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25 de enero de 2015

El silencio: Una opinión sobre los fanáticos






Por: Dr. Emanuel Tanay (RIP).

Died of metastatic prostate cancer on August 5, 2014.

Médico forense, Tanay sostenía con dramáticos ejemplos la conocida reflexión del Mahatma Gandhi:

Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala
es el silencio de la gente buena.”

  • ¿Eran muchos los nazis?
  • ¿Son muchos los musulmanes fanáticos?
El autor de este mensaje es el Dr. Emanuel Tanay nacido en 1928, judío sobreviviente del Holocausto, y conocido y muy respetado psiquiatra forense radicado en los EUA.

Un hombre, cuya familia pertenecía a la aristocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial, fue propietario de una serie de grandes industrias y haciendas.  Cuando se le preguntó: -¿Cuántos de los alemanes eran realmente nazis?, la respuesta que dio puede guiar nuestra actitud hacia el actual fanatismo:

Muy pocas personas eran nazis en verdad” dijo, “pero muchos disfrutaban de la devolución del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Yo era uno de los que sólo  pensaba que los nazis eran un montón de tontos.
Así, la mayoría simplemente se sentó a dejar que todo sucediera.

Luego, antes de que nos diéramos cuenta, los nazis eran dueños de nosotros, se había perdido el control y el fin del mundo había llegado. Mi familia perdió todo. Terminé en un campo de concentración y los Aliados destruyeron mis fábricas…”

Se nos dice que la gran mayoría de los musulmanes sólo quieren vivir en paz.  El hecho es que los fanáticos dominan el Islam, tanto en este momento como en la historia.  Son los fanáticos los que marchan. Se trata de los fanáticos los que producen guerras. Se trata de los fanáticos los que sistemáticamente masacran cristianos o grupos tribales en África y se van adueñando gradualmente de todo el continente en una ola islámica. Estos fanáticos son los que ponen bombas, decapitan, asesinan. Son los fanáticos los que toman mezquita tras mezquita. Se trata de los fanáticos los que celosamente difunden la lapidación y la horca de las víctimas de violación y los homosexuales.  Se trata de los fanáticos los que enseñan a sus jóvenes a matar y a convertirse en terroristas suicidas.

El hecho cuantificable y duro es que la mayoría pacífica, la “mayoría silenciosa” es intimidada e imperceptible.

La Rusia comunista estaba compuesta de los rusos, que sólo querían vivir en paz. Sin embargo, los comunistas rusos fueron responsables por el asesinato de cerca de 50 millones de personas.  La mayoría pacífica era irrelevante.

La enorme población de China era también pacífica, pero los comunistas chinos lograron matar la asombrosa cifra de 70 millones de personas.

El individuo japonés medio antes de la Segunda Guerra Mundial no era un belicista sádico.  Sin embargo, Japón asesinó y masacró, en su camino hacia el sur de Asia Oriental, en una orgía de muerte que incluyó el asesinato sistemático, a 12 millones de civiles chinos, la mayoría muertos por espada, pala y bayoneta.

Y, ¿quién puede olvidar Ruanda, que se derrumbó en una carnicería?

¿Podría no ser dicho que la mayoría de los ruandeses eran amantes de la paz?

Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y contundentes. Sin embargo, a pesar de todos nuestros poderes de la razón, muchas veces perdemos el más básico y sencillo de los puntos:

Los musulmanes amantes de la paz se han hecho irrelevantes por su silencio.

Los musulmanes amantes de la paz se convertirán en nuestro enemigo si no se pronuncian, porque al igual que mí amigo de Alemania, se despertarán un día y encontrarán que los fanáticos los poseen, y el fin del mundo habrá comenzado.

Los alemanes, amantes de la paz, japoneses, chinos, rusos, ruandeses, serbios, afganos, iraquíes, palestinos, somalíes, nigerianos, argelinos, y muchos otros han muerto a causa de que la mayoría pacífica no se pronunció hasta que fue demasiado tarde.

En cuanto a nosotros, que somos espectadores ante los eventos en desarrollo, debemos prestar atención al único grupo que cuenta: los fanáticos que amenazan nuestra forma de vida.

Por último, cualquiera que duda de que la cuestión es grave y no lo comenta o hace algo al respecto, está contribuyendo a la pasividad que permite a los problemas expandirse. ¡Por lo tanto, entiéndete un poco a ti mismo y comenta esto una y otra vez!  Esperemos que miles de personas, en todo el mundo, lean y piensen sobre él, antes de que sea demasiado tarde.

A continuación una pequeña semblanza del eminente Dr. Tanay [+/-]
  • Tanay was born in Vilnabut the family soon moved to Miechow, a small community just south of Kraków.[1] His mother, Betty Tenenwurzel, was both a physician and dentist and his father, Bunim Tenenwurzel, was a dentist. He survived by being hidden in the Catholic monastery of Mogila in Kraków, Poland.[2]
  • In 1943 Tanay escaped from occupied Poland with his mother and sister to Slovakia and then Hungary. They were liberated in January 1945 in Budapest.[3]He immigrated to the United States after World War II. He did his psychiatric residency atElgin State Hospital in Elgin, Illinois.
  • Tanay was Clinical Professor of Psychiatry at the Wayne State UniversityMedical School in Detroit, Michigan.[4] He is now retired.[5] Emanuel Tanay died of metastatic prostate cancer on August 5, 2014.
  • Emanuel Tanay was retired Clinical Professor of Psychiatry at the Medical School of Wayne State University in Detroit, Michigan. He was a well known forensic psychiatrist who was an expert witness in the cases of many famous defendants such as Jack Ruby, Ted Bundy, Sam Sheppard, and Robert Garwood. He is the author of many publications, including Passport To Life: Autobiographical Reflections on the Holocaust; a book on homicide, The Murderers; as well as American Legal Injustice: Behind the Scenes with an Expert Witness. Dr. Tanay is a Distinguished Fellow of the American Academy of Forensic Sciences, which is the highest award the Academy grants. He taught widely in the United States and Europe and published numerous articles about forensic psychiatry, post-traumatic stress, and the Holocaust. He was a consultant to the German government regarding compensation to survivors of concentration camps. Dr. Tanay was Resident Scholar at the Department of Holocaust and Genocide Studies at Stockton College of New Jersey. Retired from private practice, Dr. Tanay continued to write and lecture about forensic psychiatry and the Holocaust.
Honors & Awards Received:
  • Michigan State Medical Society Flag Award, Certificate of Commendation for serving as Chairman, Task Force on Occupational Psychiatry, American Psychiatric Association, 1969 – 1970, Detroit Institute of Technology, Award of Merit, given, “In recognition of outstanding achievement” in assisting Vietnam Veterans, 1973,
  • Sinai Hospital of Detroit, Special Award of Merit, given, “In recognition of outstanding services to the psychiatric residency program”, 1974.
  • Received in October 1998. The American Academy of Psychiatry and the Law, GOLDEN APPLE AWARD, (the highest award the Academy gives).


Referencia:Pulso Pyme
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La trilogía Nisman Por Gustavo Perednik





El Escritor y filósofo Gustavo Perednik había escrito ( aún sin publicar) una editorial referida al Fiscal Nisman antes de su muerte. Vis a Vis las publica con la autorización del autor.

Desde las páginas de Matar sin que se note (2009) intenté destacar la importancia de la obra del Fiscal Alberto Nisman, que merecerá estudio en los manuales de historia argentina.

Rodeado de resentidos, mediocres y confusos; en pugna contra apáticos, refractarios y cínicos, Nisman ha conseguido, una vez más, hacer prevalecer la verdad de los hechos por sobre la vacuidad de la descalificación y el insulto. Él lo llama “la dictadura de las pruebas”.

Somos testigos de una tercera vuelta de tuerca, valiente y laboriosa -una verdadera perla de la Justicia argentina, plasmada en tres etapas: 2006, 2013, y 2015. Paulatinamente, emerge un cuadro general cada vez más grave.

El primer documento (el dictamen del 25 de octubre de 2006) demostró la culpabilidad del Estado terrorista de Irán en los atentados en Buenos Aires. El segundo (del 29 de mayo de 2013) probó que dichos atentados no son agresiones aisladas, sino parte de una red terrorista internacional que ha declarado la guerra a las sociedades libres.

El tercero -la incriminación del 14 de enero de 2015- viene a demostrar que la presidente argentina y su cancilleresco mayordomo se propusieron fraguar la inocencia de los perpetradores y blanquear a los responsables del mayor atentado terrorista que padeció la Argentina.

Se ha instalado en las altas esferas del país la más traicionera corrupción, una que vende la Argentina, la justicia y la memoria de las víctimas.

La motivación de los traidores es doble: por un lado la miopía del anacrónico chavismo y, por el otro, los más espurios intereses económicos. Miran la geopolítica trabados en el desvarío de "enfrentar al imperialismo", y al mismo tiempo cuidan al Irán terrorista como socio comercial a ultranza.

Este tercer estadio de la trilogía Nisman, abre una página histórica impredecible. Constituye, asimismo, un homenaje póstumo al periodista Pepe Eliaschev z”l, artífice de la primera y osada denuncia del infausto memorracho.

Me permití cerrar Matar sin que se note con zéjel de tono martínfierresco, que reza: Discutirán tu equidad, / tu intención, alcurnia, edad, / pero jamás el Dictamen, / porque en sus excusas, saben:/ que cuando ellas se acaben, quieta espera la verdad.

Así es hoy también. La admirable trilogía Nisman descansa en la incólume verdad de los datos, las pruebas, y la investigación profesional. Podrá la jauría D’Elíesca ladrar contra el fiscal, agredirlo, cuestionar sus motivaciones, su personalidad, y los servicios conspiranoicos que presta al imperio sionista rector de la galaxia.

Pero no puede ni podrá, porque es imposible, refutar racionalmente la verdad cristalina que se desprende de las 300 páginas incriminatorias.

La dictadura de las pruebas

Dos años antes de la firma del memorracho, Cristina y su secuaz comenzaron a negociar y organizar la impunidad de los prófugos iraníes. Nestor, quien siempre había considerado el manejo de la causa AMIA una “desgracia nacional”, acababa de fallecer.

Por ello, el dúo decidió acercarse a Irán para aliviar la crisis energética argentina; se propusieron trocar con el régimen judeofóbico y asesino petróleo por granos, y aún venderle armas a los ayatolás.

Para ello no trepidaron siquiera en establecer contacto indirecto con el cabecilla del atentado, Mohsen Rabbani, ante quien el mayordomo cancilleresco se comprometió a persuadir a Interpol de que cancelara las alertas rojas contra los terroristas iraníes. No había previsto que chocaría con la negativa de la entidad policial, que no estaba a la altura de la bajeza moral del ministrito.

El objetivo era desviar la investigación, abandonar el reclamo argentino de justicia, ensuciar la Causa AMIA (la tildaban de “paralizada”). Frente al intermediario iraní (Jorge “Yussuf” Khalil) pusieron a eminencias como intermediarios argentinos: Esteche, D’Elía y Larroque. Pobre Argentina.

Además, a fin de armar la hipótesis fraguada requerían de alguien que conociera cabalmente el expediente judicial. El servidor en cuestión fue Héctor Yrimia, ex fiscal de la causa AMIA que supo proveer de la información necesaria para acomodar la historia a la nueva etapa de la Justicia argentina –la del bochorno.

La maniobra se puso en movimiento en enero de 2011, en Alepo, en la reunión entonces secreta entre los cancilleres de Irán y de Argentina. Éste transmitió a su par iraní la decisión del gobierno de Buenos Aires de abandonar el reclamo de justicia, una decisión que enterraba la política justiciera seguida desde 2003.

Una vez decidida la impunidad, y ya puesta en marcha la pista falsa, se firmó el memorracho de enero de 2013 que, ahora sabemos, lejos de inaugurar la maniobra fue en cierto modo su conclusión.

La “Comisión de la Verdad” establecida a la sazón no vino a investigar, sino a confundir con hipótesis falsas y a deslegitimar la causa judicial argentina. El compromiso secreto de la Argentina con los ayatolás fue hacer voltear de inmediato las notificaciones rojas, pero Interpol no se avino a ello, lo que provocó la desazón de los ayatolás.

Comenzaron a operar personajes siniestros de uno y otro país, judeófobos diplomados que respondían a un mismo perfil: están cercanos al poder pero no ocupan cargos oficiales. Luis D’Elía y Jorge “Yussuf” Khalil, ninguno ejerce cargos públicos pero los dos mantienen una consustanciación irrestricta con el poder.

La trilogía Nisman ha desbaratado el ardid más oprobioso que registre la historia argentina. Después de tanto escepticismo y malestar con la Justicia, sopla una brisa de alivio que dará frutos a las próximas generaciones de argentinos.

Autor: Gustavo Perednik

Referencia:Vis a Vis
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El misterioso hombre iraní



El increíble viaje del Dr. Daniel Dana desde musulmán shiita a orgulloso ciudadano israelí.



por Rav Shraga Simmons

La oficina del Dr. Daniel Dana tiene un aire a museo, con cientos de fotografías y recortes empapelando las paredes; crónicas de sus 35 años como activista en contra del fanático régimen islámico de Irán.

Pero esa es sólo una parte de la historia. Los giros y vueltas de la vida del Dr. Dana —de practicar el islam, a campeón de atletismo, a francotirador militar, a fugitivo internacional, a sacerdote cristiano— compiten con la trama de cualquier novela éxito de ventas.

Pero el giro más sorprendente de todos fue el descubrimiento reciente de sus raíces judías.

Ayatolá Incipiente

Daniel Dana nació y fue criado como un musulmán shiita llamado Jamshed Hassani. Su familia vivía en el distrito de Sarhad al noreste de Irán. En la escuela, él pasaba largas horas estudiando para leer el Corán con fluidez.

“A pesar de que mis padres eran pro-occidentales e iraníes nacionalistas, yo era más radical que los otros niños” Dana le dijo a AishLatino.com. “Esto es porque mi abuela —la madre de mi madre— era experta en Corán y muy escrupulosa en su observancia de la tradición shiita. Ella estada convencida de que yo crecería para convertirme en Ayatolá, un clero de alto rango en el islam shiita.

Su abuela lo forzó a recibir una formación islámica rigurosa, sentándose con él por horas y corrigiendo su fluidez en el Corán.

Cuando Dana tenía 15 años, su abuela falleció y su influencia sobre él menguó. Al mismo tiempo él empezó a estudiar historia iraní en la secundaria. “Tenía preguntas sobre el islam”, dice él. “Mientras más investigaba, más contradicciones veía entre la ideología shiita y el nacionalismo iraní”.

“Yo estaba convencido de que el régimen de Jomeini destruiría finalmente a Irán. Tenía que detenerlos”.
Luego Dana se involucró en los deportes y se transformó en un campeón de boxeo y gimnasia. A través de sus logros atléticos, comenzó una amistad con la esposa del Shah, la reina de Irán, Farah Pahlaví. Después de graduarse de la escuela de derecho de la Universidad de Teherán, la reina le aconsejó ir a París, obtener su doctorado y regresar a Irán para transformarse en su consejero legal en la corte real.

Dana se casó, tuvo un par de hijos y a la edad de 30 años viajó a Francia. Pero sus planes de trabajar para la reina nunca se materializaron.

Era el año 1978 e Irán estaba al borde de un terremoto geopolítico: la revolución islámica. El Ayatolá Jomeini había pasado los 15 años anteriores en exilio intentando derrocar al Shah, y se encontraba ahora en París para consolidar su apoyo político y planear su revolución.

“A estas alturas la gente no sabía mucho sobre Jomeini, más allá de sus promesas de 'reformar' Irán cambiando las políticas del Shah”, dice Dana. “Periodistas, diplomáticos, todos adulaban a Jomeini. Él tenía el apoyo de muchos iraníes, así como también de líderes europeos. Pero yo sabía que él sería una tragedia para Irán”.

Dana se transformó en un precoz y abierto crítico de Jomeini. El primer día que Jomeini llegó a Francia, Dana y otros 15 estudiante de postgrado iraníes fueron a ver al Ayatolá en Neauphle-le-Château, en las afueras de París. Todos los estudiantes —incluyendo la esposa de Dana que estaba en París estudiando para su maestría en psicología— llenaron de elogios a Jomeini.

Sin embargo, Dana sabía a partir de su crianza shiita, qué tipo de daño precisamente provocaría un régimen fanático de Jomeini en el país. Por lo tanto, en aquella reunión, él se levantó y declaró: “Usted arruinará nuestro país. Destruirá nuestra amada historia y cultura. Usted está engañando al pueblo iraní y al mundo entero. ¡Malvado mentiroso!”.

“Inmediatamente los guardias de seguridad de Jomeini saltaron sobre mí”, dice Dana, “y la policía francesa —que se encontraba afuera del edificio— me arrestó por insultar a este supuesto 'hombre santo'. Ellos no conocían a Jomeini”.

Después de una breve detención, Dana fue liberado. Pero en cosa de meses, Jomeini arribó triunfantemente a Irán para liderar la revolución islámica, y fue recibido por una alegre multitud de cinco millones de personas.

“Yo estaba convencido de que el régimen de Jomeini destruiría finalmente a Irán. Tenía que detenerlos”.

Dana pasó diez años en el ejército iraní y en las fuerzas policiales, y recibió medallas por ser el mejor francotirador. Así que elaboró un plan para asesinar a Jomeini.

El Shah y su familia habían escapado a Marruecos, por lo que Dana fue ahí para compartir su plan con la reina. “Le dije que estaba dispuesto a ir a Teherán y hacer mi contribución ideológica para salvar a la nación de Irán. Yo pondría una bala entre los ojos de Jomeini, y detendría así la revolución islámica en sus inicios”.

Pero la reina desalentó a Dana de hacer algo así. Así que él pasó a su plan B

Tres sentencias de muerte

Dana volvió a París donde se unió con otros estudiantes iraníes para establecer Javan (“joven”). El primer grupo paramilitar que se oponía al régimen de Jomeini. Ellos realizaron numerosas operaciones secretas, incluyendo la audaz captura de una nave de combate iraní.

Antes de la revolución, Irán había comprado docenas de naves de combate de Francia, pero no las había recibido aún. Así que en 1981, Jomeini envió oficiales navales para traer las naves de combate faltantes a Irán.

Era la primera vez que una nación occidental accedía a transferir armas avanzadas a Jomeini, y el grupo de Dana estaba determinado a detener esto.

Trabajando en conjunto con el ex jefe de personal del ejército iraní, ellos desarrollaron un plan para capturar las naves de combate en ruta a Irán, y luego utilizar los bastiones de resistencia en Irán para lanzar una revolución a gran escala y derrocar al régimen islámico.

Disfrazados con uniformes de la policía española, el grupo de Dana logró realizar con éxito una intercepción en aguas internacionales y capturaron una de las naves de combate con sus 31 tripulantes. Pero el plan a gran escala salió mal: los activistas que manejaban el centro de coordinación en España fueron detenidos, y producto de la interrupción en la comunicación, toda la operación se derrumbó.

“En ese punto no teníamos más alternativa que volver a Francia, donde el presidente francés François Mitterrand nos convenció que nuestra mejor opción era devolver la nave de combate y aceptar asilo político en Francia”.

La vida de Dana entró en un callejón sin salida. A pesar de que tenía un doctorado en ley internacional de la Universidad de París, no podía encontrar trabajo en Francia ya que había sido arrestado en numerosas ocasiones por la policía francesa por oponerse al régimen islámico iraní. Y no sólo eso, sino que su señora era una firme defensora de Jomeini, esto puso irremediablemente fin a su matrimonio y él se alejó de sus dos hijos.

Por encima de todo, las actividades anti Jomeini de Dana lo habían transformado en el recipiente de tres sentencias de muerte separadas por un tribunal islámico iraní.

Daniel Dana era un hombre sin país; un soldado sin ejército.

Él recuerda: “Estaba deprimido y quería suicidarme. Pero como era un tipo duro, no quería simplemente saltar de un puente o morir por sobredosis de pastillas. Se me ocurrió una idea más radical: Dado que el tribunal islámico iraní ya había decretado tres sentencias de muerte en mi contra, decidí volver a Irán, presentarme ante las autoridades y dejar que me ejecutaran. De esta manera podía morir en mi querida tierra natal, Irán, al mismo tiempo que haría una poderosa declaración política con mi ejecución”.

Y eso fue lo que hizo. En marzo de 1986, Dana se dirigió a la embajada de Irán en París y les dijo que quería ser ejecutado. “Ellos pensaron que estaba bromeando, pero yo hablaba en serio”.

Los servicios de inteligencia iraní lo interrogaron por horas, y eventualmente lo dejaron viajar a Irán. Pero una vez allí, su plan se vio frustrado. “Las autoridades iraníes se dieron cuenta que ejecutarme sería una mala publicidad para el régimen. Por lo que decidieron utilizarme en vez para hacer propaganda. Me perdonarían y me dejarían trabajar como abogado en Irán, de esta manera me transformarían en un símbolo del compromiso del régimen con la libertad y los derechos humanos”.

Dana se transformó en abogado en ejercicio y en profesor de leyes en la Universidad Azad en Teherán. Pero al estilo de Dana, su vida no procedió de manera silenciosa. A través de sus investigaciones legales, descubrió que altos oficiales de gobierno habían robado 370 millones de dólares.

Él llevó la información directamente al ministro de justicia iraní, quien le ofreció rápidamente un soborno para que guardara silencio.

“Ese nunca ha sido mi estilo, así que al próximo día hice público el escándalo. Una semana después yo estaba en Londres para una conferencia y recibí noticias de mi oficina de abogados: 'No vuelvas a Irán. Es muy peligroso para ti'”.

Por lo tanto, en 1990, Dana fue exiliado por segunda vez de Irán.

Él viajó a Bombay donde tenía un par de clientes, y desde allí pasó a Australia donde tenía amigos y recibió asilo político. Se involucró con el cristianismo y estudió teología por tres años en la Universidad de Melbourne, y fue ordenado finalmente como sacerdote anglicano.

Pero Dana nunca dejó de lado su activismo en contra del régimen de Jomeini. Durante aquella época, Salman Rushdie había escrito Los versos satánicos, una novela crítica en contra del islam que se transformó en un escándalo cuando el Ayatolá lo sentenció a muerte. Cualquiera asociado con el libro se transformó en un blanco de ataque. El traductor japonés del libro fue acuchillado a muerte, el traductor italiano fue acuchillado y sufrió heridas graves, y el editor en Noruega recibió tres disparos en un intento de homicidio.

“Soy un idealista y este tipo de intimidación sólo aumentó mi motivación”, dijo él. Dana tradujo el libro de inglés a persa y fue censurado rápidamente por el gobierno australiano por “incitar al odio” a 300.000 musulmanes que viven en Australia y a las decenas de millones en los países de alrededor como Indonesia y Malasia.

Volviendo a casa

En 1994, Dana recibió una beca de investigación por dos meses en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Mientras estaba en Israel, el gobierno australiano utilizó la oportunidad para cancelar su estatus de “asilado político”, alegando que él representaba un riesgo para la seguridad ya que fomentaba el odio al islam.

Esto puso a Dana en un verdadero limbo geopolítico: no podía viajar a Irán, Francia, Australia o para el caso, cualquier otro país. No tenía otra opción más que permanecer en Israel.

En Israel conoció a los judíos y el judaísmo por primera vez. A medida que estudió más, él rechazó el cristianismo y llegó a la conclusión de que la Torá era auténtica. Rápidamente conoció a una inmigrante rusa y contrajeron matrimonio.

Durante esta época Dana fue diagnosticado con una extraña enfermedad en la sangre que se encuentra predominantemente en judíos de Medio Oriente. “Comencé a pensar acerca de la idea de sangre judía en mis venas”, comenta.

Poco sabía él. En el 2007 viajó a Estados Unidos para la boda de un pariente. A esa misma boda también asistió su prima, la Dra. Miriam Dnada, la hija de su tío Musa, el hermano de su madre.

Miriam le contó a Dana cómo, cuando su padre (el tío de Dana, Musa) había muerto unos cuantos años atrás, él había revelado en sus últimas horas:

“Cuando mi propio padre (el abuelo de Dana) estaba en su lecho de muerte, él nos reveló un secreto familiar: que en realidad somos judíos”, Musa le dijo a Miriam. “Y ahora, es mi turno de pasarte el secreto a ti. Nuestro verdadero apellido es Abayef y somos judíos”.

Cuando escuchó las estremecedoras noticias, Dana entendió repentinamente por qué su abuela siempre insistía en no comer carne con leche. Y así, él empezó su búsqueda para desentrañar el misterio de su historia familiar.

Dos siglos atrás, los ancestros de Dana vivían en Mashad, en la esquina noreste de Irán. Se trata de un bastión musulmán que atrae cerca de 20 millones de peregrinos musulmanes cada año, que vienen a rezar en el santuario del Imam Reza. En el año 1839, un terrible pogromo obligó a los judíos a convertirse al islam. Muchos vivieron vidas paralelas como criptojudíos, pero los ancestros de Dana escaparon a Baku, la capital de Azerbaiján en la ex Unión Soviética, en donde podían practicar el judaísmo de manera abierta.

Adelantémonos hasta el año 1925, cuando el Reza Shah (el padre del famoso Shah de Irán) subió al poder e instituyó la libertad de culto en Irán.

“Mis abuelos estaban insatisfechos con la reciente toma del poder comunista, así que en 1927 se mudaron al otro lado de la frontera, hacia el noreste de Irán”, dice Dana. “Pero temieron la posibilidad de otro pogromo y tomaron la decisión consciente de mantener su judaísmo en secreto. Por esta razón cambiaron su apellido y pretendieron ser musulmanes shiitas”.

En ese entonces, la madre de Dana tenía 3 años y no tenía noción alguna de las raíces judías de la familia. Pero su hermano Musa tenía 8 años, y el secreto de la familia le fue confiado a él, sólo para ser revelado décadas más tarde, en su lecho de muerte, a su hija Miriam.

“Ahora entiendo por qué mi abuela me presionaba tanto para que me convirtiera en un Ayatolá”, dice Dana. “Fue más allá de la norma e hizo todos los esfuerzos posibles para probar ser una buena musulmana, para borrar toda huella de nuestras raíces judías”.

El capítulo final

Ahora con casi 70 años, el Dr. Dana no tiene ningún plan de bajar el ritmo. Él continúa trabajando como un activista político, ayudando a organizar diversos planes para generar un cambio en el régimen de Irán.

Él es también un autor prolífico, y ha escrito docenas de libros y ensayos académicos. Un libro en particular, una novela autobiográfica titulada Tres cuerdas colgando, cuenta la fascinante historia de su intransigente lucha en contra del régimen shiita y de las penas de muerte en su contra. Otro libro titulado Abayef: un constructor de puentes entre diferentes religiones es la emocionante saga de su viaje a través de diversas religiones antes de descubrir su herencia judía.

Pero su tópico favorito en estos días es promocionar los lazos socio-históricos entre Irán e Israel.

“Esta conexión se remonta más de 2.700 años atrás; es más larga que cualquier otra relación entre dos países en cualquier lado del mundo” dice Dana, refiriéndose a la era del rey pérsico Ciro (Siglo 6 AEC), quien le permitió a los judíos volver a Israel y reconstruir el Templo. “Hoy en día todo lo que se escucha salir de Irán es la negación del holocausto, y las amenazas de aniquilación a Israel con armas nucleares. Pero esto es una grave distorsión. Históricamente Irán e Israel eran naciones gemelas, símbolos de avance cultural, enraizadas en una cálida mentalidad oriental”.

Dana dice que será sólo cuestión de tiempo antes de que caiga el régimen islámico. “Este malvado dragón es rechazado por la vasta mayoría de la población Iraní”, dice, “caerá y será reemplazado por un líder moderado y racional. Es por ello que es crucial concretizar los fundamentos de una relación bilateral fuerte entre Irán e Israel lo antes posible”.

En cuanto a sus orígenes judíos Dana dice: “Yo todavía tengo muchos parientes en Mashad pero no tenemos contacto. Políticamente, sería demasiado peligroso para ellos. Me estremezco al pensar que ellos, al igual que yo por tantos años, desconocen sus raíces judías”.

Dana reflexiona sobre sus años de búsqueda y aventura. “Es claro que esta ruta; desde Irán a Francia a Australia y finalmente Israel, fue la manera de Dios de mandarme a casa, a descubrir quién soy realmente”.

Referencia:Aish Latino
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El islamismo que viene



por Rafael L. Bardají

El director y los dibujantes de Charlie Hebdo  creían que publicar una caricaturas de Mahoma renegando de los jihadistas del ISIS o Estado Islámico era una obligación en defensa del sagrado principio liberal de la libertad de expresión.  No creo que pensaran que, en realidad, estaban sacando la cabeza en una trinchera de una guerra civilizacional entre modernidad y barbarie que, al final  es por lo que han muerto.  Y es que en Europa seguimos sin querer entender la naturaleza de la amenaza a la que nos enfrentamos. No se trata de publicar o no unas imágenes satíricas, sino de pensar o no que Alá es nuestro dios y Mahoma nuestro profeta. Como hemos estado viendo desde que el Estado Islámico lanzó su ofensiva sobre Irak, allá por el mes de junio, lo que les espera a los no creyentes es simple y claro: deportación o muerte. Las más de las veces, de hecho, decapitación.

Los gobiernos europeos  se han tomado muy en serio el peligro de miles de jóvenes que viajaban, la mayor de las veces vía Turquía, desde Europa, para enrolarse en las filas del jihadismo más sangriento. Si volvían, gracias a los derechos que les otorgaban sus pasaportes franceses, españoles o alemanes, retornarían con experiencia en combate, conocimientos en explosivos, y muy motivados a proseguir en su particular guerra santa. Y sin duda que se trata de una amenaza real:  Mehdi Nemmouche, el francés que atentó contra el museo judío en Bruselas el pasado mes de mayo, había viajado a Siria y se había unido a las filas del jihadismo, por poner sólo un ejemplo. Estimaciones recientes sitúan los europeos que se han unido al Estado Islámico entre 3.000 y 5.000 según  la fuente. En España. Un mínimo de 80 y un techo de unos 200 podrían haber hecho lo mismo.

Pero hay que aclarar: cuando hablamos de europeos, queremos decir musulmanes nacionalizados o nacidos de inmigrantes musulmanes en suelo europeo. Esto es, europeos de pasaporte, pero poco más. Es el resultado de años de anteponer el multiculturalismo y de exaltar la cultura de denigración  de nuestra historia y valores.  Porque el verdadero problema para Europa no es que miles de ciudadanos europeos vayan a matar y morir a Siria o Irak en nombre de Alá. El verdadero problema es que pasen de ser unos jóvenes normales a unos fanáticos y, finalmente, unos despiadados terroristas, aquí, entre nosotros. Con el prácticamente beneplácito de una sociedad y unas instituciones que les permiten, -de hecho, que defienden-  que sean diferentes.  Nuestra policía y nuestros agentes de inteligencia se mueven en este terreno con una mano atada a la espalda porque el régimen judicial, prisionero de lo políticamente correcto, no les permite ser los suficientemente agresivos en la lucha contra el jihadismo, desde su cuna hasta la bomba.

Es más, el terrorismo islámico no es ni puede ser considerado un asunto policial. Esto no es un capítulo de series como Castle o Sherlock donde se busca al asesino tras el crimen. Esa es un aproximación trasnochada porque a nadie puede bastarle el afán de justicia si ya estamos muertos. Ayer fueron bombas en trenes y metros; hoy disparos de subfusiles (o en Israel cuchillazos); mañana puede ser mucho peor y masivo. La acción contra el islamismo político y militante debe ser, ante todo, preventiva. Y eso exige unos métodos y una filosofía de actuación bien distinta de la de la investigación criminalística. ¿Qué sentido tiene que detengan a un niño de 5 años para cachearle en un aeropuerto pero que se permita a una mujer con burka pasar un control de aduanas sin levantarse el velo? ¿Por qué se permiten los sermones de incitación al odio por el mero hecho de pronunciarse en mezquitas?

El ministro de defensa, Pedro Morenés ha dicho que el jihadismo golpea al débil. De hecho, huele el miedo y se aprovecha de la parálisis que le acompaña. Ahora, tras el atentado contra Cherlie Hebdo se incrementarán las medidas policiales, pero el miedo a decir lo que hay que decir habrá aumentado. Por muy evidente que sea: El Islam radical –por no hablar del jihadismo- es incompatible con nuestra forma de vida, valores e intereses. Aquí y en cualquier rincón del mundo. Occidente e islamismo ni casan ni pueden casar, salvo que nos rindamos y sometamos. Que todo puede ser cuando ya no se cree en nada y menos en nosotros.

Referencia:Gees
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Lo que Aziz Abu Sarah aprendió en la escuela hebrea





Un viaje no- convencional de un activista palestino-
que arrojaba piedras- a defensor de la paz internacional


Por Jessica Steinberg

Aziz Abu Sarah pasó mucho de su más joven adultez, esforzándose en mirar otros lados del conflicto árabe-israelí.  Como hombre  desconsolado, cuyo hermano mayor murió luego de un año de prisión en una cárcel israelí, su propio trayecto  - desde ser un joven que arrojaba piedras y organizador de Fatah, a trabajador en la resolución del conflicto y organizador de tours alternativos- la suya fue una transformación tan drástica,  difícil de encontrar en el Medio Oriente.

“Si se va a lugares donde no se acuerda con lo que está diciendo, te fuerza a ver otros lados”, dijo el activista por la paz  escritor Abu Sarah, hablando – el mes pasado- en la conferencia Limmud UK Jewish en la Universidad Warwick. “Eso no significa que estés de acuerdo”.

Abu Sarah fue uno de los pocos palestinos - en un mar de judíos, en su mayoría  británicos, unos 2500 en total- , que, a fines de diciembre,  pasaban cinco días  examinando temas contemporáneos relativos con el mundo judío.

Siendo el menor de una familia musulmana de siete hijos de  Betania, al  este de Jerusalén,  en las laderas del Monte de los Olivos;  Abu Sarah la recuerda una pequeña ciudad,  donde no había demasiado para hacer. Su padre tenía un negocio de productos de importación-exportación a los países árabes vecinos, construyó la familia en una casa rodeada de árboles frutales y flores. “Fue un lugar vacío”, dijo Abu Sarah. “Había montones de familias, ningún servicio ni nada con qué jugar”.

No habló hebreo ni conoció a ningún judío- israelí durante sus primeros 18 años de vida. Abu Sarah comenzó su presentación en Limmud con una foto,  en tono sepia,  de sí mismo en el prescolar, parado con su hermano mayor, Tayseer. Tayseer fue – para él-  un segundo padre , ayudándolo a negociar las peleas en el patio de la escuela y la dinámica de clases. Pero, cuando Abu Sarah tenía 9 años, su hermano fue apresado por el ejercito israelí por arrojar piedras. Fue herido y murió, a los 19 años, luego de un largo periodo de prisión.

No se habló de represalias ni de actuar contra el ejercito de defensa de Israel. “MI padre no nos permitía, en absoluto,  hablar de política en casa. Estaba prohibido”, dijo Abu Sarah.

Pero, por entonces, ya estaba en las calles,  arrojando piedras a los autos israelíes. “Uno no comprende la totalidad.  Llevó años comprender qué diablos pasaba”, dijo en una conversación entre las sesiones en Limmud. “Cuando comencé a tirar piedras, fue porque estábamos aburridos. No había nada para hacer”. De hecho, su primera piedra fue, por accidente,  arrojada hacia el auto de un vecino.

“Lo vi por televisión. Fue dos semanas después que comenzara la intifada (1987) y fuimos a la calle más cercana y tiramos piedras a los autos”, dijo. “Nos llevó tiempo darnos cuenta de que no se tiran piedras a los vecinos. Pero fue más por aburrimiento que por ira”.

Abu Sarah, diligente estudiante de la escuela primaria islámica, buscaba los resquicios. Un día encontré que, rezar un día en el Monte del Templo era igual a 500 oraciones. Eso lo atrajo a orar una vez por mes en el sitio sagrado. Luego,  en los 1990, uno de sus vecinos, amigo cercano de Tayseer, murió durante algunos incidentes y Abu Sarah comenzó a entender el contexto más amplio del conflicto,  del que formaba parte. En esa época, estaba enojado, amargado y en camino de convertirse en un activista de Fatah, organización oficial de la Autoridad Palestina. En la secundaria, se convirtió en organizador de Fatah, escribiendo y publicando contenidos para el ala joven de la organización. Junto a  sus colegas podían reunir a miles de estudiantes para una manifestación. Como ex estudiante “A”, Abu Sarah vio que sus notas decaían como resultado de su actividad política, pero no sabia como cuidarlas. No comentó con sus padres  su joven militancia, sabiendo que lo desaprobarían con toda seguridad.

“Cuando lo pienso ahora, el poder que tenía a los 16, 17 18, me da miedo”, dijo.

Abu Sarah estaba a cargo de escribir panfletos políticos para su distribución, tarea que consideraba “super peligrosa” dado que podía llevarlo a prisión por seis meses. Cuando sus padres descubrieron su labor política, su padre dejó en claro las posibles consecuencias si  era capturado por el ejército de Israel. “Mi padre decía: no a la violencia. No  confíen en nadie”, recordaba Abu Sarah. “Mi padre no confía en nadie. Tenia la seguridad que, siempre, había alguien  escuchándolo. Las personas, de la edad de mi padre, son más precavidas. Alguien puede estar disparando fuera de su casa y dirá: ´Todo está bien´.

Cuando Abu Sarah se graduó del secundario podía haber ido a trabajar para Fatah en la AP, en un empleo de tipo “callejón sin salida”. Pero no lo hizo. En su lugar, decidió estudiar hebreo. Se anotó en un ulpan  (curso de lengua hebrea) de Jerusalén, donde había más judíos de los que alguna vez había conocido nunca.  La experiencia le cambió la vida.

“La primera semana fue mala. Me sentía fuera de lugar”, dijo. “Pero tuve los profesores más sorprendentes y uno fue más allá de lo increíble. Era de izquierda. Hizo declaraciones que fueron, para mi,  conmovedoras como que Arafat es como Ben Gurion. Esa docente  permitía cosas que,  pienso,  otros no hubiesen hecho.

Como resultado del ulpan, Abu Sarah terminó pasando mucho - de sus tempranos años de juventud-  forzándose a mirar hacia otros costados de la situación que había creado en su realidad propia. Visitó Yad Vashem para aprender sobre el Holocausto (“Pensé que no me dejarían entrar”) y asistí al Christian Bible College (“que era experto mesiánico”) a fin de comprender diferentes perspectivas sobre el conflicto israelí y palestino. Para la época de la segunda intifada,  comenzada en 2000, Abu Sarah ya tenia  una real amistad con judíos.

“En algún punto, etiquetar las cosas no me seducía”, dijo. “Algunos de mis mejores amigos eran judíos. Otros, cristianos y no me importa”.

Al comenzar el curso de su primera compañía de turismo, Abu Sarah se reunió con Rabbi Marc Gopin de George Mason University y se asociaron en la labor de “resolución del conflicto”. Ahora es director ejecutivo de George Mason University´s Center for World Religions, Diplomacy and Conflict Resolution.

Abu Sarah coordina los esfuerzos grupales en países islámicos, incluyendo Afganistán y Siria. Trabaja  desde su casa, en Virgina dividiendo su tiempo entre Israel y EEUU  y dice que el proyecto le ofreció una perspectiva nueva sobre la situación israelí.

“Cuando uno ve otros conflictos, ve que el propio no es el peor”, dijo. “Eso me dio esperanza”.

Él, Gopin y otro socio, Scott Cooper, rehicieron la compañía de turismo existente de Abu Sarah y la convirtieron en MEJDI Tours.

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Su objetivo es crear encuentros alternativos, para turistas que vienen de Israel, ofreciendo a grupos cristianos o musulmanes la oportunidad de conocer judíos; se pueden reunir en una cena de Shabat,  o conocer al Alcalde de Efrat, asentamiento judío en la Margen Occidental. Un grupo judío podría terminar visitando un campo de refugiados palestinos o conocer a un grupo de artistas árabes.

La compañía además está asociada con National Geographic Expeditions, la única empresa de turismo que lo hace en Israel. “Es redefinir el turismo”, dijo Abu Sarah. “No se trata solo de los lugares  sino de usar la cultura como puente, entenderla y permitir que tenga un impacto. Si uno lo obtiene eso, no tiene sentido viajar”.

Al acercarse la conferencia Limmud a su fin, Abu Sarah estaba listo para dirigirse de regreso a Israel, al hogar actual de sus padres, en Jerusalén.  Sus progenitores  se mudaron  cuando Abu Sarah tenía 16 y tratando de obtener un documento de identidad israelí, que no estaba disponible para los palestinos que vivían fuera de Jerusalén.

Finalizamos nuestra conversación en un vestíbulo, justo antes que Abu Sarah comenzara una conferencia programada acerca de Siria y el grupo terrorista del Estado Islámico. Me  contó sobre su episodio de cáncer de tiroides (2010), cuando fue tratado por médicos palestinos y judíos en el Hospital Hadassah. Eso le recordó que la gente puede dejar de mirar las otras identidades cuando es irrelevante a la cuestión en juego.  “Así es como es para la mayoría de las personas”, dijo. “Y así es como podemos superar esta enemistad”.

Fuente: The Times of Israel/ 12 de enero, 2015

Referencia:CIDIPAL
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Seis momentos claves de la historia de los judíos en Francia



seis momentos claves
Un miembro de la comunidad judía francesa tiene una señal durante un mitin
en Jerusalén el 11 de enero de 2015, para demostrar el apoyo de Jerusalén
para Francia y la comunidad judía. Gali Tibbon-AFP / Getty


Por Noah Rayman

Comprender cómo la historia modeló a la comunidad judía de Francia, desde la Revolución Francesa hasta la actualidad

El mortal ataque a un supermercado kosher en Paris, el viernes pasado,  confirmó los temores de muchos judíos - franceses que el antisemitismo es una amenaza, persistente y creciente, en Francia. Ya, miles de judíos partieron hacia Israel, como consecuencia del disparo, en 2012, a una escuela judía y el ataque, el año pasado, al Museo Judío en Bélgica.

La historia de la comunidad judía en Francia, de alguna manera, fue  modelada por el antisemitismo pero, además, por el tipo de apoyo que se recibió, la comunidad judía,  durante el fin de semana. El PM Manuel Valls declaró que: “Francia sin judíos, no es Francia” y una cantidad estimada en 3.7 millones de personas tomaron las calles, en solidaridad con las víctimas de la violencia del último fin de semana.

La comunidad judía en Francia “no está, como pensábamos,  aislada”, dijo el Rabino Principal francés Haim Korsia, luego de la marcha. “Durante meses, nos preguntamos  dónde está Francia? Hoy vimos a Francia, y la Francia que vimos era la viva imagen de las descripciones bíblicas de Jerusalén, donde los hermanos estaban unidos”.

Para aprender más sobre la situación por la que transita la población judía de Francia, TIME habló con Maud S. Mandel, Decana del College en la Brown University y autora de Muslims and Jews in France: History of a Conflict.

Aquí hay una mirada a algunos de los periodos clave que modelaron la historia de los judíos franceses:

    1. La Revolución Francesa 
Después de dos años de la Revolución (1791), Francia se convirtió en el primer país en la Europa moderna en otorgar a los judíos derechos iguales bajo la ley, estableciendo un precedente para Francia y un nuevo estándar para Europa,  en su totalidad. En esa época, había unos 40.000 judíos en Francia, viviendo, principalmente,  en la región oriental del país: Alsacia – Lorena, pero el proceso de la emancipación judía - que comenzó, en gran medida, con la Revolución tendría impacto duradero.

    2. Napoleón y el Gran Sanhedrín
La cuestión de si y cómo integrar a la comunidad judía a la sociedad francesa- problema conocido  como “la cuestión judía”-  persistió luego de la Revolución y el surgimiento de Napoleón Bonaparte, quien fue nombrado Emperador francés, en 1804. “La esperanza de los filósofos ilustrados y revolucionarios, que apoyaban la emancipación judía, fue que los judíos se integrarían al Estado como cualquier otro y que sus diferencias disminuirían”, dice Mandel. “Napoleón creía que tal cambio no estaba sucediendo lo suficientemente rápido, que los judíos no estaban mezclándose con las poblaciones de su alrededor”.

En 1806 Napoleón reunió a una asamblea de importantes líderes de la comunidad judía para aclarar sus lealtades políticas y religiosas. Un año después, los líderes religiosos se reunieron para lo que se llamó el Gran Sanhedrín, nombre de la Corte Suprema  judía en el antiguo Israel, para ratificar las declaraciones de la Asamblea. A través de este proceso, Napoleón  preguntó si las lealtades de los judíos franceses yacían sobre la comunidad judía o en la sociedad en general, dice Mandel. “Ese fue un gran momento.  Fue  en ese momento del  teatro político cuando los judíos se declararon a sí mismos como –primero y principal- ciudadanos franceses, y esa era su principal lealtad política”, dice. “Y luego, durante un periodo que llevó décadas, las sucesivas generaciones de judíos se integraron,  de manera más completa,  porque ya eran ciudadanos”.

    3. El Caso Dreyfus   
La suposición que los judíos se habían convertido en parte integral de la sociedad francesa fue sacudida a fines del siglo XIX. En 1894, el Capitán Alfred Dreyfus, que era judío, fue condenado de espiar para Alemania, generando un escándalo que duró una década. Dreyfus fue exonerado pero,  el periodo,  fue marcado por disturbios  y  prensa antisemita- así como también  por defensores no - judíos de Dreyfus.

Los judíos de Francia interpretaron el caso Dreyfus de diferentes maneras, de acuerdo con Mandel. Para algunos, la exoneración de Dreyfus representaba el triunfo de los valores republicanos franceses sobre la discriminación y la xenofobia. “Para muchos franceses judíos fue un signo que, el Estado,  podría apoyar la justicia y la inclusión”, dice Mandel. Pero, para otros, el escándalo fue la prueba que el antisemitismo era endémico a Europa. Una de las personas que sintió de esa manera fue el periodista austro-húngaro que informaba desde Paris, Theodor Hertzl- el hombre que fundaría el moderno movimiento sionista.

    4. El Holocausto   
La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto devastador en los judíos en Francia, como en todas las comunidades judías  a través de Europa. Incluso antes de la guerra, el influjo de refugiados judíos e inmigrantes, de Alemania y Europa oriental, dispararon una reacción antisemita. (Al final del siglo, había alrededor de 80.000 judíos en Francia; hacia 1939, 300.000). Como consecuencia de la invasión alemana, el recien instalado gobierno de Vichy ayudó, de manera voluntaria, a los nazis a reunir a los judíos en Francia, en particular a partir de las recientes comunidades de inmigrantes.  Fue una mancha en la historia francesa con trágicas repercusiones: hacia el fin de la guerra, más de 70.000 judíos fueron deportados de Francia, de los cuales solo unos  2500 sobrevivirían.

Por otra parte, el alto número de judíos en Francia que sobrevivió la guerra habló de la renuencia del pueblo a participar en la deportación nazi. “De los judíos que sobrevivieron muchos les deben sus vidas a ciudadanos franceses que los escondieron, de los oficiales, hasta el hecho mismo  que eran franceses y tenían toda clase de conexiones  en la sociedad francesa, que les permitía evitar el peor resultado”, dice Mandel. “Eso no significó que no perdieran sus propiedades  y sufrieran grandes pérdidas y dificultades durante el periodo de la II Guerra Mundial. Pienso que en eso se ve la tensión en la historia francesa”.

    5.Inmigración judía de África del Norte
En las décadas que siguieron a la Guerra, como Francia se retiró de Argelia, Túnez y Marruecos, grandes poblaciones de judíos de esos países huyeron. Muchos partieron hacia el reciente establecido Estado de Israel, pero otros fueron a Francia. La inmigración del norte fue más pronunciada en Argelia, donde la gente ya tenía ciudadanía francesa por el status especial de Argelia como colonia francesa; el 90 % de los judíos argelinos se dirigió hacia Francia. El influjo de África del Norte duplicó la población judía en Francia e introdujo nuevas costumbres a la cada vez más diversa comunidad judía. Los judíos de África del Norte estaban más deseosos que sus predecesores en Francia de comprometerse en política a través de las líneas étnicas, saliendo en fuerte apoyo a Israel durante la Guerra de los Seis Días.

“Desde esa época, la comunidad judía fue  mucho más visible en el apoyo a Israel”, dice Mandel. “Además, estuvo  más cómoda expresando una política étnica dentro de la corriente principal del discurso político francés”.

    6. Tensiones judeo-musulmanas   
La llegada de judíos del Norte de África coincidió con un influjo masivo de trabajadores inmigrantes musulmanes, también en gran parte del norte de África. Mientras que había choques ocasionales entre esas dos poblaciones de inmigrantes, los inmigrantes judíos y musulmanes siempre vivieron, uno al lado del otro, durante  los primeros años. Al comenzar los años 1980,  las tensiones comenzaron a surgir, en especial  cuando el Estado fracasó de integrar, por completo, a la comunidad musulmana dentro de la sociedad francesa. “La diferencia fue visible, y causó resentimiento e interfirió con su capacidad de trabajar, en conjunto,  debido a que las necesidades de ambas comunidades eran tan diferentes”, expresa Mandel. Esas tensiones fueron solo intensificadas por el actual conflicto palestino israelí.

Mandel distingue entre las tensiones persistentes y los ataques de alto perfil contra judíos, que alimentaron temores de escalada de antisemitismo desde los años 2000. Esos, dice Mandel, están ligados al terrorismo islámico global. “Quiero ser  clara:  ese fenómeno no se ejecuta a través de la gran y diversa población musulmana de Francia”, sostiene. “Se trata de un elemento marginal”.

Mientras tanto, los judíos franceses- la tercera población judía más grande en el mundo, luego de EEUU e Israel- están más integrados a la sociedad francesas que nunca antes, dice Mandel. “La trágica ironía es que, en este mismo momento en que hablamos sobre la mayor espina de antisemitismo en Europa desde la II Guerra Mundial”, dice, “es  un momento en que podemos destacar los modos en los que las formas anteriores del antisemitismo disminuyeron, de manera significativa”.

Referencia:Cidipal
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18 de enero de 2015

¿Quién en Francia gritará, "Yo soy judío"? - Sefy Hendler - Haaretz





El silencio descendió sobre París en la víspera de Shabat, después de que los ecos de los disparos en el norte y el este de la ciudad se calmaran, pero ya no había luz. En cambio, el silencio era espeso y gravoso.

El miércoles por la noche, después de la masacre en las oficinas de la revista satírica Charlie Hebdo, decenas de miles de franceses salieron a las calles. Ellos cantaron "La Marsellesa" en voz alta y agitaron sus lápices hacia el cielo. Por un momento parecía como si las 12 víctimas de la ola de asesinatos cometidos por Cherif y Said Kouachi hubieran despertado a Francia de su profundo sueño.

No había solamente personas con raíces cristianas entre las víctimas, sino también judías por nacimiento, como el dibujante Georges Wolinski, y musulmanes como Ahmed Merabet, el policía que fue asesinado a sangre fría mientras yacía tumbado en la acera.

La República fue tocada por esta variedad de víctimas, orgullosa como está de permanecer ciega a la fe religiosa y al origen étnico. El dolor era profundo y auténtico, y unido al de todo un país que cree en una justicia a la manera de Francia, basada en la "libertad, igualdad y fraternidad".

El viernes por la tarde, cuando sus hijos se estaban mintiendo entre sí, Francia no salió a la calle. Miles de velas no ardían delante de los huérfanos del supermercado kosher Hyper Cacher. Tal vez fue el shock, tal vez el miedo, tal vez un número infinito de otras razones. Pero después de los asesinatos de Yoav Hattab, Philippe Braham, Yohan Cohen y François-Michel Saada, Francia se quedó en casa.

Sin dudarlo, el presidente francés François Hollande y el primer ministro Manuel Valls dijeron las palabras adecuadas, como lo han venido haciendo desde hace mucho tiempo. La policía, que actuó con valentía y con claro peligro de su propia vida, intensificaron la protección de la comunidad judía. Pero la gran mayoría de "los hijos de la patria", tal como les llama la "Marsellesa", se quedó en casa.

Las manifestaciones que tuvieron lugar ayer en todo el país fueron, en primer lugar, manifestaciones bajo la bandera de la libertad de expresión y de Charlie Hebdo. Sólo unos pocos miles acudieron a la manifestación organizada por una organización que agrupa a la comunidad judía francesa, frente al supermercado kosher donde ocurrieron los asesinatos, pero no eran decenas de miles de personas.

Las redes sociales - una herramienta tan poderosa en el psicodrama de esta semana - no se inundaron con una ola de apoyo similar a la que llenó Facebook y Twitter después del ataque asesino del miércoles.

El miércoles por la noche, toda Francia declaró "Yo soy Charlie", en lo que se convirtió en el símbolo de la resistencia a la barbarie, de París a Nueva York. El viernes por la noche, no hubo una ola similar de declaraciones diciendo "Yo soy judío", a pesar de que los ciudadanos que se encontraban en el supermercado fueron asesinados simplemente porque estaban en un lugar que simbolizaba su estilo de vida judía.

Hubo, por supuesto, bastante franceses no judíos que escribieron en Twitter o en su muro de Facebook "Je suis Juif", pero se trataba de una gota en el mar en comparación con el tsunami de mensajes que generó "Je suis Charlie" e inundo el discurso público. Esta brecha es difícil de explicar.

El futuro de Francia se decidirá en los próximos días, semanas y meses. La decisión se tomará en ese triángulo cuya existencia no quiere reconocer las élites gobernantes de Francia,  la trinidad religiosa: católicos ("franceses de origen", como se les conocía comúnmente en la era anterior a la corrección política); musulmanes ("los hijos de los inmigrantes", como se les conoce - todavía - en Francia); y judíos ("los hijos de la fe de Moisés", como se les llamaba en la época de Napoleón Bonaparte).

Si estos tres, evidentemente desiguales, lados del triángulo producen una voz auténtica, mutua, es posible que Francia aún tenga un futuro como país con un mensaje universal, para toda la humanidad, como el que ha tratado de enviar desde los tiempos de la Revolución Francesa .

Sin embargo, si el proceso de desintegración violenta en que vive inmersa continúa, el triángulo se derrumbará. Los judíos se irán, algunos a Israel y los otros a Canada o los Estados Unidos; más musulmanes serán absorbidos por el extremismo, en el más terrible de los casos, o en la apatía de cara al extremismo, en el peor de los casos; y más y más población francesa de "origen" será empujada a los brazos del Frente Nacional de Marine Le Pen, quien no tiene una solución práctica al caos actual.

En la Francia ilustrada que Émile Zola defendió hace más de 100 años, sus dos objetivos eran en realidad uno: igualdad de derechos para los judíos y libertad de expresión. En un artículo publicado en mayo de 1896 en Le Figaro, titulado "En defensa de los judíos", incluso antes de que el caso Dreyfus explotara, Zola escribió: "Mientras tratamos de traer la paz, un puñado de locos, idiotas e intrigantes de entre nosotros gritan cada día: 'Muerte a los judíos. Masacrad y exterminad a los judíos. Traer de vuelta las hogueras y las dragonadas (políticas represivas y los abusos cometidos por las fuerzas reales de Luis XIV' . No hay nada más estúpido que esto, nada más repugnante".

Cuando un millón, tal vez incluso dos millones, de franceses salgan a las calles para protestar y proteger la libertad de expresión de los locos del extremismo islámico, estas palabras de Zola no deben ser olvidadas. El otro lado de la ecuación no se puede olvidar. Las balas disparadas en las oficinas de la revista terminaron su camino en el supermercado kosher, y esto estaba lejos de ser una coincidencia.

Más que en cualquier otro momento de su historia, el destino de Francia está entrelazado con el destino de sus judíos. Y si los pierde, tarde o temprano también se perderá.

Referencia:Safed-Tzfat
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Tragedia en Francia: Las razones de la sin razón


por Ricardo Angoso

Algo estamos haciendo mal en Europa. En nombre de los valores y libertades del hombre, que están inspirados en esos principios eternos de Libertad, Igualdad y Fraternidad, se ha permitido que una bestia irracional, criminal e incluso salvaje se haya instalado en el corazón del continente. Demasiada tolerancia hacia los bárbaros y demasiado tarde para comprender el problema. Y es que, como decía el general Douglas MacArthur, "la Historia de los fracasos de la guerra se puede resumir en dos palabras: Demasiado tarde. Demasiado tarde para comprender el letal peligro. Demasiado tarde para colocar todos los recursos disponibles para enfrentar ese peligro. Demasiado tarde para ponernos al lado de nuestros amigos.”

Hace tiempo que debíamos de haber comprendido que la bestia que ayer se manifestó en París, de una forma brutal e inhumana asesinando a doce inocentes, se estaba incubando en el interior de nuestras ciudades. Unas políticas migratorias absolutamente erráticas y sin ningún control abrieron  las puertas del continente a gentes sin escrúpulos, bárbaros sin principios y claramente contrarios a nuestro sistema de valores. Llegaron  muchos con buenas intenciones, pero también llegaron seres mezquinos y enemigos de la democracia. En las mezquitas de Europa, como ocurría en Londres, París, Madrid y Roma, algunos imanes llamaban a la guerra santa impunemente y reclutaban a hombres y mujeres para la yihad, es decir, para hoy ejecutar estos crímenes que estamos viendo en las pantallas de nuestros televisores. Era una obligación sagrada para ellos, una simple bestialidad para nosotros.

Nada de lo que está ocurriendo es ajeno a nuestra desidia y falta de interés por combatir la intolerancia y la brutalidad de unos grupos que actuaban con absoluta impunidad. Ya en la guerra de Bosnia y Herzegovina (1992-1995) contemplamos horrorizados como se reclutaban a yihadistas para combatir a los serbios y los croatas, ambos pueblos cristianos, y para expandir el Islam en el corazón de los Balcanes.

Los mismos grupos, la misma barbarie que llevó a un grupo de jóvenes musulmanes parisinos a asesinar a un joven judío, Ilam Halimi, tras torturarlo durante días ante el silencio cómplice de una sociedad que tenía que haber reaccionado de una forma más rotunda y contundente. No lo hizo y ahora estamos pagando las consecuencias. Habrá un Islam de paz y concordia, pero no es el que se está difundiendo hoy en día en las mezquitas y centros musulmanes de Europa.

ES HORA DE HACER ALGO, DE ACTUAR Y DECIR LA VERDAD

Hace falta un mayor control policial de estas mezquitas, crear mecanismos de expulsión rápida de los que propagan estas ideas que hacen apología del terrorismo en su forma más inhumana y también, por supuesto, prohibir cualquier forma de propaganda radical islámica y poner a buen recaudo, quiero decir en la cárcel, a los más activos miembros de estos hordas de fanáticos. Es hora de actuar, de luchar, de decir la verdad y hacer algo.

Si seguimos así, presas de esta pusilanimidad y de no decir a las cosas por su nombre, nos volverán a atacar y la civilización occidental, basada en el respeto al diferente y la pluralidad social y política dentro de las reglas de juego democrático, acabará sucumbiendo y se derrumbará para siempre  dejando libre el camino al totalitarismo y el despotismo. La defensa del Estado de Derecho, ese logro de la civilización en donde la Ley prima sobre la fuerza bruta, es absolutamente compatible con la pluralidad religiosa, pero siempre desde el respeto al otro y a las ideas nuestros vecinos.

NO ES UN FENÓMENO NUEVO NI AJENO A OCCIDENTE

Lo que ha ocurrido en París no es nada nuevo. Estos vengadores de Alá llevan conviviendo codo a codo con nosotros en nuestras escuelas, centros de trabajo y también en las calles; son las mismas alimañas que mataron al holandés Theo Van Gogh, simplemente porque les desafió con sus ideas y películas, y los mismos descerebrados que ya atacaron al periódico danés "Jyllands-Posten". No aceptan nuestras libertades ni nuestro modo de vida; luchan por destruir ambas cosas y quizá, fruto de nuestra infinita cobardía, lo acaben consiguiendo.

Las doce víctimas de París son unas más a unir a la larga lista de horrores. La intolerancia del Islam más radical hacia el no creyente se extiende por el mundo y la geografía del mal es muy amplia. En Argelia ya el Frente Islámico de Salvación (FIS) ha asesinado centenares de extranjeros que trabajaban allí, ha asesinado a sacerdotes y ha degollado a inocentes por el simple hecho de no ser musulmanes. Lo mismo podemos ver en otras latitudes, donde los cristianos son perseguidos, tal como ocurre en Egipto, Nigeria, Somalia, Siria e Irak. Estas semillas del odio y del terror se están expandiendo por todo el mundo.

Hasta Estados Unidos han llegado con ese rencor intenso de la mano de esos refugiados chechenos que perpetraron en su día la matanza de Boston durante un acontecimiento deportivo. ¿Cómo fue posible que un joven casi adolescente, Djokhar Tsarnaev, fuera capaz de participar de un acto deplorable y deleznable? Muy fácil: las redes sociales están llenas de esta propaganda criminal y en muchos centros religiosos se infunde este discurso demencial e intolerante que apela a la lucha armada y a la eliminación física del que no comulgue con sus ideas. La misma madre del terrorista, un ser lleno de  ira, locura, odio y resentimiento hacia todo lo que fuera algo distinto de su versión dogmática y fundamentalista del Islam, era presa de esas ideas si es que se le pueden dar ese nombre a semejantes aberraciones. Por no hablar de los iluminados del Estado Islámico, ISIS, esos "humanistas" que han decapitado en los últimos meses a todos aquellos no musulmanes que se encuentran en su camino hacia Bagdad, entre los que destacan periodistas occidentales, kurdos, cristianos iraquíes, mujeres liberales e incluso niños.

Desde la condena más rotunda de este atentado, que vuelve a poner encima la necesidad de vertebrar y articular mecanismos que permitan defender desde la Ley a nuestros sistemas democráticos frente a estas nuevas "maldiciones", hay que reconsiderar muy seriamente los peligros que bajo el paraguas democrático se guarnecen y desde la legalidad trabajan para subvertir nuestro orden político. Hace setenta años terminó la Segunda Guerra Mundial, en la que el mundo quedo aterrado al descubrir el Holocausto y el exterminio de millones de seres humanos -judíos, homosexuales, gitanos, rusos y un sinfín de nacionalidades y condiciones- a manos de los nazis. Sirva el recuerdo de las víctimas de hoy para poner sobre la mesa que las amenazas contra nuestras democracias siguen intactas y que debemos estar alerta. ¿Estaremos a tiempo?

Referencia:El Blog de Montaner
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Francia.Nota de opinión por Marcos Aguinis





El escritor argentino Marcos Aguinis (foto) se refirió a los recientes atentados en Francia y al “totalitarismo islamista” en general en una entrevista con Marcelo Longobardi en su programa Cada mañana, de Radio Mitre:

Estoy preocupado, consternado, afligido y también diría dolido por la dificultad que tiene la comunidad humana para aprender de su propia historia, una historia que no es tan lejana.

Por supuesto que mucha gente no ha vivido el nazismo, pero en esa época también se decía “pero”.

Después de la Primera Guerra Mundial se tomaron medidas muy discriminatorias y equivocadas contra Alemania, pero eso no justificaba la monstruosidad que fue el nazismo.

Y también hubo un dirigente que pensaba que la única forma de resolver el nazismo era haciendo concesiones, tranquilizándolo: ‘Pobrecitos, los nazis representan a un pueblo alemán maltratado y humillado después de la Primera Guerra Mundial; hay que darles un poquito de lo que piden y la cosa va a ir bien’.

Entonces, (el primer ministro británico, Neville) Chamberlain le dio todo lo que pedía (el dictador nazi, Adolf) Hitler y volvió haciendo la V de la victoria y diciendo: ‘He conseguido una paz por cien años’; por supuesto, ni seis meses duró.

Esto la gente lo olvida de una manera espantosa porque ignora lo que está ocurriendo y lo concede al contexto, como ocurrió aquí, algo que es realmente grave.

Todos los crímenes tienen un contexto y todo criminal tiene un contexto: fue abusado, mal criado, mal entrenado o tiene alguna alteración cerebral, lo cual no es su culpa, pero ello no significa que la sociedad deje de manejarse con leyes que aseguren la fraternidad, la justicia y la vida.

El islam ha sido asaltado por una ideología fanática totalitaria en el año 1928, cuando se fundó la Hermanad Musulmana (en Egipto).

A partir de ese momento se divide la religión islámica del islam, que como toda religión tiene aspectos sublimes y otros no tanto.

El cristianismo ha tenido la Inquisición y en el Antiguo Testamente hay aspectos horrendos.

El islam también tiene aspectos horrendos, pero junto con eso hay aspectos sublimes; por ejemplo, cada una de las suras (capítulos) del Corán empieza con ‘En nombre de Alá, misericordioso y clemente...”.

Entonces hay que aplicar la clemencia y la misericordia, pero entrar a una escuela de Pakistán y asesinar a decenas de niños no habla de clemencia ni de misericordia, habla de atrocidad y de la fascinación que produce el cometer un crimen.

Las víctimas son todas las que están bajo la bota implacable de este totalitarismo, y en primer lugar hay miles de millones de musulmanes que están sometidos a una tiranía y un terror que les impide crecer, pensar y expresarse libremente.

No olviden la cantidad de mujeres musulmanas que son obligadas a cubrirse el rostro como si fuera la expresión de un monstruo, o las miles de niñas abusadas a partir de los 6 años porque existe la leyenda de que Mahoma se prendió de una pequeña de esa edad llamada Aisha.

Estas cosas no podemos dejar de repudiarlas, pero al mismo tiempo tenemos que ayudar a los buenos musulmanes, a los simples creyentes que se basan en las partes positivas.

Hay gente muy ignorante que no sabe lo que es la Hermandad Musulmana, ni conoce sus textos, ni la Carta Fundacional de (la organización terrorista palestina) Hamas, que eriza los pelos: declara la guerra al mundo e insiste con que prefieren la muerte a la vida y que todo asesino que grita el nombre de Alá al matar se convierte en un mártir y merece ser recordado con veneración.

Todo esto es muy grave y para combatirlo no alcanza con largar unas cuantas bombas, tiene que haber un acuerdo mundial por el cual los países que están financiando a los movimientos terroristas pongan las cartas sobre la mesa.

Qatar es una de sus grandes fuentes financieras y la gente viaja y se divierte en esa especie de Disneyworld de Medio Oriente que han armado allá gracias al petróleo que, por supuesto, consume Occidente.

Ello tiene que enfrentarse de una forma clara y con firmeza, y todos aquellos que lo niegan y tratan de aminorar hablando de contextos o usando la palabra ‘pero’ deben ser descalificados como Chamberlain y considerados traidores a la civilización, la paz, la hermandad y el progreso.

Ésos son los verdaderos reaccionarios de nuestro tiempo.

Los regímenes totalitarios se han caracterizado por “zoologizar” al enemigo: los nazis les decían “ratas” y “cucarachas” a los judíos; quitarles la condición humana hacía más fácil y aceptable el matarlos.

Tenemos que levantarnos con furia contra todo esto y contestar sin temor porque una de las características del terrorismo es que precisamente usa el terror y el miedo para enmudecer al opositor o al que piensa de otra forma.

Chamberlain tenía miedo y por eso cayó de rodillas ante Hitler; (su sucesor, Winston) Churchill no, a pesar de sentir que todavía estaba débil desde el punto de vista de la defensa de Gran Bretaña, y entonces dijo: “Con lágrimas y sangre combatiremos al enemigo”, y así fue…

El otro día escuché una frase, que no es del todo exacta, pero ilustra bastante: “Nuestros abuelos lucharon contra el totalitarismo nazi, nuestros padres lucharon contra el totalitarismo comunista y a nosotros ahora nos toca luchar contra el totalitarismo islamista”.

Son totalitarismos y con ellos no hay forma de conseguir la paz o algún arreglo porque lo conciben como que se quedan con el cien por ciento y lo que queda es para el resto…

Referencia:Iton Gadol
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De la masacre a la cultura: Comprender el actual mundo árabe y musulmán





Por: Y. Carmon*

Durante cinco años consecutivos, el mundo árabe y musulmán ha descendido hacia el caos. Tormentas de violencia y asesinatos en masa han envuelto a la región, desmantelando de manera efectiva su estructura fundamental. Numerosos países se han desintegrado, causando el desplazamiento de millones de personas. Informes e imágenes de la devastada región por la guerra parecen haber sido tomadas directamente de la Segunda Guerra Mundial. Como si esto fuera poco, el 2014 fue testigo de la aparición de un fenómeno nuevo y horripilante, el Estado Islámico, cuyas creencias y conducta salvaje emanan del siglo séptimo.

Lo que es aún más desconcertante es el hecho de que todo esto surgió luego de un período prometedor de progreso - la Primavera Árabe - que personificó una lucha por la dignidad humana fundamental. Ciudadanos de todas las religiones y etnias, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos se reunieron en una lucha colectiva para crear un futuro libre y democrático. Sin embargo, esta expresión heroica de la unidad humana degeneró en una fragmentación total de las naciones y estados en los que los grupos regionales, étnicos y religiosos se enfrentaron entre sí en una guerra. ¿Cómo se explica esta contradicción?

Este artículo tratara de dar sentido a aquello que parece ser tan confuso sobre el mundo árabe y musulmán, e incluso predecir eventos futuros, en cierta medida predecibles, mediante el examen de estos a través de una perspectiva histórica. La evolución de Europa de las masacres a la cultura a través del último milenio puede servir de modelo para ayudar a explicar los acontecimientos actuales en la región, evaluar los posibles desarrollos futuros, y también aclarar lo que no puede suceder.

Este artículo no es un intento de predecir el futuro. Más bien, pretende mostrar una evolución probable basada en el precedente histórico establecido por la historia europea. Más importante, este artículo tratará de responder las preguntas críticas y urgentes actuales con lo que los responsables en materia política en Occidente están luchando: ¿cuánto tiempo tardará este proceso para que concluya, y que pueden hacer los países occidentales para impactarla de una manera significativa y positiva?

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Editado por: A. Braunstein

Histórico Déjà Vu

Los actuales acontecimientos que tienen lugar en el mundo árabe y musulmán poseen paralelismos con eventos que han sucedido antes, en otro tiempo y lugar. La historia de Europa a lo largo del último milenio, que ya ha presenciado este tipo de eventos, puede ayudar a dilucidar y explicar la región tal como lo es hoy.

La historia de Europa ofrecerá cuatro puntos claves. Primero, nos permitirá diagnosticar con precisión los acontecimientos actuales en la región y argumentará que el caos actual significa un proceso histórico con un resultado final que pudiera ser positivo. Sin embargo, antes de cualquier resultado, habrá inevitables altibajos, tal y como ocurrió en Europa: períodos de progreso humano intercalados con períodos de guerras devastadoras.

En segundo lugar, nos dará un marco de tiempo para la conclusión de este proceso histórico: al igual que en el caso de Europa, la conclusión tomará cientos de años. No puede haber atajos en la historia: el desarrollo humano, al igual que el conductor de este proceso, no puede apresurársele.

En tercer lugar, nos permitirá comprender mejor los fenómenos específicos dentro de un proceso histórico más amplio, es tal como la contradicción entre la promesa de la Primavera Árabe y la violencia y el caos que siguió a esta.

Finalmente, la historia europea mostrará cómo el libre albedrío, un pilar del progreso humano, puede convertirse en una fuerza destructiva cuando no es refrenado por valores como la igualdad, la convivencia, la tolerancia, la autodeterminación y los derechos humanos.

Europa y el mundo árabe y musulmán - Paralelos Históricos

El mundo árabe y musulmán, al igual que Europa, experimento siglos de estructuras políticas autoritarias en que pueblos, religiones, grupos étnicos, y vastas regiones de tierras fueron unidos por la fuerza en imperios. Esos imperios, que comenzaron con el surgimiento del Islam en el siglo séptimo, fueron luego reemplazados primero por el colonialismo europeo, que reestructuró la región políticamente, y luego por el nacionalismo árabe (y otras formas de nacionalismo en las partes no árabes del mundo musulmán) - todo lo cual mantuvo las forzadas, estructuras políticas artificiales unificadas por el poder de la espada. Ahora, al igual que Europa ante esta, el mundo árabe y musulmán está experimentando la sangrienta fragmentación de los últimos imperios autoritarios en entidades independientes basadas en identidades e intereses distintos.

La Revolución Francesa provee una explicación a la pregunta antes mencionada: ¿cómo puede explicarse la contradicción entre la Primavera Árabe y todo lo que allí siguió? Un fenómeno paralelo ya sucedió en Europa: la Revolución Francesa, en la que gente se levantó contra el dominio absoluto de los monarcas en una manifestación heroica del progreso humano, se deterioró inmediatamente en una fase de asesinatos masivos conocido como el Reinado del Terror, en el que aproximadamente 17.000 "enemigos de la revolución" fueron decapitados. Esto es similar a lo que está sucediendo ahora ante el albor de la Primavera Árabe, aunque el número de muertos, en la actualidad, no es tan alto como lo fue en Francia.

La transición de un régimen autoritario a un gobierno del pueblo en Europa tomó cientos de años. Por ejemplo, le tomó aproximadamente 800 años a Gran Bretaña progresar del mandato absoluto del rey, a la Carta Magna en el (1215), y finalmente a su democracia actual. Esto fue en gran parte el caso a través de toda Europa, donde las monarquías absolutas gradualmente realizaron una transición en monarquías constitucionales en donde el gobierno actual fue puesto en manos del pueblo. Las monarquías luego, fueron a menudo reducidas simplemente a símbolos del estado.

Libia y Egipto proveen ejemplos similares de este modelo. La transición de Libia comenzó con el derrocamiento del tirano Muammar Gaddafi. Poco después, sin embargo, la revolución se deterioró dentro de su propio "reino de terror", y continúa hoy sin un final a la vista. Similarmente en Egipto, el proceso se inició con la destitución del presidente y líder militar Hosni Mubarak, y continuó con la elección de un líder de la Hermandad Musulmana Mohamed Morsi. Sin embargo, Morsi fue rápidamente derrocado en un golpe militar apoyado por los mismos revolucionarios que hasta hace poco habían derrocado a Mubarak, luego de su intento por islamizar al país. Egipto se revierte ahora de nuevo en una lucha de poderes entre la Hermandad Musulmana y el anterior régimen militar - también sin final a la vista. Lo mismo aplica a Siria y Yemen, devastados por la lucha entre los rebeldes y los regímenes en el poder, y donde la transición a la democracia tomará de manera similar muchos años.

El único país en el mundo árabe y musulmán que ha completado con éxito esta transición, y en sólo cinco años es Túnez. Sin embargo, la experiencia de Túnez es una excepción debido al legado del legendario líder nacional Habib Bourqiba, quien lideró la lucha por la independencia y la secularidad. El nuevo líder Essebsi, fue ministro en el gabinete de Bourqiba, y continúa su legado. Aún así, el resultado de esta nueva democracia es incierto: los islamistas todavía pueden negar la derrota y revertir el progreso que se ha hecho, haciendo del país nada diferente de Libia o Egipto.

La idea de la autodeterminación nacional o étnica es otro paralelo que conecta al mundo árabe y musulmán moderno a la historia europea. Esta idea, que surgió del desarrollo socio-económico de comienzos del capitalismo, fue la base para la creación de muchos estados en Europa que nacieron a raíz de la caída de los imperios europeos. El Imperio español fue finalmente obligado a conceder la independencia a las tierras bajas de Holanda y Bélgica en el siglo 17; algunos de los estados balcánicos obtuvieron su independencia del Imperio Otomano como resultado de la caída del Califato de Turquía, en sí mismo el resultado de la llegada de la modernidad; y los imperios británico y francés ambos resistieron renunciar a las colonias que gobernaban, pero eventualmente tuvieron que concederle a las comunidades nacionales y en parte las comunidades religiosas que exigían independencia a través de la autodeterminación a mediados del siglo 20.

Numerosos grupos en el mundo árabe y musulmán están ahora luchando por su propia autodeterminación e independencia de sus conservadores, semi-feudales y parcialmente gobernantes pan-árabes. De hecho, se supone comúnmente que los próximos años serán testigos de la aparición de nuevos estados árabes y/o estados musulmanes de las cenizas de los antiguos regímenes: Libia, Yemen, Irak y Siria probablemente se dividirán en varias entidades políticas separadas.

Otro paralelismo es el principio de separación de la religión, en particular la ley religiosa, del estado. Este principio progresivo fue aprobado en Europa sólo después de cientos de años de lucha, que continuó hacia el siglo 20. En el mundo árabe y musulmán, esta lucha comenzó en Egipto en la década de 1950 con el golpe militar de los Oficiales Libres, liderado primero por Naguib y luego por Nasser, y fue sostenido por la oligarquía militar que ejecutó a líderes de la Hermandad Musulmana. Una Hermandad Musulmana renaciente, encabezada por Morsi, regreso al poder como resultado de la Primavera Árabe y trató de hacer cumplir la ley religiosa e instaurar una constitución basada en la religión. La posterior eliminación de Morsi por otro golpe militar, liderado por Sisi demostró que la batalla entre el ejército secular y la Hermandad Musulmana sobre el futuro de Egipto continúa haciendo estragos.

El paralelo más triste entre los acontecimientos en el mundo árabe y musulmán y la historia europea es el fenómeno de las guerras religiosas. La feroz y sangrienta guerra entre los católicos y los protestantes tiene muchas similitudes con la actual lucha entre sunitas y chiitas: la primera sólo concluyó siglos después de la Guerra de los 30 Años con la Paz de Westfalia (1648), y es poco probable que esta última concluirá en un corto período de tiempo.

Otros paralelos pueden encontrarse entre la historia a desarrollarse en el mundo árabe y musulmán y la historia de Europa respecto a otros valores como la igualdad de derechos para las minorías, los derechos de la mujer, el acomodo como medio de resolución de conflictos, etc. En Occidente, el aval de estos valores culminó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, a pesar de que la realización de estos ideales sigue siendo en gran medida un trabajo en progreso. El proceso paralelo en el mundo árabe y musulmán sólo ha comenzado.

Culminación del proceso - dudas y expectativas

El comienzo del siglo 21 fue testigo del ascenso de los pueblos en el mundo árabe y musulmán en contra de sus regímenes dictatoriales, comenzando así su propia marcha para unirse a la historia de las naciones libres. Aún así, hay quienes dudan que los pueblos de esta región sean capaces de seguir como otras naciones antes que ellos, optando por una unidad basada democráticamente para aplicar la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La actual violencia y el caos en la región parecen apoyar esas dudas. Sin embargo, los paralelos delineados aquí muestran que estas trampas son de esperarse: el proceso no concluirá sin períodos intermitentes de ese tipo de violencia y caos.

En contraste, otros creen que no sólo el mundo árabe y musulmán siguen el modelo europeo, pero que el proceso concluirá en un período de tiempo mucho más corto debido a los métodos modernos de comunicación. Estos métodos han liberado gente en la región de la ceguera que se les inflige sobre ellos principalmente por la censura y la propaganda de los regímenes dictatoriales, y como resultado, han luchado para derrocar a estos regímenes a fin de obtener su largamente buscada libertad. Sin embargo, las comunicaciones modernas se prestan tanto a ambos las fuerzas reformistas y destructivas en la región. De hecho, uno no puede imaginar el surgimiento y el poder del movimiento jihadista global y del Estado Islámico sin televisión vía satélite, Internet y los medios de comunicación sociales. Estas tecnologías también han mejorado la habilidad de cada grupo individual de luchar contra otros grupos por identidad, intereses, seguridad e independencia, lo que dificulta aún más el progreso en la región.

Aun así otros dan importancia al poder del Islam como un obstáculo al progreso en el mundo árabe y musulmán, y citan la llegada del Estado Islámico y la regresión gradual de Turquía del secularismo a un estado cada vez más religioso como ejemplos. Los estudiosos debaten si una reforma religiosa, similar a la Reforma en Europa, puede suceder en el Islam y acelerar el progreso en la región. Sin embargo, este debate trata de una cuestión teórica que puede no ser tan relevante: el progreso futuro puede ser determinado más por los musulmanes que abandonan la religión y por lo tanto disminuyen el papel del Islam que por tales cuestiones teóricas.

Conclusión

Una generación y media luego de la Segunda Guerra Mundial, la cual fue la peor guerra entre pueblos y naciones en la historia hasta hoy día, luego se produjo en Europa Occidental un período de sanación en la que esos mismos pueblos optaron por dejar de lado el pasado y crear el mercado europeo, priorizando por lo tanto la unidad sobre la fragmentación y la vida sobre la enemistad y la guerra. Posteriormente siguieron con la unidad política creando la Unión Europea, según el cual cada estado renunció ciertos elementos de soberanía en aras de una nueva entidad política, unida (aunque, ahí también, es un trabajo en progreso en lugar de un logro final). Sin embargo, el mundo árabe y musulmán está apenas comenzando su período paralelo de una feroz guerra interna; Por lo tanto se necesitarán muchos años para llegar a la creación de una entidad económica o política similar.

Observando la historia de Europa a través de los siglos, el reconocido intelectual árabe Hashem Saleh cuestionó en Asharq Al-Awsat el 10 de agosto, 2013 si pudiera haber algún acceso directo que perdonara al mundo árabe y musulmán su actual devastación. Este responde, dolorosamente en sentido negativo, y expresa el deseo hipotético de conciliar el sueño y despertar en los próximos años para ver a Siria como la actual Holanda. De esta manera, el mundo árabe y musulmán sería salvado de todo el sufrimiento que Europa soportó mientras se desarrolló en su estado actual. Por desgracia, no hay atajos en la historia; El proceso tardará el mismo tiempo necesario y será tan arduo para el mundo árabe y musulmán como lo fue para Europa.

La situación en la región empeorará - quizás mucho más - antes de mejorar. Uno puede entender la necesidad de los responsables en materia política occidentales de impactar este proceso de una manera significativa y urgente. Sin embargo, muy poco puede hacerse para cambiar el curso de la historia. No fue posible en la historia de Europa, y no es posible hoy. Ninguna política puede acortar el tiempo necesario para que este proceso concluya, ni siquiera en recurrir reconquistar el mundo árabe y musulmán ante el montaje del terrorismo en Occidente. Así que, ¿entonces, qué queda por hacer para los responsables en materia política occidentales? Estos pueden y están moralmente obligados a prepararse para las principales operaciones de rescate a fin de salvar a aquellos en peligro de aniquilación, tales como los cristianos en Irak y Siria, los kurdos, los yazidis, y muchos otros.

Sin embargo, la esperanza sigue siendo que, en un futuro previsible, el mundo árabe y musulmán se levantará de este período de violencia y caos - tal como lo hizo Europa - para formar los Estados Unidos en el mundo árabe y musulmán, u otra entidad política siguiendo el modelo de la Unión Europea, que hace suyos los valores humanísticos e ideales de las naciones libres y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

* Y. Carmon es Presidente y fundador del Instituto de Investigación de Medios del Medio Oriente Medio (MEMRI).

Referencia:MEMRI
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