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27 de agosto de 2014

¿Debe existir Israel?





Imagínese que alguien le sugiriese que leyera un libro en el que se analiza si Noruega o, si a eso vamos, Estados Unidos, debería existir. Usted se quedaría escandalizado o, al menos, sorprendido de que alguien quisiera cuestionar el derecho a existir de una nación soberana y miembro de Naciones Unidas. En el caso de Israel, sin embargo, plantear semejante cuestión no resultar inadmisible. En cualquier momento podemos oír hablar de conferencias o seminarios sobre el tema en alguna universidad norteamericana o de Europa Occidental (o incluso asistir a ellos).

Por tanto, no supone ninguna sorpresa que Michael Curtis, un distinguido estudioso y profesor emérito de la Rutgers University, haya dedicado un libro entero a analizar el tema y a refutar las tesis de quienes cuestionan el derecho a existir de Israel. El resultado es un ensayo magistral en el que las mejores herramientas de estudio se emplean al servicio de lo que es, a fin de cuentas, una cuestión moral de apoyo a Israel.

A primera vista, Israel podría considerarse una más de las típicas 150 naciones-Estado, más o menos, surgidas por todo el mundo tras la Segunda Guerra Mundial. Políticamente, es el fruto de una lucha de liberación frente a una potencia imperial; en este caso, Gran Bretaña. Territorialmente, está situada en un pedazo de una potencia colonial aún más antigua; en este caso, el Imperio Otomano. Legalmente, es una creación de las Naciones Unidas, que, como sucesoras del Mandato Británico en Palestina, refrendaron la creación del Estado judío.

Así pues, ¿por qué Israel debería ser elegido como objetivo de una campaña de vilipendio como raras veces se dirige hacia otra nación?

La respuesta, como Curtis demuestra de forma contundente, es que Israel es diferente.

Para empezar, es judío. Eso lo convierte en blanco de sentimientos y resentimientos antisemitas, profundamente arraigados en muchas sociedades occidentales y en algunas islámicas. En muchos países el antisemitismo ya no se considera una opinión más: es un crimen penado por la Ley. La forma de sortear ese obstáculo es airear los sentimientos antisemitas disfrazándolos de crítica a Israel como nación-Estado. Para hacer que esto resulte más apetitoso, se le añade algo de picante evocando los sufrimientos palestinos. Sin embargo, una vez se aparta ese aliño de quejas políticas contra Israel, lo que nos queda es el viejo y asqueroso odio a los judíos.

Luego tenemos el hecho de que Israel ha sido una isla de democracia en medio de regímenes autoritarios y totalitarios. El surgimiento de nuevas democracias en Oriente Medio bien podría cambiar el panorama político de la región.

Sin embargo, de momento, Israel, como democracia, sigue siendo una amenaza para los despotismos que aún predominan en la zona.

Y lo que es aún peor desde el punto de vista de sus detractores: Israel ha sido una avanzada del mundo democrático desde hace más de seis décadas. Es, en el sentido en el que Curtis considera al país, el clásico canario en la mina. Durante la Guerra Fría, el Estado judío actuó como vanguardia del mundo libre en una región de vital importancia estratégica para Estados Unidos y sus aliados.

Tras el fin de la Guerra Fría, Israel se encontró en la primera línea de la guerra global contra la yihad islámica en sus diversas formas. Eso, a su vez, suponía que los islamistas lo consideraran el archienemigo, al tiempo que se golpeaban el pecho por la ocupación de una parte de territorio islámico por una potencia infiel. Siglos de resentimiento por la pérdida de territorios islámicos en España, Rusia y la India, entre otros, se combinaban en una única pócima de odio y afán de venganza contra Israel.

Así, la misma existencia de Israel, como demuestra Curtis, ha llevado al surgimiento de una curiosa coalición en la que antisemitas tradicionales, estalinistas de la Guerra Fría, tontos útiles, partidarios de la hegemonía panárabe, antiamericanos de todos los pelajes y revanchistas islamistas se unen contra un enemigo común.

En Oriente Medio, como señala Kenneth Bialkin en su introducción al ensayo de Curtis, la historia “se está haciendo, pero sin instrucciones”. Cualquiera sabe lo que irá a surgir de la actual oleada de cambios revolucionarios. En el mejor de los casos, la creación de Gobiernos democráticos en al menos algunos Estados árabes eliminaría parte de los obstáculos a la aceptación de Israel como vecino, si bien, al menos inicialmente, no como amigo. Pero incluso en ese caso los muchos enemigos de Israel en Occidente seguirán ahí, aferrados a su odio hacia el Estado judío como columna vertebral de sus agonizantes ideologías.

¿Debería existir Israel? La respuesta de Curtis es un “sí” contundente, respaldado por una magistral exposición histórica y un compromiso moral a toda prueba con lo que considera justo.

Curtis, un perspicaz historiador, demuestra ser un orador igual de persuasivo. Si a eso le sumamos la pasión que insufla en su trabajo, nos queda un libro a la vez informativo y ameno.

Michael Curtis, Should Israel Exist? A Sovereign Nation under Attack by the International Community, Balfour Books, 2012, 352 páginas.

Referencia:El Medio
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26 de agosto de 2014

Conozcamos al Hamas



Para comprender las causas de la difícil situación que están viviendo la población de Israel, especialmente de la zona sur del país y la de Gaza, es necesario comprender la raíz del problema. Tanto Israel como la Entidad Palestina aceptaron hace ya dos décadas solucionar el conflicto palestino israelí a través de negociaciones de paz. El actual presidente de la Entidad Palestina, Mahmud Abas (Abu Mazen) reconoce el derecho de existencia del Estado de Israel y el Primer Ministro israelí acepta la creación de un estado palestino. El problema radica en que el Hamas no reconoce la existencia del Estado de Israel y fomenta la violencia para aniquilarlo. No es necesario inventar sloganes o creer lo que pseudo intelectuales pregonan. Es necesario solamente leer los estatutos del Hamas, su Carta Fundacional . Una de las mejores fuentes en español es la publicada por la Universidad de Alicante,España.

El sitio es http://es.scribd.com/doc/8890802/La-Carta-Fundacional-De-Hamas .

El artículo 11 de dicha carta explica " El movimiento de Resistencia Islámico considera que la tierra de Palestina es Waqf islámico consagrado a las futuras generaciones musulmanas hasta el dia del Juicio". Sigue explicando que nadie puede renunciar a ella. El artículo continúa mas abajo "Esta es la ley que rige para la tierra de Palestina en la sharia (ley) islámica e igualmente para todo territorio que los musulmanes hayan conquistado por la fuerza, porque en los tiempos de las conquistas (islamicas) los musulmanes consagraron aquellos territorios a las generaciones musulmanas hasta el Dia del Juicio". Que quede bien claro, de acuerdo al artículo presente tanto España como otros países europeos corren la misma suerte que Israel.

Hamas fomenta también el genocidio del pueblo judío. El artículo 7 especifica "El profeta, que Ala le bendiga y le dé la salvación ha dicho: El dia del Juicio no llegará hasta que los musulmanes combatan contra los judíos( matando a todos los judíos) cuando el judío se esconderá detrás de piedras y árboles…"

La lucha de Hamas es contra el pueblo judío como pueblo y no contra Israel. En la introducción, antes del primer capítulo expresa claramente: " Nuestra lucha contra los judíos es muy grande y muy seria.."

En varios artículos que siguen el Hamas vuelca todo su antisemitismo (antijudaismo) inventando conspiraciones mundiales judías. La teoría mas disparatada es que los judíos estuvieron detrás de la segunda guerra mundial para obtener ganancias financieras. Por supuesto no se menciona ni al holocausto ni a los campos de concentración. Solo les falta decir que Hitler fue un títere de los judíos.

El artículo 22 de la Carta del Hamas dice: " Con su dinero atizaron revoluciones en distintas partes del mundo para alcanzar sus fines y cosechar sus frutos. Estuvieron detrás de la Revolución Francesa, de la revolución comunista y de la mayoría de las revoluciones de las que hemos sabido y sabemos aquí y allá. Con su dinero formaron sociedades secretas, tales como la masonería, los clubes de Rotarios y de Leones y otras y otras en diferentes partes del mundo, para sabotear las sociedades y alcanzar los fines sionistas. Con su dinero lograron controlar los países imperialistas e instigarlos a colonizar muchos países para poder explotar sus recursos y extender en ellos la corrupción. Dígase lo que se quiera de guerras regionales y mundiales. Ellos estuvieron detrás de la Primera Guerra Mundial cuando lograron destruir el Califato Islámico, obtener ganancias financieras y controlar recursos. Ellos consiguieron la Declaración Balfour, formaron la Sociedad de Naciones para dominar el mundo a través de ella. Ellos estuvieron detrás de la Segunda Guerra Mundial, mediante la cual obtuvieron enormes ganancias financieras con el comercio de armamentos,y prepararon nel terreno para el establecimiento de su estado. Fueron ellos los que instigaron la sustitución de la Sociedad de Naciones por las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad, para poder dominar el mundo a través de ellos. No hay guerra que se libre en ninguna parte en la que ellos no hayan puesto el dedo".

Leyendo este artículo podemos darnos cuenta de las mentes alienadas que constituyen el Hamas. El antisemitismo que destila este artículo es superior al de los nazis. Culpan a los judíos de todos los conflictos mundiales incluyendo la Segunda Guerra Mundial que todos sabemos lo que supuso para el pueblo judío. Con respecto a la Masonería sabemos que entre los masones americanos figuran George Washington, Abraham Lincoln, José de San Martin, Simón Bolívar y José Artigas, entre otros tantos. No creo que nadie piense de que estos personajes tuvieron influencia judía.Con respecto a las causas de las dos guerras mundiales el artículo demuestra una mente delirante y febril pero muy imaginativa.

Con respecto a los conflictos mundiales de hoy día sabemos que quienes están metidos en ellas no son los judíos sino los musulmanes. Como ejemplo: musulmanes contra musulmanes en Siria e Irak, musulmanes contra hindúes en Cachemira, musulmanes contra chinos en Xinjiang al noroeste de China, musulmanes contra rusos en Chechnia, musulmanes contra diferentes grupos étnicos en Somalia, Nigeria, Sudán, Afganistán, Pakistán, Yemen, Líbano ,Filipinas, Tailandia y tantos otros lugares. No olvidemos los ataques a las torres gemelas en Estados Unidos y los ataques terroristas en la estación de Atocha, Madrid, el atentado a la AMIA en Buenos Aires o los atentados en Londres o en diferentes ciudades de Francia. Dentro de la misma Gaza fueron asesinados docenas de palestinos a manos de Hamas por pertenecer a la OLP o por ser sospechosos de colaborar con Israel, todo esto sin juicio previo.

El odio, la locura y el ansia de genocidio que provoca el interminable bombardeo con diferentes tipos de proyectiles al territorio israelí desde hace ya varios años, conjuntamente con los túneles destinados a raptar y matar israelíes hace imposible el diálogo con el Hamas. Su táctica es ganar tiempo para armarse cada vez con más armas y más sofisticadas para lograr su objetivo: aniquilar al Estado de Israel y a los judíos. Una vez logrado este propósito, que no quede la menor duda, junto con el resto de los grupos terroristas islámicos, su meta será la reconquista de Europa.

Alberto Szwarc- Haifa Israel
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El Estado Islámico es a EEUU lo que Hamás a Israel



El presidente Barack Obama ha condenado en los términos más enérgicos, como debe ser, la decapitación del norteamericano James Foley por el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) Ha dicho lo siguiente:

Debe realizarse un esfuerzo común para extirpar este cáncer a fin de que no se extienda. Debe haber un claro rechazo a este tipo de ideologías nihilistas. Algo en lo que todos podemos estar de acuerdo es en que un grupo así [el EIIL] no tiene cabida en el siglo XXI. Amigos y aliados de todo el mundo: compartimos un bien común, un conjunto de valores opuestos a lo que vimos ayer. Seguiremos enfrentándonos a este odioso terrorismo y lo sustituiremos por un sentimiento de esperanza y estabilidad.
El presidente Obama, al mismo tiempo que ha llamado a una guerra abierta contra el cáncer del EIIL, ha considerado que Hamás tiene una enfermedad que se puede curar con facilidad, y ha instado a Israel a aceptar a este grupo terrorista (cuya carta fundacional llama a destruir a Israel) como parte de un Gobierno palestino de unidad. No puedo imaginármelo instando a Irak o a cualquier otro país árabe a aceptar al EIIL como parte de un Gobierno de unidad.

El expresidente Jimmy Carter y el obispo Desmond Tutu han ido aún más lejos, instando a la comunidad internacional a reconocer la legitimidad de Hamás como partido político y a  reconocerlo diplomáticamente. Resulta difícil imaginarlos exigiendo que se le conceda esa misma legitimidad al Estado Islámico.

¿Por qué, entonces, ese doble rasero respeto al EIIL y a Hamás? ¿Es porque el Estado Islámico es menos salvaje y violento que el movimiento islamista palestino? Resulta difícil sostener eso. Hamás ha matado, probablemente, a más civiles (mediante sus terroristas suicidas, sus asesinatos de miembros de la Autoridad Palestina, sus ataques con cohetes y sus túneles del terror) que el EIIL. De no ser por el sistema Cúpula de Hierro y por las Fuerzas de Defensa de Israel, Hamás habría asesinado todavía a más civiles inocentes. De hecho, sus estatutos instan al asesinato de judíos en todo el mundo, independientemente de donde vivan o de la “roca” tras la que se oculten. Si el grupo terrorista palestino se saliera con la suya, mataría al menos a tantas personas como el Estado Islámico.

¿Es por la forma en la que mata el EIIL? La decapitación, por supuesto, es una forma de matar visiblemente grotesca, pero los muertos son muertos y el asesinato es asesinato. Y a la familia de la víctima le importa poco si la muerte fue causada por decapitación, ahorcamiento o por una bala en la nuca. En realidad, a la mayor parte de las víctimas del EIIL les han disparado y no decapitado, mientras que los terroristas de Hamás han asesinado a bebés inocentes en sus cunas, a adolescentes que volvían a casa desde la escuela, a mujeres que estaban comprando, a judíos que rezaban y a estudiantes que estaban comiendo pizza.

¿Es porque el EIIL ha asesinado a un estadounidense? Hamás ha matado a numerosos norteamericanos y a ciudadanos de otros países. También ellos asesinan de forma indiscriminada.

¿Es porque el Estado Islámico ha amenazado específicamente con traer su terrorismo a territorio estadounidense, mientras que Hamás concentra el suyo en Israel? La carta fundacional de Hamás no limita sus criminales intenciones a un país. Al igual que el EIIL, llama a un Califato mundial, instaurado mediante una violenta yihad.

Todo lo que hacemos bien en temer y despreciar en el EIIL deberíamos temerlo y despreciarlo también en Hamás. Así como nunca le otorgaríamos legitimidad al Estado Islámico, tampoco debemos concedérsela al Movimiento de Resistencia Islámico, al menos hasta que derogue sus estatutos y renuncie a la violencia. Por desgracia, eso tiene las mismas probabilidades de suceder que que Estados Unidos derogue su Cosntitución. La violencia, el antisemitismo y el antiamericanismo son el sine qua non de la misión de Hamás.

Así como al EIIL hay que derrotarlo militarmente y destruirlo como ejército terrorista, a Hamás también hay que responderle con las armas y sus cohetes y túneles han de ser destruidos.

Muchos estudiosos y diplomáticos argumentan –en mi opinión, de forma errónea– que nunca podrá haber una solución militar al terrorismo en  general y a las demandas de Hamás en particular. Esa opinión generalizada ignora lo que nos enseña la historia. Chamberlain creyó que podía haber una solución diplomática a las exigencias de Hitler. Churchill no estuvo de acuerdo, y la historia demostró que tenía razón. Los fascistas nazis y los militaristas japoneses tenían que ser derrotados por las armas antes de poder alcanzar una solución diplomática.

Así sucede también con el EIIL y con Hamás. Primero hay que derrotarlos militarmente, y sólo entonces podrán considerar aceptar unos compromisos diplomáticos y políticos razonables. Otra similitud entre el Estado Islámico y el movimiento islamista palestino es que si estos grupos terroristas depusieran las armas podría haber paz, mientras que si fueran sus enemigos quienes las depusieran, lo que se produciría es un genocidio.

Hay una fantástica viñeta que ilustra esto: en un lado de la mesa está Hamás con una papel en el que se exige “Muerte a todos los judíos”. Al otro lado está el primer ministro israelí Netanyahu. En el centro está el mediador, que se vuelve hacia Netanyahu y le pregunta: “¿No podría aceptar al menos un término medio?”

Ninguna nación democrática puede aceptar su propia destrucción. No podemos aceptar un compromiso –alcanzar un término medio– con unos terroristas que piden la muerte de todos los que se interponen en su exigencia de un califato suní, llámense Estado Islámico o Hamás. Ambos son, en palabras del presidente Obama, cánceres que deben ser extirpados antes de que se extiendan. Ambos son igual de malignos. Ambos deben ser derrotados en el campo de batalla, en el tribunal de la opinión pública y en los tribunales de Justicia. No puede existir compromiso alguno con los prejuicios, el terrorismo o las exigencias de un califato. Antes de que se pueda considerar a Hamás o al EIIL interlocutores políticos legítimos, deben cesar en su violenta búsqueda de un califato islámico mundial.

Referencia:El Medio
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Los 5 mayores errores mediáticos de la Guerra de Gaza



Reportar durante tiempos de guerra puede ser el desafío más difícil para los medios de comunicación. Pero el conflicto entre Israel y Hamás revela, nuevamente, las severas limitaciones del periodismo tradicional.

Cinco errores mediáticos en particular, llaman la atención. Las mayores amenazas para la precisión y comprensión no nos llegan de artículos individuales tendenciosos sino de masas de artículos que se adhieren a las viciadas normas de periodismo hoy.

1. Las Cifras de Víctimas como Barómetro Moral
Benjamín Disraeli dijo que hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. Las cifras de víctimas citadas en prácticamente todos los informes sobre la guerra de Gaza cumplieron con las tres. Los números no son confiables, el verdadero porcentaje de civiles es desconocidos y su significado aparece oscurecido por la falta de contexto.

Reporteros a menudo se basan en las cifras proporcionadas por el Ministerio de Salud de Gaza gobernada por Hamas a pesar de que Hamas tiene un interés estratégico en inflar los números.

Reuven Ehrilch del Centro Meir Amit de Información e Inteligencia dijo a The Media Line que su organización revisó 152 nombres suministrados por  el "Ministerio de Salud del gobierno de Gaza":

La lista se hizo a toda prisa y se hicieron cambios posteriores. Hubo una serie de nombres falsos listados; los detalles de los muertos son sólo parciales, haciendo la identificación sospechosa. Hay nombres que se utilizan más de una vez y algunos podrían haber sido asesinados por su propio fuego en lugar de por el ejército israelí. La lista no distingue entre civiles y agentes terroristas. Todos los muertos se enumeran como "shahids" [mártires].
Para dar sentido a los números, los medios de comunicación a menudo incluyen el porcentaje de los que murieron considerándolos como civiles. El número ascendió hasta el 80%, de acuerdo con informes de los medios.

Pero como el New York Times señaló cuando realizó una mirada más profunda a las cifras, que un sospechosamente elevado número de personas muertas eran varones entre las edades de 20 y 29 años, la edad primaria de los terroristas de Hamás que participan en los combates.

"Al mismo tiempo, las mujeres y los niños menores de 15 años, los menos propensos a ser blancos legítimos, fueron los menos representativos, lo que representa el 71 por ciento de la población y el 33 por ciento de las muertes en edades conocidas", señaló el informe.

Otro elemento de distorsión fue la presentación de los números palestinos junto a los números de israelíes, que eran mucho más bajos, como si habría una relación entre las cifras, como un tanteador en un evento deportivo.



Estas cifras, sin embargo, tenían connotaciones morales, dando a entender, ya sea que Israel fue el agresor, ya que mató a muchos más palestinos, o que la amenaza contra Israel no era tan grave, ya que tan pocos israelíes murieron.

Pero eso no cuenta la historia real. No revela los esfuerzos que Israel ha hecho para proteger a su población civil y no toma en cuenta las formas en que Hamás pone en peligro a los civiles convirtiendo barrios residenciales en zonas de batalla.

Como Bret Stephens escribió en el Wall Street Journal:

La utilidad real del conteo de muertos es que ofrece a los periodistas y comentaristas que lo citan la posibilidad de atribuir la culpa implícita a Israel mientras evade preguntas sobre la responsabilidad última de la matanza.
Presentado como números en bruto, las cifras de muertos oscurecen más de lo que revelan.

2. El síndrome de “Periodistas Maltratados”
Cubrir Gaza plantea desafíos para cualquier reportero, no menos importante que el de la siempre presente presión de Hamás a adherirse a la narrativa palestina. Incluso los periodistas que nunca sufrieron amenazas directas sabían que estaban operando en territorio que no ofrecía protección a la libertad de expresión.

Y si su subsistencia depende de su capacidad para acceder a Gaza en el futuro, ellos sabían que reportar hechos que Hamás definiría como objetables los haría correr riegos de deportación, o listas negras, por lo menos.

La situación era lo suficientemente grave como que la Asociación de Prensa Extranjera (FPA)  emitiera una mordaz condena de la conducta de Hamás hacia los periodistas, citando una serie de ejemplos que habían surgido durante las semanas de combates.

Incluso Hamas admitió que intimida a los periodistas:

Algunos de los periodistas que entraron en la Franja de Gaza estaban bajo vigilancia de seguridad. Incluso en estas circunstancias difíciles, nos las arreglamos para llegar a ellos y decirles que lo que estaban haciendo era cualquier cosa menos periodismo profesional y que era inmoral.
Sin embargo, sorprendentemente, la respuesta de algunos de los periodistas más influyentes que cubren Gaza era que todo el asunto fue demasiado explotado. El Jefe de la Oficina de Jerusalén del New York Times, Jodi Rudoren incluso llamó a la declaración de la FPA en un tweet como "sin sentido".



¿Por qué restar importancia a algo que tuvo un efecto evidente en las historias que surgieron del conflicto?

Tal vez si los periodistas fueran completamente transparentes acerca de los retos que enfrentaron, apuntarían al hecho de que no deberían haber estado informando desde Gaza en primer lugar.

Como el periodista Michael Totten escribió tras la publicación de la declaración de la FPA:

La guerra de Gaza fue una gran historia, por supuesto, y tenía que ser cubierta, pero podría fácilmente haber sido cubierta desde el lado israelí de la línea. Cubrir ambos lados de la historia es, por supuesto, preferible siempre que sea posible, pero proporcionar cobertura equilibrada de Israel junto con la censurada desde Gaza es una forma de mala práctica periodística. Basta.
3. Fallar al No Divulgar Información Relevante
Mientras que muchos periodistas insistieron en que su trabajo fue hecho sin trabas por parte de Hamás,  no podían explicar de manera creíble por qué había lagunas importantes en su cobertura. De manera prominente faltan, por supuesto, imágenes de combatientes de Hamás en acción.

Cuando la cuestión se planteó con el New York Times, la respuesta fue aún más mortificante que el error - el periódico simplemente no tiene fotos para publicar. El fotógrafo estrella del diario Tyler Hicks fue aún más lejos:

Si tuviéramos acceso a ellos [los combatientes de Hamás], los fotografiaríamos. Nunca he visto  un solo dispositivo para el lanzamiento de los cohetes contra Israel. Es como si no existieran.
Hicks explicó que los terroristas de Hamas estaban luchando desde los márgenes, y si se aventuraban en las zonas públicas se convertirían inmediatamente en objetivos de ataques israelíes.

Lo suficientemente justo. Los combatientes de Hamas eran difíciles de encontrar. Pero no había escasez de fotos de palestinos que reaccionan a los ataques aéreos israelíes o que asistían a funerales. Tal vez si los fotógrafos se habían aventurado a salir de sus propios márgenes  habrían visto algo.

Y tal vez los que lo hicieron fueron detenidos por Hamás.

Los medios de comunicación, sin embargo, tratan el tema tal y como dijo Hicks - como si no existieran lanzacohetes y el pueblo disparándolos. Al ver galerías fotos, una tras otra, es difícil decir que habían dos lados combatiendo y no sólo uno. Los medios tienen la obligación de hacerle saber a los lectores qué está faltando.

Y si no podían mostrarlo con imágenes, podrían haber hecho más para explicar que Hamás disparó rutinaria desde las áreas pobladas.

Por supuesto, mientras la lucha comenzó a apagarse, fotos y videos de los sitios de lanzamiento de cohetes comenzaron a surgir, planteando  interrogantes sobre si las fotos realmente eran imposibles de obtener, o si las amenazas de Hamás fueron las responsables de su ausencia.

video incluir aquí

4. Énfasis excesivo en Fotos espeluznantes de la guerra
Mientras que prácticamente no hay fotos de los combatientes de Hamás durante los días de intensos combates en Gaza, no había escasez de imágenes de niños o bebés heridos en ataques aéreos israelíes.

Esas fotos fueron particularmente frecuentes en todo el Reino Unido y otras ciudades europeas y ayudaron a inflamar las calles de Europa y más allá, donde el sentimiento antisemita corrió a un punto álgido.

También tergiversaron gravemente los combates que tienen lugar en la Franja de Gaza. En conjunto con la ausencia de fotos de combatientes de Hamás el mensaje es claro: Israel es un agresor que apunta contra los niños.

5. Fallar al no declarar los verdaderos objetivos de Hamás.
A lo largo de las semanas de combates y especialmente durante los períodos de negociaciones para altos al fuego, los medios de comunicación afirmaron que la motivación principal de Hamás era la de aliviar el bloqueo en torno a Gaza o para abrir un puerto o aeropuerto.

Pero ¿realmente explica por qué Hamás pasó los últimos años construyendo un complejo de túneles y bunkers que llegó a través de la frontera y dentro de Israel?

¿Explica por qué el grupo terrorista optó por pasar de contrabando o fabricar miles, si no decenas de miles, de cohetes capaces de alcanzar el corazón de Israel? ¿O por qué sigue disparándolos contra civiles israelíes?

¿Es realmente buscar la paz con Israel o una relajación de las medidas de seguridad de Israel sólo para mejorar la suerte de la población de Gaza?

Sería más honesto señalar que Hamás está trabajando para lograr la aniquilación de Israel. Incluso tiene una carta fundacional que lo dice tan claramente.

Como S.E. Cupp  escribió en el New York Daily News:

Rara vez es mencionado en un informe de prensa que el principal objetivo de Hamás, su meta máxima, lo que realmente quiere y lo que su brazo militar está diseñado y decidido a conseguir, es la destrucción total de Israel y la aniquilación de los Judíos.
Es un componente crucial que queda fuera regularmente en los informes de noticias. Sin embargo, cualquier historia que no menciona esto entre las principales demandas de Hamás no es una intelectualmente honesta o completa.

Pocos en los medios de comunicación parecen comprender esto, el efecto de los cuales ha sido la creación de una vaporosa y nebulosa equivalencia moral entre Israel y Hamás, que no está realmente allí.
Permitir que Hamas mantenga su estatuto pero ignorarlo y dejar que el grupo terrorista se presente como una fuerza moderada buscando lo mejor para el pueblo de Gaza distorsiona la realidad.

Los medios tienen la obligación de presentar el conflicto tal como es - la agresión de un grupo terrorista que trabaja para la destrucción de Israel y los esfuerzos de Israel para defender a sus ciudadanos. Un marco que pone a Israel y a Hamás en un plano de igualdad moral es otro caso de mala práctica periodística.

Referencia:Reporte Honesto
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22 de agosto de 2014

¿Por qué Jordania no quiere más palestinos?





No es ningún secreto que muchos países árabes desprecian a los palestinos y los someten a leyes segregacionistas y a estrictas medidas de seguridad que les privan de los derechos más básicos.

El maltrato a los palestinos por parte de sus hermanos árabes es una cuestión raramente mencionada en los principales medios de comunicación occidentales. La mayoría de los periodistas prefiere mirar para otro lado cuando la historia carece de alguna faceta antiisraelí.

Una noticia importa cuando es Israel el que detiene, mata o deporta.

En cambio, cuando países árabes como Jordania, Siria o el Líbano actúan contra los palestinos, los periodistas extranjeros prefieren enterrar la cabeza en la arena. Así ha sucedido en el caso de Jordania y su maltrato a la mayoría palestina del reino.

El dilema jordano es que si admite a más palestinos en el país, el reino, que ya tiene una mayoría palestina, se convertiría en un Estado palestino. Pero al maltratarlos y privarlos de derechos básicos, Jordania y otros países árabes los están echando en brazos de extremistas, sobre todo de grupos islamistas como los Hermanos Musulmanes y Hamás.

Está claro que los jordanos han preferido la segunda opción, que es mantener a tantos palestinos como sea posible fuera del reino. Por lo que respecta al rey Abdalá, es mejor tener a unos palestinos radicalizados fuera del país antes que dejarlos entrar, lo que le causaría más problemas.

Los jordanos consideran a los palestinos una “amenaza demográfica” y siempre están buscando una solución a este problema. Su mayor temor es que su reino se convierta un día en un Estado palestino. Las autoridades del país parecen decididas a hacer cuanto sea posible por evitarlo, incluso si ello les supone ser criticados por grupos pro-derechos humanos.

Los jordanos saben que las agencias de Naciones Unidas no los van a denunciar si deportan palestinos o les retiran la nacionalidad.

Jordania quiere resolver su problema palestino sin hacer ruido y lejos de la atención pública.

Hay una serie de medidas, adoptadas por las autorices jordanas en los últimos tres años, que sirven como indicador de la creciente preocupación de Amán por la amenaza palestina. Dichas medidas incluyen retirar la nacionalidad a muchos palestinos y deportar forzosamente a otros que huyen de Siria.

Resulta irónico que los jordanos digan que esas medidas van encaminadas a ayudar a los palestinos. Quieren hacerles creer que privarlos de derechos básicos y deportarlos del reino hachemita es bueno para la causa palestina. Afirman que no entienden por qué los afectados no reciben bien las medidas antipalestinas.

¿Cómo justifican los jordanos sus políticas antipalestinas? Sostienen que si ayudan a los palestinos y les proporcionan refugio y pasaportes, ello serviría a los intereses israelíes.

“No queremos ser un instrumento israelí para reubicar palestinos que vienen a Jordania concediéndoles la ciudadanía”, explicó el antiguo ministro del Interior jordano Nayef al Qadi. “De no ser así, estaríamos diciéndoles a los palestinos que se olvidaran de Palestina”.

Al Qadi, que desempeñó un papel fundamental en del diseño de la política de retirada de la ciudadanía a los palestinos, afirmó que también se opone a concederles la nacionalidad a los hijos de mujeres jordanas casadas con palestinos y con hombres de otras nacionalidades:

¿Por qué no reclaman a los hijos de los hombres casados con mujeres jordanas? ¿Por qué a estos niños no se les da la nacionalidad de sus padres? Tenemos a unas 500.000 jordanas casadas con no jordanos. Si multiplicamos eso por 3 o 4, tendremos que entregarle este país a Israel y marcharnos. Aquí nos quedaremos sin nada.
El intento del exministro de justificar la represión se produjo poco después de que Human Rights Watch hiciera público un informe en el que se detallaban los maltratos jordanos a los refugiados palestinos que huyen de Siria. El informe, titulado “No son bienvenidos: el trato de Jordania a los palestinos que escapan de Siria”, y que ha recibido poca atención por parte de los medios internacionales, acusa a los jordanos de incumplir sus obligaciones internacionales.

Por desgracia para los palestinos (pero por suerte para los jordanos) el informe condenatorio fue publicado el 7 de agosto, cuando la atención mundial estaba centrada en la guerra entre Hamás e Israel.

Según dicho informe, Jordania, en una clara violación de sus obligaciones internacionales, niega la entrada o deporta por la fuerza a refugiados palestinos que huyen de Siria. “Jordania ha prohibido oficialmente la entrada a los palestinos de Siria desde enero de 2013 y ha deportado por la fuerza a más de 100 que lograron entrar en el país desde mediados de 2012, mujeres y niños incluidos”, revela el informe.

El documento cita a Basma, una palestina del campamento de refugiados de Yarmuk (Siria), que describe cómo los jordanos la hicieron volver a ella y a otros:

Nos dijeron: “Sois palestinos, no podéis entrar”. Nos metieron en un autobús y nos dejaron en el lado sirio de la frontera a las dos de la mañana.
Abdulá, de 47 años, otro refugiado palestino, procedente de Damasco, dijo:

Cuando estábamos cruzando, el Ejército jordano empezó a dispararnos. Nos lanzamos todos cuerpo a tierra para evitar los disparos. Tras unos momentos, llegaron dos camiones con militares hasta donde estábamos y, antes de darnos cuenta de lo que pasaba, uno de ellos disparó en las piernas a cinco de nosotros. No estábamos tratando de huir.
En los tres últimos años, Jordania ha recibido a millones de refugiados sirios, pero cuando se trata de palestinos la cosa cambia.

Los jordanos no temen a los refugiados sirios porque saben que en cuanto acabe la crisis en su país volverán a sus hogares. A diferencia de los palestinos, los sirios no buscan la ciudadanía jordana o una nueva vida en el reino; consideran que su presencia allí es algo temporal.

Tampoco se habla de convertir Jordania en un “Estado sirio”, a diferencia de los llamamientos a crear un hogar para los palestinos en el reino hachemita. Así, el problema de los jordanos es con los palestinos, no con los sirios ni con otros árabes.

Fayez Tarawneh, jefe de la Corte Real y ex primer ministro, defendió las medidas antipalestinas el año pasado en una reunión con Human Rights Watch. Dijo que una excesiva entrada de palestinos procedentes de Siria alteraría el equilibrio demográfico del reino y causaría inestabilidad.

El grupo pro-derechos humanos dijo que, como consecuencia de la política gubernamental jordana, muchos palestinos de Siria no tienen los debidos documentos de residencia en Jordania, lo que “los hace susceptibles de ser explotados, detenidos y deportados”.

Añadió que “los palestinos indocumentados procedentes de Siria no se atreven a pedir protección o reparaciones al Gobierno jordano frente a la explotación u otros abusos”.

Jordania, el Líbano y Siria pueden proseguir con sus prácticas abusivas contra los palestinos sin tener que preocuparse de la respuesta de la comunidad internacional. Nadie va a salir a las calles de las ciudades norteamericanas o europeas para condenar a unos árabes por maltratar a otros árabes.

Jaled Abu Toameh


Referencia:El Medio
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21 de agosto de 2014

Apoyar a Hamás es antisemita



En la imagen, el gran muftí de Jerusalén, Haj Amín al Huseini, pasando revista a voluntarios musulmanes enrolados en las Waffen-SS.


Desde luego, criticar políticas israelíes concretas no es antisemita. De hecho, muchos israelíes son críticos ante algunas de las políticas de su país. Pero el apoyo a Hamás sí que es antisemita, porque las políticas y acciones de Hamás se basan, en su misma raíz, en el odio a los judíos. Sin embargo, muchas personalidades, algunas de ellas por pura ignorancia, y muchas más sabiendo perfectamente lo que hacen, apoyan abiertamente al movimiento islamista palestino. Algunas incluso lo han alabado. Otras, como el filósofo italiano más famoso, Gianni Vattimo, están intentando recaudar fondos y proporcionar apoyo material a esta organización terrorista antisemita. Otras aún siguen negándose a condenarla, aunque sí que condenan a Israel en los términos más enérgicos.

Ha aquí lo que la Carta Fundacional de Hamás, que sigue siendo su principio de gobierno, dice sobre los judíos:



Los enemigos han estado urdiendo planes durante mucho tiempo. [Su] riqueza [les ha permitido] hacerse con el control de los medios de comunicación mundiales, como agencias de noticias, prensa, editoriales, emisoras, etc. [También han usado esta] riqueza para incitar revoluciones en varias partes del mundo (…) Estuvieron detrás de la Revolución Francesa y de la comunista (…) También han usado el dinero para establecer organizaciones clandestinas que se están extendiendo por todo el mundo para destruir sociedades y defender los intereses sionistas. Estas organizaciones son: los masones, los rotarios, los Lions Clubs, el B’nai B’rith, y otros semejantes. Todas ellas son organizaciones destructivas y de espionaje (…) Estuvieron tras la Primera Guerra Mundial, para borrar del mapa el Califato islámico (…) Lograron la Declaración Balfour y establecieron la Sociedad de Naciones para poder gobernar el mundo mediante ella. También estuvieron tras la Segunda Guerra Mundial (…) Inspiraron la creación de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad para sustituir a la Sociedad de Naciones, y así poder gobernar el mundo mediante ellas. No ha habido guerra que no haya estallado en alguna parte sin que sus huellas estén en ello: (…)”.
Muchas de estas referencias a “los enemigos” anteceden a la creación de Israel. La Carta se refiere claramente a “los judíos” e invoca las habituales figuras retóricas propias del antisemitismo y del odio antijudío. De hecho, insta expresamente a asesinar a los judíos, citando fuentes islámicas para sus genocidas objetivos:

Hamás ha estado esperando hacer realidad la promesa de Alá, lleve el tiempo que lleve. El profeta, que la oración y la paz sean con él, dijo: No llagará la hora hasta que los musulmanes luchen contra los judíos; hasta que los judíos se oculten tras rocas y árboles, que gritarán: “¡Oh, musulmán! Hay un judío escondido detrás de mí; ¡ven y mátalo!”.
Esto no debería sorprender a nadie. Hamás es una filial participada al 100% por los Hermanos Musulmanes, una excrecencia del Partido Nazi alemán. La Hermandad se fundó en 1928 por Hasán al Bana, un estrecho aliado de Adolf Hitler. Trabajó mano a mano con él durante la Segunda Guerra Mundial, creando la división musulmana Handschar (“Cimitarra”) de las Waffen-SS, que cometió crímenes de guerra contra las comunidades judías. Luego ayudó a rescatar a criminales de guerra nazis tras su derrota y el descubrimiento del Holocausto.

Pero la Carta y el origen de Hamás no son mera historia pasada. Los actuales líderes de la organización invocan a menudo el “libelo de sangre”, acusado a “los judíos” de matar a niños cristianos y de usar su sangre para preparar matzos. Consideran que los lugares de culto judíos y sus escuelas de todo el mundo son objetivos adecuados para sus ataques terroristas.

Algunos de quienes apoyan a Hamás, como Jimmy Carter y Mary Robinson, afirman defender sus objetivos políticos, pero no sus políticas antisemitas: debemos reconocer “su legitimidad cono actores políticos”. Otros, como el ministro de Exteriores turco y los dirigentes cataríes, apoyan sus objetivos militares: apoyamos al Movimiento de Resistencia Palestino Hamás “porque abraza la causa palestina y lucha por su pueblo”. Estas distinciones no se sostienen, ya que las políticas antijudías de Hamás son fundamentales en sus acciones políticas y militares. Algunos partidarios de Hitler utilizaban ese mismo argumento, afirmando que el Partido Nazi y sus dirigentes abogaban por unas buenas actuaciones económicas, educativas y políticas. No hay nadie sensato que hoy en día acepte esa excusa, y nadie sensato debería aceptar las que presentan los partidarios de Hamás que afirman poder hilar tan fino.

Eso mismo vale para quienes afirman que Hamás es preferible al Estado Islámico o a otros grupos yihadistas que puedan sustituirlo. Hubo fascistas que utilizaron una excusa similar para defender que sus partidos eran preferibles a los comunistas. Lo cierto es que es una organización antisemita, basada en una filosofía de odio a los judíos, con el objetivo de destruir el Estado nacional del pueblo judío y de matar a sus habitantes judíos. Es el mal encarnado. No hay excusa ni justificación para apoyar a Hamás, y cualquiera que lo haga está defendiendo el antisemitismo.

Algunos partidarios de Hamás, como los que proclaman “Hamás, Hamás, judíos a la cámara de gas”, aceptan orgullosos esta realidad. Otros, como Cornel West, que, según el American Spectator “encabezó una manifestación pro-Hamás de perfil alto”, lo niegan. Pero todos son cómplices, aunque ellos mismos sean judíos o tengan amigos judíos. Apoyar a una organización que, en su misma raíz, es antijudía y cuyos estatutos instan al asesinato de todos los judíos es antisemita en la práctica, cuando no en sus intenciones. Y esos políticos, académicos, artistas y demás que apoyan a Hamás –y son muchos– deben ser señalados y criticados, como lo ha sido Roger Waters, de Pink Floyd. También deben serlo quienes, como Navi Pillay, presidenta del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, ven moralmente equivalentes a este grupo terrorista antisemita y al Estado nacional del pueblo judío. Exigió que Israel compartiera su sistema Cúpula de Hierro con Hamás, sin criticar al grupo terrorista por emplear a civiles palestinos como su propio Cúpula de Hierro.

Entre los peores de estos individuos está el obispo Desmond Tutu, que tiene un largo historial de antosemitismo. Como Carter, ha instado al reconocimiento de Hamás, a cuyos líderes compara con Nelson Mandela. Entre los supuestos mandelas de Tutu, con los cuales ha colaborado, está Ahmad Abu Halabiya, que ha dicho lo siguiente:

No tengáis piedad de los judíos, dondequiera que estén, en cualquier país. Luchad contra ellos allá donde estéis. Allí donde os los encontrçeis, matadlos (…) y a aquellos norteamericanos que son como ellos, y a quienes están de su parte.
Estoy bastante seguro de que el verdadero Nelson Mandela jamás hizo unas afirmaciones similares. Pero el obispo Tutu, que se negó a sentarse en el mismo escenario que Tony Blair, ha trabajado mano a mano con dirigentes criminales de Hamás, como Halabiya.

Jimmy Carter sostiene que Hamás es una “fuerza política” que ha tenido amplio apoyo de los palestinos. También lo tuvo el Ku Klux Klan en los años 20 en buena parte del Sur. ¿Carter también les habría otorgado legitimidad?

Puede que sea necesario negociar (directamente o a través de intermediarios) con Hamás, al igual que uno negocia con secuestradores, delincuentes con rehenes o chantajistas. Pero “reconocer” su “legitimidad”, como harían Jimmy Carter y el obispo Tutu, es reconocer la legitimidad del antisemitismo. Es posible que Carter, Tutu y otros jaleadores de Hamás estuvieran dispuestos a hacerlo, pero ninguna persona sensata que odie los prejuicios debería legitimar el antisemitismo de Hamás o su objetivo declarado de destruir a Israel y matar a sus habitantes judíos.

Referencia:El Medio
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20 de agosto de 2014

España y la dignidad perdida.



Marta González Isidoro
Cualquier Estado define su Política Exterior en función de sus intereses nacionales, y en un mundo multipolar, donde proliferan las Organizaciones Internacionales, lo normal es que también se tenga en cuenta la relación que mantiene con estos actores que conforman el llamado Sistema Internacional. Todos los Estados, democráticos o no, tienen una ideología o unas prioridades que imprimen a su Política Exterior. Centrándonos en los Sistemas de Gobierno propios de las democracias Occidentales, cuando un país quiere establecer unas líneas de intereses fundamentales y duraderas en el tiempo, hablamos de “Política de Estado”, que no es otra cosa que la necesidad de garantizar, más allá del gobierno de turno, las legítimas aspiraciones de paz y seguridad de sus ciudadanos, así como las necesidades de desarrollo político, económico y social que tiene el país. Cuando la Política Exterior, de Defensa y de Seguridad no se modifica a golpe de discurso del titular de turno, según el viento que sople o la pata ideológica de la que cojee, y, salvo pequeños matices en los que todas las fuerzas políticas puedan expresar, como es lógico, su discrepancia, la sociedad en su conjunto manifiesta su adhesión, podemos decir que en ese país hay una Política de Estado en Política Exterior.

En España, nada aficionados a las Políticas de consenso, esa Política de Estado en Política Exterior también se echa en falta. Es verdad que, desde la Transición, y a medida que nuestro país salía del aislamiento y se integraba en los Organismos Trasnacionales, se vienen articulando una serie de prioridades en las áreas en las que, por necesidad, por vocación histórico-cultural o por cercanía geográfica, tenemos una especial vinculación: Mediterráneo y Mundo Árabe, Europa, América Latina y Estados Unidos. Pero una Estrategia Exterior Española plenamente consensuada con todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria aún es una entelequia. Porque hay asuntos sensibles que no sólo no ponen de acuerdo a las fuerzas políticas del mismo y de distinto signo, sino que, para más inri, vertebran y dividen drasticamente a la sociedad, sacando en los momentos de crisis lo más abyecto que el ser humano tiene en su interior. Y el principal asunto sensible de nuestra Política Exterior es Israel: ese pequeño país de Oriente Medio, de apenas ocho millones de habitantes y una superficie menor que la Comunidad Valenciana, el único país democrático de la región,  libre, garantista, culto, avanzado, tecnológicamente puntero; un país donde las minorías árabes musulmanas, cristianas, drusas o samaritanas, entre otras, son ciudadanos de pleno derecho que viven con total libertad, un país que sería ideal si no fuera porque… es judío, y he aquí su pecado.  El único Estado judío del mundo y el único Estado odiado por todo el mundo por el hecho de ser judío



En general, y en nuestro país en particular, de Israel se valora su excelencia académica, su capacidad tecnológica y su modelo de crecimiento económico basado en I+D. Pero no se perdona su espíritu libre y creativo; su firmeza moral, la heterogeneidad de su gente y su fuerte sentido de pertenencia y cohesión nacional; la creencia en unos Principios éticos que en su día legó a la Humanidad y de los que hoy Occidente suelta amarras; su defensa a ultranza de la vida, propia y ajena; su firme propósito de sobrevivir y renacer de las cenizas; su firmeza a la hora de defender sus fronteras y la seguridad de sus ciudadanos; su capacidad de crear; su Esperanza, individual y colectiva… España, que durante siglos renegó de su pasado judío y hoy rentabiliza como reclamo turístico, quiere resarcir esa deuda histórica otorgando una nacionalidad puramente sentimental a los descendientes expulsados de Sefarad hace cinco siglos al tiempo que, desde el Ministerio de Exteriores, se califica de incidentes aislados el asesinato de algún que otro ciudadano israelí por secuestro y tortura, atentado terrorista o proyectil de cohete o misil con los que diariamente y a lo largo de diez años los chicos buenos de Hamas vienen interrumpiendo la vida cotidiana de las poblaciones del sur y del centro del país. Y descaradamente, el titular de la Cartera le pide una contención y proporcionalidad en la respuesta al Estado judío que ni siquiera considera para ningún Estado del mundo, incluido el nuestro. Exigencia de control, moderación, negociación y comprensión, como si de un regateo se tratara: Pase usted, señor terrorista - le falta sugerir a nuestro flamante ministro - que le invito a café mientras unos cuantos de los suyos salen por el agujero de mi jardín y deciden qué hacen con nosotros

Al Estado de Israel, en continuo conflicto con su entorno más inmediato, sometido a auditorias casi diarias y al estridente sonido de una cacofonía de diatribas, injurias y prejuicios que recuerdan tiempos oscuros no tan lejanos, se le exige unos estándares internacionales de comportamiento imposibles de cumplir por ningún otro Estado ni Organización en el mundo. Si hoy en día no existe un Estado palestino es, entre otras muchas razones, porque los palestinos, que nunca han existido como pueblo y mucho menos han tenido un territorio sobre el que reivindicar un Estado nacional, ni siquiera han sido reconocidos como tales por sus hermanos árabes, cuyos Estados, que son tan arbitrarios y artificiales como la mayoría de los países que existen en el mundo, han venido boicoteando todas las posibilidades que se han planteado desde 1922. Recordemos que Jordania nació con el propósito de ser el Hogar Nacional árabe pegadito al Hogar Nacional judío. Los judíos de entonces accedieron a entregar una parte de lo que se conocía como la Palestina Histórica a los árabes – y no a los palestinos, como dicen, porque palestinos eran los árabes, judíos, cristianos y demás minorías que vivían en el territorio administrado por Gran Bretaña y que tenían ciudadanía palestina bajo pasaporte británico -, que siguieron armando jaleo en el interior de la Palestina judía y que provocaron una nueva partición del territorio – Res 181 de UN de noviembre de 1947 – que también fue rechazada con un no rotundo por el nacionalismo árabe. Lo que viene después es la invención y tergiversación de una historia derivada del resultado de ese primer no, porque entonces, como ahora, la razón primera y última para no llegar a ningún acuerdo es la negativa a reconocer el carácter judío del Estado de Israel.   

Desde su nacimiento en 1948, el Estado de Israel sufre ataques terroristas en una escala sin precedentes (desde el norte, en el interior del país y desde los territorios en disputa de Cisjordania y Gaza), y en su corta vida ha padecido cuatro guerras en las que se ha jugado su supervivencia al ser atacado simultáneamente desde todas sus fronteras por los ejércitos de Egipto, Siria, Jordania, Líbano, Irak y los apoyos de Arabia Saudí, Yemen y Libia (1948, 1956, 1967 y 1973),  dos guerras contra los grupos terroristas que operaban desde el Líbano (la OLP en 1982 y Hizbollah en 2006), dos intifadas perfectamente organizadas y financiadas desde el exterior (1987 y 2000), y tres guerras contra Gaza (2008, 2012 y 2014) en respuesta a los ataques terroristas y al lanzamiento de cohetes y misiles perpetrados por el grupo terrorista Hamas, rama palestina de los Hermanos Musulmanes, organizado, entrenado y financiado por Irán y últimamente también por Qatar. Esta es la organización yihadista y nacionalista que gobierna la Franja con mano de hierro desde que en 2007 emprendiera una cruenta lucha por el poder contra su rival Al Fatah, leal a la Autoridad Nacional Palestina. Más moderada, pero tampoco moco de pavo. Los más de 350 muertos e incontables torturados y desaparecidos en esta guerra fraticida no provocaron ningún revuelo internacional, a pesar de que la ONG Human Rights Watch  y Amnistía Internacional ya venían denunciando desde 2002 graves violaciones a las leyes humanitarias. Como tampoco lo provoca ese genocidio incipiente, según la ONU, que parece que sobrevuela sobre los cristianos de Oriente Medio y las estampidas humanas que produce. 200.000 sólo en Irak.

Parece oportuno recordar que Israel se retiró unilateralmente de Gaza en 2005, desmantelando los 17 asentamientos, dejando más de 3000 invernaderos y centros de producción agrícola operativos y devolviendo la soberanía y control del territorio a la Autoridad Nacional Palestina. Invernaderos y centros que generaban beneficios y que nunca se utilizaron, porque fueron destruidos al tiempo que el último judío – había 8.500 - salía del territorio que había sido su hogar durante cuarenta años. Cuando el Estado de Israel se crea, no tiene ningún problema en integrar a los 100.000 árabes que se quedan para construir juntos su futuro. Hoy, el millón y medio de árabes israelíes – 1.656.000-  representan el 20´7% de la población y gozan de todos los derechos y obligaciones, como cualquier otro ciudadano de Israel o de cualquier otro país democrático del mundo. No debería sorprender, aunque esa reciprocidad es impensable en la mentalidad árabe y musulmana, mucho menos entre el liderazgo palestino. Ni la ANP ni Hamas contemplan la más mínima posibilidad de que un solo judío pueda vivir dentro de sus territorios. Pero el primero es un Estado racista que practica la limpieza étnica y el aparheid y el segundo es progresista. Los 608. 200 judíos que a lo largo de la década de los 50 fueron expulsados de las tierras árabes en las que vivían desde hacía siglos, se integraron en Israel o en otros países occidentales, adoptaron la nacionalidad del país de acogida y no recibieron ningún tipo de reparación por las tierras y bienes que les confiscaron. En cambio, más o menos el mismo número de árabes que, después de la primera guerra árabe-israelí, abandonaron el territorio que quedaría bajo jurisdicción del Estado de Israel y huyeron hacia la Cisjordania ocupada por Jordania, Gaza – bajo control egipcio -, Siria o Líbano, se convirtieron, ellos y sus descendientes, en eternos refugiados, apátridas y sin identidad nacional ninguna gracias a la brillante idea de las recientemente creadas Naciones Unidas que, en lugar de dejar el asunto bajo la gestión de la Agencia General para los Refugiados – ACNUR -, que se ocupa de todos los refugiados del mundo, se inventaron una Agencia específica para los refugiados Palestinos - la UNRWA -. Las propias Naciones Unidas establecieron, por cuestiones ideológicas y políticas, la diferenciación entre estos refugiados business y el resto de los refugiados de clase turista. Y por eso hoy, como la condición de refugiado palestino se hereda e imprime carácter respecto del resto de refugiados del mundo, estamos en la surrealista cifra de cuatro millones y medio los descendientes de aquel puñado de huidos que se consideran los legítimos dueños del territorio que constituye el Estado de Israel.

Bien es sabido que los mitos sustentan la cosmovisión de un pueblo. Pero cuando un pueblo no tiene historia, porque no tiene pasado y se lo tiene que inventar, y cuando su identidad nacional se reafirma en la medida en que niega la existencia del contrario, entonces, no le queda otra que cohesionar su relato para hacerlo exportable y creíble. Y aquí, en la guerra propagandística, han ganado la batalla. El mito del bloqueo, como el de la ocupación, efectivo sólo para el tráfico de armas, los materiales de doble uso y la transferencia de sueldos a los funcionarios de Hamas, surge de la imposibilidad del liderazgo palestino, fuertemente fraccionado y condicionado ideológicamente, de asumir el riesgo de construir las bases de un Estado que garantice la prosperidad y seguridad para su pueblo sobre las bases del respeto, la reciprocidad y la libertad. En lugar de ello, la ingente ayuda internacional – 10.000 millones de dólares desde 1993 sólo de España - se ha desviado vergonzosamente para tejer todo un entramado de corruptelas, mejorar la capacidad operativa y armamentística de las milicias, adoctrinar a las nuevas generaciones en el odio enfermizo hacia Israel y los judíos, ganar tiempo y fortalecer los vínculos internacionales que desestabilizan la región. Cerrar una frontera por motivos de seguridad no es sólo legítimo, sino una práctica que está al día en cualquier otra parte del mundo. Egipto lo hace cada vez que atisba que peligra su seguridad, y parece que a nadie le ha molestado. Gaza, con una población de 1.800.000 personas y una densidad de 4.167 hab/km2 concentrada fundamentalmente en barrios convertidos en fortalezas por Hamas, como Shujaiya, Beit Hanoun o Beit Lahiya, no es ninguna cárcel, ni ninguna ratonera, ni un gueto, ni un territorio bloqueado, sino subvencionado. Por la Comunidad Internacional y por el propio Israel, que envía una media de 100 camiones diarios con combustible, alimentos, material sanitario y material de construcción para suplir las necesidades básicas de la población. Los pasos de Erez y Rafah no se han cortado, ni siquiera en medio de la tensión, y sólo por el cruce de Kerem Shalom, desde enero de 2014 al mes de julio, han pasado 4.680 camiones con 181.000 toneladas de mercancía.

Israel es vapuleado hasta el extremo de que su derecho a la autodefensa es cuestionado por una Comunidad y una opinión pública Internacional que deslegitima su existencia misma y que pervierte diabólicamente los términos genocidio, asesinato, crimen de guerra, violación del Derecho Internacional… en un doble lenguaje y una doble moral que no menciona ni por asomo escenarios donde sí se cometen esas atrocidades, como son Irak, Siria, Mali, Libia, Somalia, Congo, Sudán, Camerún, Nigeria, Mauritania, Yemen, Angola, Afganistán, Pakistán y un largo etcétera, o realiza suculentos negocios con países que soportan y financian el terrorismo y son símbolo evidente de progresía y respeto de los derechos humanos – Irán, Arabia Saudí, Qatar, Libia o Venezuela - por el mero hecho de que sus representantes cobran el sueldo de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. El asesinato de 50 cristianos, quemados vivos, por el grupo terrorista Boko Haram, mereció en su día un breve comunicado del Ministro de Asuntos Exteriores español en el que se calificaba de “deleznable ataque terrorista” semejante ignominia. Todavía no se ha pronunciado por el genocidio – y esto si lo es – que el Estado Islámico, en su delirio de crear un califato universal, está cometiendo en Irak contra los cristianos y contra la minoría Yazidi. El día que la Comunidad Internacional reaccione a esta barbarie lanzará canicas desde 3.000 metros de altura contra un grupo de terroristas desperdigados – a los que no verá ni con prismáticos – alrededor de un pozo de petróleo. Si para las Naciones Unidas y para el ministro español, José Manuel García Margallo, la Operación Margen Protector en Gaza ha provocado una crisis humanitaria sin precedentes en la historia, con unas  cifras de 1.800 muertos aportadas por el Servicio de Salud de Hamas y en las que no distingue civiles de combatientes, es de entender que, además de ignorancia, su silencio ante los 2.000.000 de refugiados sirios – el 11% de la población del país –, el 1.000.000 de iraquíes desde enero o los 50.000 Yazidies de esta última semana, obedezca a la profunda conmoción que le ha debido producir, y que le ha dejado sin palabras ni calificativos.

El sufrimiento de la población civil, de cualquier parte del mundo, merece ser denunciada, como no podía ser de otro modo. La Operación Margen Protector ha causado un daño muy importante a las infraestructuras civiles en Gaza. Y es evidente que las llamadas medidas pasivas – barreras en los caminos, toques de queda, cerca de seguridad – acarrean trastornos en la actividad cotidiana de la población palestina. A pesar de todo, hay pocos Estados en el mundo que hagan frente al combate del terrorismo manteniendo un sólido equilibrio entre la necesidad de garantizar la Seguridad y protección de su población civil y la convicción de que no debe, bajo ningún concepto, pervertir sus valores democráticos y sus libertades. Sus Operaciones militares comienzan siempre cuando ya la situación se hace insostenible para la población israelí, que vive diariamente sometida al lanzamiento continuo de cohetes o misiles desde Gaza, temporalmente desde el sur del Líbano por Hizbollah o expuesta al goteo de atentados, escaramuzas o agresiones desde Cisjordania y reivindicadas en nombre de las Brigadas de Al-Aksa, Brigadas Al-Quds, Tanzin, Ezzedin Al-Kassam y toda la variedad de grupos terroristas avalados y consentidos por la propia Autoridad Nacional Palestina, algunos de ellos ligados a Al-Fatah, el partido moderado del Presidente Mahmoud Abbas y con el que la Comunidad Internacional tiene tanto feeling. Me temo que el Ejército de Israel  es el único que trata de minimizar las bajas, alertando al enemigo del momento preciso en el que pretende lanzar una operación en la que puedan verse involucrados civiles. Por el momento, no hay constancia de que ningún otro ejército en el mundo avise por radio o por teléfono, que lance octavillas desde el aire, que desvíe el lanzamiento de un misil o aborte una operación ya en marcha si hay civiles en el campo de tiro, o que establezca hospitales de campaña para atender in situ a los heridos de cualquier bando y derive a sus propios hospitales a la población de unos territorios autónomos rehenes de una ideología criminal. Madres que manifiestan su agradecimiento a los doctores israelíes que han salvado la vida de sus hijos…porque así podrán convertirlos en shajids – mártires -. Cultura de la vida frente a otra que santifica la muerte. Crear el Paraíso en la Tierra o en la estratosfera con vírgenes permanentemente recicladas para atender las necesidades de tanto desviado. Civiles utilizados vilmente como escudos humanos por sus propios dirigentes, en una estrategia deliberada para prolongar el conflicto. La lectura del manual de guerrilla urbana, de las Brigadas Shujaiya es sumamente instructiva a la hora de explicar cómo utilizar los civiles de Gaza contra Israel y rentabilizar a su favor la opinión pública internacional. Los medios de comunicación y toda la Comunidad Internacional, por acción, omisión, interés y convicción, han traspasado, con una virulencia inédita, la barrera de lo moralmente aceptable de la legítima crítica hacia las decisiones de un gobierno democrático, y se han convertido en la correa de transmisión de un grupo terrorista y de la ideología de odio que la sustenta.

Porque las imágenes de niños y mujeres palestinos sepultados bajo los escombros de una vivienda, un hospital, una ambulancia, una mezquita o una escuela, destruida por un misil israelí, vende. Aunque esas fotos sean antiguas o pertenezcan a otros conflictos y hayan sido deliberadamente manipuladas. En cambio, conscientemente se obvia el almacenamiento de arsenal militar en los sótanos de estos edificios, el lanzamiento de misiles desde estos lugares, su conocimiento por parte de la población civil, de la prensa internacional, de la UNRWA y de la Cruz Roja; se obvia la utilización de las ambulancias de la Cruz Roja y de las furgonetas de la ONU para transportar, ocultar o salvar la integridad física de los terroristas y los combatientes; se obvia el apoyo logístico que brindan las numerosas oficinas de la ONU, Cruz Roja y todas las Organizaciones Internacionales que trabajan en pro de los derechos humanos en la Franja; se obvia la existencia del entramado de túneles del terror que horadan el subsuelo de Gaza como si fuera un queso gruyere o un plano de metro; se obvia que cada uno de ellos cuesta 3 mil millones de dólares, que se han descubierto 32, y que se han construido a lo largo de diez años, a cielo descubierto, ante la presencia, complicidad y silencio de toda la población civil; se obvia que ha tenido que ser necesaria la participación activa de la población civil porque estos túneles tienen su origen en el interior de infraestructuras civiles, detrás del mueble de una cocina, bajo la cama en la habitación de un niño, bajo el inodoro de un baño…; se obvia vilmente el número de víctimas israelíes – 64 militares y 3 civiles - y la tensión que vienen soportando a lo largo de estos diez años de no presencia israelí en Gaza, simplemente porque, en el ideario colectivo, son colonos, enemigos, sionistas, usurpadores o agentes de Israel. A los palestinos, Israel los mata impunemente y comete “crímenes de guerra” y “crímenes contra la humanidad” y es susceptible de ser enjuiciado por el Tribunal de Derechos Humanos, mientras que los civiles israelíes, sencillamente, se mueren. De una manera mezquina y maniquea, en este pervertido mundo al revés, el terrorista se convierte en víctima, y el Estado agredido que se defiende, en verdugo. Proporcionalidad en términos diplomáticos, que no es otra cosa que los buenos y los malos se miden, no por su catadura moral, sino por la cantidad de muertos que aportan.

En esta guerra entre Israel y Hamas, la reacción histérica y virulenta de la Comunidad Internacional, los medios de comunicación y la opinión pública mundial contra Israel y el pueblo judío, pone de manifiesto que ese odio ancestral ni se ha erradicado ni ha mutado, y aun peor: que esa distorsión tan acusada obedece, además, a un plan premeditado que ha dado frutos, y en el que España tiene mucho que ver. Nuestro país ingresó en Naciones Unidas en 1955 gracias al compromiso que adquirió de influir en el comportamiento de las naciones amigas – primero América Latina y después en Europa – en beneficio de los intereses árabes, de defender la causa palestina y de no establecer relaciones diplomáticas con el Estado de Israel. Compromiso a cambio de mejores condiciones en las relaciones comerciales y en el precio de los hidrocarburos, pero también de un impulso de la marca España que derivó, al final, en una alianza permanente y en bloque. Como en Fuenteovejuna, España se aseguraba el voto afirmativo del llamado grupo de Países No Alineados y correspondía con reciprocidad meridiana, sin cuestionamiento ético o moral, a las propuestas que el bloque planteaba. Un chantaje inaceptable para cualquier otro país, que España acomodó y revistió de progresismo a medida que adquiría visibilidad internacional y sorteaba como podía la traición a sus amigos árabes tras normalizar sus relaciones diplomáticas con el Estado de Israel en 1986, condición sine qua non para ingresar en el selecto club europeo.

Política del palo y la zanahoria a partir de entonces, y pretensiones de mediador frustrado fuertemente condicionado por una ideología antijudía y pro árabe que ha permeabilizado ya todas las capas de la sociedad civil, desde el Servicio Exterior, las altas esferas del Estado y los partidos políticos de todo signo, a las Instituciones académicas y educativas, gracias al intercambio académico, a la presencia e interacción de una comunidad musulmana amplia procedente de la inmigración, la conversión al islam cada vez más numerosa, el papel de los medios de comunicación, a la confluencia de intereses económicos, las gestiones de nuestra monarquía y al blanqueo del rigorismo religioso que deja divisas en nuestras costas, se viste de revolucionaria y antiimperialista, compra nuestros activos y stocks inmobiliarios, construye imponentes mezquitas, patrocina fundaciones, campamentos o clubes de fútbol, o idiotiza conciencias a través de modernos canales de televisión. Recuperamos la cultura de nuestros judíos y mantenemos relaciones muy ricas con Israel, al tiempo que potenciamos y ofrecemos a Arabia Saudí, Qatar, Emiratos o Turquía la posibilidad de influir de forma más activa en los asuntos relacionados con Oriente Medio y el Norte de Africa, aseguramos la continuidad de sus regímenes frente a los movimientos desestabilizadores, o les abrimos mercados y conciencias en América Latina y Europa. Criticamos la política de asentamientos israelí, les negamos su derecho a defenderse, les interrumpimos la ridícula venta de armas que no necesitan, emitimos nuestro voto favorable para que Palestina entre como Estado No Observador en la ONU y abrimos un Consulado Honorario en Gaza, al tiempo que armamos hasta los dientes a la oposición siria involucrada en actos de genocidio contra las fuerzas gubernamentales y los cristianos, comprendemos las necesidades nucleares de Irán, apostamos por el diálogo con Hamas o Hizbollah – financiados por nuestros amigos qataríes e iraníes -,  y hacemos la vista gorda ante el nepotismo y la corrupción tan descarada del liderazgo palestino. En un momento de crisis económica especialmente acuciante y con proyectos de inversión superiores a 10.000 millones de euros, el Estado de Israel no es un socio estratégico a tener en cuenta ni los judíos potenciales suicidas a los que hay que temer.

Hace apenas setenta años, el mundo que miró para otro lado y cruzaba los dedos mientras Hitler exterminaba a los judíos de Europa, hizo el paripé de sentar en el banquillo de los acusados a cuatro jerarcas nazis a los que ni siquiera condenó por los crímenes cometidos contra los judíos. El Tribunal Militar de Nüremberg se limitaría a recordar que “los crímenes más numerosos y salvajes” se habían “perpetrado contra los judíos”, sin aceptar la noción de un plan de exterminio institucionalizado contra ellos. La persecución de los judíos sólo ocupó 16 de las 190 páginas de la Sentencia, lo que explica el vehemente deseo de la Comunidad Internacional que nacía de pasar página y sepultar ese pequeño incidente ocurrido en el marco de una guerra global. Hitler había muerto, sus seguidores reinsertados en la vida civil y el Estado judío recientemente creado no duraría lo suficiente como para dar problemas. Afganistán, Argelia, Bangladesh, Egipto, Camboya, Corea del Norte, Guatemala, Irán, Irak, Nigeria, Sudán, Pakistán, Senegal, Siria, Mali, Sierra Leona, Uganda, Costa de Marfil, República Centroafricana, Camerún, Yemen, Emiratos Árabes Unidos o República Democrática del Congo, son sólo unos pocos de la lista de países que tienen la desfachatez de estar comprometidos en la prevención y sanción de delitos de genocidio y de ser parte de la Corte Penal Internacional o de integrar el Comité de Derechos Humanos de la ONU. Con el arengo de Europa, más preocupada en cuadrar caja que de recuperar el sentido de una Civilización que agoniza.

Setenta años después, la semilla del odio y la envidia que aupó a Hitler al poder ha vuelto a germinar de la mano de una ideología religiosa fanática que quiere aniquilar nuestra libertad y nuestro modo de vida, y aquellos que no lo quieren ver, incluido nuestro Gobierno, comete traición, no sólo con la memoria de los once millones de personas víctimas de la aberración nazi, sino también con el Estado de Israel, socio leal y único país que no tiene ningún complejo en defender sus fronteras, sus valores y sus ciudadanos de la tiranía que representa un proyecto político totalitario, fanático y genocida en potencia. Porque, que no le quepa ninguna duda a nuestro ministro Margallo, Israel es la china en el zapato del Islam, pero después vamos nosotros, los frikis liberales despreocupados, hedonistas, tolerantes y soñadores con las fantasías hollywoodense ambientadas en las maravillas de las mil y una noches. España seguramente se gane un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU el próximo otoño, pero ha vuelto a perder su dignidad.

Referencia:Voces de Oriente Medio
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Opinión. Yair Lapid: La traición del intelectual



Yair Lapid, ministro de Finanzas de Israel
y presidente de Yesh Atid)

No acuso a los intelectuales de ser parciales o antisemitas pero muchos de ellos son ciertamente culpables de la vagancia intelectual.

Demasiados intelectuales americanos y europeos han llevado al relativismo moral a su extremo absurdo, replegándose sobre "la validad de cada narrativa" y repitiendo el mantra de que "cada historia tiene dos lados". Tratan a aquellos que tienen una postura moral clara como primitivos. Para ellos, si uno toma una postura moral o elige un lado en un conflicto debe faltarle la tolerancia necesaria para "ver al otro lado".

Parece que un recuerdo distante, pero hace no tanto tiempo los intelectuales hacían exactamente lo contrario. Ellos fueron los que nos ayudaron a diferenciar entre el bien y el mal, entre justicia e injusticia. No ahondaron en la niñez del senador McCarthy o preguntaron si los alemanes sintieron un sentido genuino de infortunios. El debate no era sobre los sentimientos sino sobre la esencia de la verdad.

La traición de los intelectuales fue especialmente perceptible durante los días de la operación en Gaza. Ostensiblemente no debería haber dudas sobre a quién deberían apoyar los iluminados; en un lado del conflicto se para la democracia occidental, gobernada por la ley, que advierte a los civiles antes de atacar a objetivos terroristas legítimos. Del otro lado se para una organización terrorista islamista, homofóbica y misógina, comprometida a matar judíos, que hace todo en su poder para asesinar a civiles inocentes y esconderse detrás de sus propias mujeres y niños cuando lleva a cabo sus horribles ataques.

Pero aquellos intelectuales lo ven de manera diferente. Para ellos, los palestinos están sufriendo más y entonces deben estar en lo correcto. ¿Por qué? Porque han convertido al sufrimiento en una de las únicas medidas de justicia.

El sufrimiento de Gaza es realmente devastador, pero las causas no son claras. Cuando Hamas fuerza a civiles a pararse en el techo de un edificio que es utilizado como un centro de comando terrorista a pesar de saber que éste será atacado – y lo saben porque les advertimos, ¿quiénes son los responsables? Cuando Hamas ubica misiles y explosivos adentro de colegios de la ONU y dispara desde hospitales, ¿quiénes son culpables? Cuando Hamas dispara miles de cohetes y morteros a ciudades de Israel y fallan en asignar a cientos de nuestros hijos solo debido nuestro avance tecnológico y al sistema de defensa de misiles Domo de Hierro, ¿nos culpamos a nosotros mismos por sufrir menos?

Aquellos intelectuales se traicionaron a sí mismo porque se negaron a responder estas preguntas o incluso apreciar realmente la compleja realidad global en la que vivimos todos ahora. En vez, miraron las fotografías de los niños heridos en Gaza y compitieron sobre quién estaba más indignado.

Hamas, por supuesto, está agudamente al tanto de la debilidad de muchos intelectuales occidentales y los amenaza como herramienta en su propaganda de guerra. Hay una información de inteligencia significativa – no solo en manos israelíes – que muestra que Hamas cree, teológicamente, que no hay una barrera en sacrificar las vidas de niños de Gaza para obtener la simpatía de los medios occidentales. Aquellos que están al tanto de esto también saben cómo Hamas ve a los intelectuales occidentales que compran su espantosa propaganda – como una herramienta, para ser usada y burlada.

Referencia:Iton Gadol
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Cuando la cerveza Guinness salvó a Irlanda durante la Segunda Guerra Mundial



A los beneficios ya conocidos del consumo moderado de cerveza, hoy vamos a añadir el de ser la responsable de que Irlanda pudiese mantener su neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial.

Arthur Guinness, fundador de la cerveza Guinness en Dublín (Irlanda) en 1759, fue un empresario atípico para la época -incluso lo sería hoy en día-. Además de preocuparse de que su negocio fuese rentable, también se preocupó del bienestar de sus trabajadores y de los más necesitados de la sociedad: fundó organizaciones benéficas, construyó viviendas sociales para los más pobres… Sus herederos mantuvieron la política del fundador: todos los trabajadores que lucharon en la Primera Guerra Mundial recuperaron sus puestos de trabajo cuando regresaron a casa y, durante este tiempo, sus familias recibieron la mitad del salario habitual de estos trabajadores; a finales de los años 20, su salario era un 20% mayor que en la competencia, disponían de becas para la educación de los hijos, tenían cubiertos los gastos médicos… algo así como los trabajadores del tío Google en la actualidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, Guinness prometió a todos los soldados británicos que tendrían una botella de su cerveza negra el día de Navidad. Incluso trabajadores ya jubilados se presentaron como voluntarios en las fábricas para ayudar a cumplir aquella promesa.

St._James's_Gate_Brewery,_Dublin,_Ireland


En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, el Primer Ministro Eamon De Valera declaró la neutralidad de Irlanda. Aquella decisión nos gustó nada en Londres y provocó el enfado de Winston Churchill, en aquel momento Primer Lord del Almirantazgo. A pesar de todo, Irlanda mantenía su independencia política y nada se podía hacer desde Londres… o eso creía De Valera. En 1940, y ya como Primer Ministro, Churchill comienza su jugada maestra para obligar a Irlanda a romper su neutralidad y poder utilizar los estratégicos puertos irlandeses.

Churchill-Karsh1


Su macabro plan consistía en estrangular la economía irlandesa, con escasos recursos naturales y peligrosamente dependiente de los suministros británicos. Para ello, Churchill ordenó cortar los suministros de fertilizantes, gasolina, carbón… e incluso cereales. La economía irlandesa se derrumbó y el hambre comenzó a instalarse entre sus habitantes. En 1941 la situación de Irlanda era desesperada y De Valera comenzaba ya a plantearse ceder ante la pretensiones de Churchill, cuando apareció en escena Guinness. En marzo de 1942, en un esfuerzo por preservar el cereal para el pan, el gobierno irlandés impuso restricciones y prohibió la exportación de cerveza. Algo que en teoría poco o nada afectaba al plan de Churchill, dio un giro de 180º cuando las tropas británicas comenzaron a protestar por la escasez de Guinness (incluso hubo disturbios callejeros en Belfast). Por aquello de mantener la moral alta de los soldados, el gobierno británico volvió a suministrar cereal para mantener las exportaciones de cerveza. De Valera entendió que la Guinness era su baza para recuperar los suministros y su economía. Al poco tiempo, volvieron a prohibir la exportación alegando que no tenía suficiente carbón para seguir manteniendo la producción. Los británicos volvieron a suministrar carbón. Poco a poco, y manteniendo este patrón de intercambio, Irlanda consiguió recuperar los suministros, su economía y mantenerse neutral… a pesar de Churchill.

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Referencia:Historias de la Historia
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18 de agosto de 2014

Zante, la isla que salvó a todos sus judíos


Fue el único lugar en la Europa ocupada por las fuerzas alemanas en la que sus habitantes cristianos salvaron a todos los miembros de su comunidad judía
wikipedia

Vista de la ciudad de Zante


En Israel la isla de Zante es conocida como la «isla de los Justos», ya que es el único lugar en la Europa ocupada por las fuerzas alemanas en la que sus habitantes cristianos salvaron a todos los miembros de su comunidad judía, 275 personas.Y dentro de poco habrá dos películas contándolo.

El alcalde y el Obispo



Todo empezó en la primavera de 1944: los invasores alemanes «recogían» a todos los judíos de las Islas Jónicas para enviarlos en barco a la ciudad de Patras y de ahí, en vagones ferroviarios, directamente a Auswitch. En la isla de Corfú recogieron a 2.000 y en la de Cefalonia a 400.

Cuando Paul Berents, el comandante alemán de Zante, informó al Obispo ortodoxo Jrisóstomos y al Alcalde Lúcas Carrer que tenían 24 horas para entregar la lista de sus habitantes judíos, incluyendo sus posesiones, no se esperaba su reacción. Se encontró el día después con un sobre cerrado. Al abrirlo, vió que sólo había dos nombres: el del Obispo y el del Alcalde.

El Obispo, que hablaba perfectamente alemán ya que había hecho sus estudios en Munich, afirmó que si se hacía algo contra los judíos, él mismo les acompañaría y compartiría su destino. El comandante pidió órdenes a Berlín pero entretanto los dos hombres habían informado a Mosés Ganis, el líder de la comunidad judía, la directiva alemana. Y con el prepararon una maniobra extraordinaria: todos los judíos fueron escondidos en casas y granjas de los cristianos. Y hasta que los alemanes abandonaron el país (Zante fue liberada el 12 de Septiembre de 1944) , nadie se chivó y todos los judíos de la isla se salvaron.

Diez personas escondidas en un cuarto



Lo cuenta Chaim Constantinidis, uno de estos sobrevivientes que recuerda estos acontecimientos, ocurridos cuando tenía once años y vivía con sus padres y cuatro hermanos en la capital de la isla. Constantinidis ha estado hace poco en Zante y a sus 81 años aun recuerda lo que ocurrió en 1944: omo el líder judío Ganis llegó una noche a su casa y les pidió que todos prepararan un hatillo para irse de inmediato.

Les escondieron en un cuarto de la casa de una familia griega en las afueras de la capital, junto con un primo con su mujer e hijo. Diez personas escondidos en un cuarto durante cinco meses. Pero se salvaron todos. Poco después toda la familia se fue a Israel, donde su vida fue difícil al principio, mucho peor que la que dejaron en Grecia.

Pero cuando Zante fue asolado por un terrible terremoto en 1953, la primera ayuda llegó de Israel con un escueto mensaje: «Los Judíos de Zante nunca olvidaron su Alcalde y su querido Obispo y lo que hicieron por nosotros».

En 1978, la Autoridad para el Recuerdo de los Martires y Héroes del Holocausto nombró al Obispo Jrisóstomos y al Alcalde Lucas Carrer «Justos de las Naciones», el mayor honor para las personas no judías que con riesgo personal salvaron a judíos durante el Holocausto.

Películas para no olvidar



Gracias a Gregory Pappas y Steven Prióvolos, dos americanos de origen griego, esta historia se verá en la pantalla grande: con la película «Ningún hombre es una isla», un documental de Yánis Sakiaridis. Y con otra que aún se está rodando dirigida por Theo Papadulaki. El productor ejecutivo es Sid Gants, que fue presidente de los estudios de Century Fox y también de la Academia de los Oscar entre 2005 y 2009 ,y proviene de una familia judía de la ciudad de Ioanina, al norte de Grecia.

Chaim sigue hablando el griego de su infancia y contando a sus hijas que Zante es la isla mas bonita del mundo. Y en una entrevista al semanal del diario Kathimeriní insistió que es bueno que el mundo entero conozca su historia. Afirma que «los niños ahora deben conocer lo que pasó, saber sobre los Nazis y el Holocausto, para que estos horrores no vuelvan a ocurrir jamás».

Los judíos griegos en números:



Presentes desde hace mas de 2.000 años en Grecia, los judíos griegos son en su gran mayoría sefarditas con una minoría romaniota. Durante la Segunda Guerra Mundial, más de 12.000 lucharon en el ejército griego contra los italianos.

Se considera que el 81% del total de los judíos fallecieron en los campos de concentración

y los demás se salvaron gracias a la protección de la Iglesia Ortodoxa (que los hacía pasar por cristianos proporcionándoles documentos falsos) y de familias particulares griegas que les escondieron con gran riesgo personal.

También se salvaron quienes tuvieron ayuda de las autoridades españolas e italianas gracias a la concesión de pasaportes. En el caso español, gracias al extraordinario trabajo del diplomático Sebastián Romero Radigales desde la Embajada de España en Atenas, ayudado por su canciller, el Padre Tipaldos. En la ciudad de Salónica, de los 50.000 judíos enviados a Auschwitz sólo regresaron 1.950.Y ahí ayudaron desde el consulado italiano Guelfo Zamboni y Guiseppe Castruccio para salvar a muchos.

En Zante ya no hay judíos: la mayoría se fue a Israel y unos pocos se quedaron en Atenas. Pero con la profunda crisis económica que atraviesa el país y con el alza de la extrema derecha neonazi, muchos miembros jóvenes de la pequeña comunidad judía griega, formada por 5.500 personas, piensan ahora en emigrar a Israel.

Referencia:ABC
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