicieron eco del hecho (se cuidan de no despertar solidaridad con los israelíes), el presidente de la Autoridad Palestina (Mahmud Abbás) y su Primer Ministro Salam Fayad repudiaron el atentado. Sin embargo, no lo hicieron en árabe sino exclusivamente en inglés (el repudio era para consumo externo) y, fundamentalmente, formularon su reserva de tal modo que Israel se insinuara como culpable: «condenamos todos los crímenes contra civiles, con independencia de quién esté detrás o de la razón de la misma". Cabe añadir que no todos los ministros palestinos fueron tan cautelosos: cuando fue requerida la opinión de S'ad Nimr, respondió que «los palestinos tenemos el derecho y la obligación de resistir la ocupación".

Así es el lenguaje que penetra en los medios europeos: la ocupación es la fuente de todo mal. El resto, son fantasiosos detalles derivados y quiméricos: el gueto y la opresión de los palestinos, que deben ser resistidos incluso degollando lactantes ocupadores.

Para definir esta mitología, echaré mano a uno de los muchos ocurrentes recursos que tiene el idioma ídish, uno que consiste en descalificar un concepto por medio de agregar como prefijo el fonema peyorativo «shm». En pocas palabras, ocupación-Shmocupación.

La Shmocupación es la excusa permanente de los enemigos de Israel para lanzarnos morteros, matarnos, deslegitimarnos, calumniarnos en los medios y en cuanto foro internacional se pueda.

Inglaterra como ejemplo

A los activistas de la Shmocupación se les escapan las preguntas básicas: ¿por qué nos mataban antes de la ocupación? ¿por qué no construyeron ningún Estado palestino antes de la ocupación? ¿por qué los ocupados son cada vez más, y se niegan a dejar de ser ocupados? ¿por qué la única ocupación del mundo que ocupa a los criptodrinos es la shmocupación?

Estas preguntas no deben formularse porque no tienen respuesta. Especialmente en estos días en los que los árabes desmienten que la dictadura es la respetable expresión de su cultura, tiempos en los que Hamás avanza para apoderarse de la Autoridad Palestina entera. Y parece lograrlo, sin cambiar ni una jota de su plataforma, en la se exhorta a matar a todos los judíos, culpables éstos de las revoluciones rusa y francesa y de las dos guerras mundiales.

Hamás es el mismo que se atribuyó sin miramientos el mentado ataque contra el ómnibus escolar, pero los organismos internacionales de derechos humanos no protestaron por el hecho de que niños fueran el blanco elegido. Va de suyo que tampoco hubo condenas en las Naciones Unidas.

Algunos Gobiernos sí protestaron, entre los que destaca por su típico estilo el del ministro de Exteriores británico, Willian Hague: «Condeno sin reservas el ataque contra escolares en el Sur de Israel... Hamás debe detener estos ataques. Israel tiene el derecho de defender a sus ciudadanos, pero es importante que sepa contenerse y hacer esfuerzos para no causar víctimas civiles. Me preocupa mucho que gente en Gaza sea muerta por medidas de represalia». Suponemos que no a todo el mundo, y menos al Gobierno inglés, el señor Hague pedirá autocontención cuando un grupo de niños sea atacado con un cohete antitanque. Pero a Israel, sí. Cuando lo atacan debe contenerse porque si no, será condenado por Europa.

En ésta, el país judío es culpable por existir. Y esta sensación arraigada en milenios es alimentada hoy por una cultura que nunca menciona las motivaciones de Israel para defenderse, y demoniza sus acciones.

Un excelente ejemplo es una serie televisiva británica de este año: La promesa de Peter Kosminsky, que ya fue vista por millones de espectadores (por ahora en inglés y en francés, pero a no preocuparse porque los españoles seguramente serán honrados en breve). Durante la serie, la audiencia «comprueba» una y otra vez que los soldados hebreos son sádicos, herederos de los combatientes hebreos que expulsaron al imperio británico de Palestina, herederos de...

Quien se pregunte por la raíz de la furibundia que los anima, no podrá sino deducir que viene en la sangre israelita. Y entonces le quedará claro que las brutales acciones de nuestros enemigos son siempre atribuibles a la Shmocupación.

Referencia: Notiolei

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