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30 de septiembre de 2014

HAMAS Y FATAH YA LUCHAN POR LOS FONDOS PARA GAZA






por KHALED ABU TOAMEH

"Robo a mano armada en plena luz del día." Según los palestinos, después que Hamas "se apoderara de" $ 750.000 de un banco de Gaza.

Fatah acusó a Hamas de "despilfarrar" 700 millones de dólares de ayuda financiera destinada a las víctimas palestinas de la guerra. Fatah quiere asegurarse que los millones de dólares destinados a la Franja de Gaza pasarán por sus manos y que no terminen en las cuentas bancarias de Hamas. Depender de Fatah en este sentido es como pedirle a un gato que cuide la leche.

El jefe de la Comisión Anticorrupción de la Autoridad Palestina reveló que su grupo ha recuperado $ 70 millones de fondos públicos malversados por funcionarios palestinos. Los donantes árabes y occidentales tienen que asegurarse de que su dinero no termine (una vez más) en las manos equivocadas. Sin un mecanismo adecuado de rendición de cuentas y transparencia, es probable que cientos de millones de dólares vayan a las cuentas bancarias de los dos líderes de Hamas y Fatah.


Mientras los esfuerzos están en marcha para celebrar una conferencia internacional en El Cairo para la reconstrucción de la Franja de Gaza tras el Operativo Margen Protector, los dos principales partidos palestinos, Hamas y Fatah, ya se están acusando mutuamente de robar los fondos que se canalizaron para ayudar a familias palestinas.

No está claro en este momento cuánto dinero fue dirigido a la Franja de Gaza desde el alto el fuego mediado por Egipto, que fue anunciado a finales de agosto.

Pero está claro a estas alturas que tanto Hamas como Fatah están comprometidos en una lucha sobre quién controlará los fondos y asumirá la responsabilidad de la reconstrucción de la Franja de Gaza.

La guerra entre Hamás y Fatah sobre los fondos destinados a los residentes de la Franja de Gaza se está librando por cada centavo de dólar. Ésta es una lucha de poder en el que los únicos perdedores son aquellos palestinos y miembros de su familia que perdieron sus hogares durante la confrontación militar con Israel.

Hamas y Fatah saben que cientos de millones de dólares, tarde o temprano serán asignados por los donantes árabes y occidentales para la reconstrucción de la Franja de Gaza. Las dos partes están decididas a poner sus manos sobre los fondos, a sabiendas que quien controla el dinero controla al pueblo.

Tanto Hamas como Fatah están desesperados por dinero en efectivo y están dispuestos a hacerlo todo para enriquecer sus arcas, incluso si eso significa robar un banco.

Esto es exactamente lo que Hamas hizo la semana pasada. Fuentes de la Franja de Gaza, dijeron que los oficiales de seguridad de Hamas asaltaron el Banco de Palestina en el barrio de Rimal de la ciudad de Gaza y "decomisaron" $ 750.000 en efectivo.

Las fuentes dijeron que el dinero pertenecía a la Compañía Palestina Jawwal Celullar. Dijeron que la incursión en el banco llegó con el pretexto de que la empresa no había pagado todas sus deudas tributarias a Hamas. Los palestinos en la Franja de Gaza describieron la redada como un "robo a mano armada en plena luz del día."

El "robo a mano armada" se produjo poco después que Fatah acusó a Hamas de "despilfarrar" 700 millones de dólares de ayuda financiera destinada a las víctimas palestinas de la guerra. No está claro de dónde procedía esta gran suma.

El portavoz de Fatah, Ahmed Assaf, afirmó en una entrevista con una estación de la televisión egipcia que los fondos eran donaciones de muchos países. Dijo que Hamas recogió las donaciones "en el nombre de los niños, mujeres y ancianos, con el pretexto de reconstruir lo que fue destruido por Israel." El dinero, agregó, no llegó a su destino.

Los cargos de Assaf son vistos como parte de una campaña orquestada por Fatah para prevenir a los donantes de tratar con Hamas. Fatah quiere asegurarse que los millones de dólares destinados a la Franja de Gaza pasarán a través de sus manos para que no terminen en las cuentas bancarias de Hamas.

Durante el enfrentamiento militar, los líderes de Fatah en Ramala, emitieron una fuerte condena de Hamas. Dijeron que el movimiento islamista estaba robando la ayuda humanitaria enviada a la Franja de Gaza y que la distribuían entre sus seguidores en las mezquitas.

Pero entonces, ¿quién dijo que se podía confiar en Fatah cuando se trata de distribuir la ayuda financiera? Depender de Fatah en este sentido es como pedirle a un gato que cuide la leche.

La Autoridad Palestina, dominada por Fatah durante 20 años, es conocida por su corrupción financiera y administrativa.

A principios de este mes, Rafik Natsheh, jefe de la Comisión Anticorrupción de la AP, reveló que su departamento ha logrado recuperar 70 millones de dólares de fondos públicos malversados por funcionarios palestinos. También dijo que su departamento descubrió 60 casos más de corrupción financiera en 2013.

Pero lo más notable es que algunos funcionarios de Fatah están acusando a sus propios partidarios de robar fondos proporcionados por el liderazgo de la AP a la Franja de Gaza. Un sitio web de noticias afiliado a Fatah reveló que los líderes de Fatah en la Franja de Gaza han estado distribuyendo los fondos entre sus familiares y amigos. El informe dijo que los funcionarios de Hamas también lograron poner sus manos sobre los fondos que llegan de la oficina del presidente de la Autoridad Palestina en Ramallah.

Un miembro de Fatah en la Franja de Gaza fue citado diciendo: "Un funcionario de la Autoridad Palestina compró chocolate para 300 shekels (90 dólares), mientras que nuestros hombres están siendo ignorados y no pueden darse el lujo de usar el transporte público o alimentar a sus hijos."

Él y decenas de activistas de Fatah en la Franja de Gaza, escribieron una carta al presidente de la AP, Mahmoud Abbas, para pedirle que formara una comisión de investigación sobre la malversación de la ayuda financiera destinada a las familias palestinas.

Las crecientes tensiones entre Hamas y Fatah después de la guerra no auguran nada bueno para los esfuerzos por lograr la "unidad nacional" palestina.

No sólo el dinero: El 22 de agosto, 2014, Hamas ejecutó a 26 palestinos en Gaza que, según ellos, habían "espiado para Israel". Fuentes en Gaza revelaron que algunos de los hombres ejecutados pertenecían a la facción rival Fatah de Mahmoud Abbas y no tenían ninguna conexión con Israel.

Algunos líderes de la OLP en Ramala están hablando ahora de una división permanente entre Cisjordania y la Franja de Gaza, como resultado de la lucha por el poder entre Hamas y Fatah.

El Secretario General de la OLP, Yasser Abed Rabbo, dijo esta semana que la Franja de Gaza estaba "más cerca que nunca de separarse de Cisjordania" debido a la continua rivalidad entre Fatah y Hamas.

Sin embargo, lo que está en juego aquí no es sólo la "unidad" palestina. Fatah y Hamas seguirán luchando y pelearán por todo, desde las cuestiones económicas a las ideológicas. La "Unidad" es una víctima de esta lucha por el poder. La otra víctima es el esfuerzo para reconstruir la Franja de Gaza y ayudar a sus residentes.

Cuando no se están peleando por cuestiones políticas e ideológicas, Hamas y Fatah se pelean por dinero. En las circunstancias actuales, los donantes árabes y occidentales que están dispuestos a contribuir para ayudar a los palestinos en la Franja de Gaza, necesitan asegurarse que su dinero no termine (una vez más) en las manos equivocadas. Sin un mecanismo adecuado de rendición de cuentas y transparencia, es probable que cientos de millones de dólares vayan a parar a las cuentas bancarias de los dos líderes de Hamas y Fatah.

FUENTE: GATESTONE-TOAMEH-LOS FONDOS PARA GAZA-20/09/14

TRADUCIDO POR ANA

REFLEXIÓN:

Es un lugar común decir que como estos líderes fueron votados por sus conciudadanos, éstos tienen lo que eligieron. Pero, si hacemos un poco de memoria, Cisjordania es presidida por Abbas sin que tuvieran elecciones desde el 2009 cuando finalizó su mandato. ¿Por qué? Porque si la gente pudiera elegir, Abbas perdería con Hamas. Sin embargo, si hubiera elecciones en Gaza difícilmente ganaría Hamas, por eso tampoco las hay. La democracia en el mundo árabe termina después de empezar.

No es un misterio dónde fue a parar todo el dinero que han recibido los palestinos y que no se aplicó a su desarrollo. Con él en Gaza han construido túneles para atacar a Israel y comprado armas con el mismo propósito. En Cisjordania ni eso. ¿Dónde está todo el dinero recibido?

En ambas partes la gente vive mal, muchos de ellos, con los magros dineros que recibieron después de la guerra, huyeron desde Egipto hacia Europa y casi todos perecieron ahogados, como se lee en un post anterior.

El mundo no aprende y les sigue dando fondos para que se enriquezcan sus dirigentes. No es nuevo, pero se supone que aprenderán de una buena vez que si quieren de verdad ayudar a la gente, no es a través de estos líderes, seguramente hay gente honesta que puede cambiar la historia de los palestinos. Pues tómense el trabajo de averiguar quienes son confiables.

Cuando los palestinos vivan mejor, no habrá armas ni túneles ni peleas por el dinero, ellos estarán mejor e Israel no tendrá que defenderse de sus locos ataques. Sin ellos y con una buena vida, estos dirigentes no podrán inventar enemigos donde no los hay. No es demasiado pedir, a menos que lo que más le interese a este mundo no menos loco es colaborar para que esta guerra entre israelíes y palestinos no tenga fin. Vaya a saberse por qué...

ANA

VIDEO: ISRAEL-PALESTINA, EL MUNDO ESTÁ JODIDO


Referencia:Ana
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Rutinas de ejercicios en casa, 10 minutos - RUTINASHOME



La falta de tiempo, de dinero o de ganas, a menudo nos priva de realizar ejercicio y mantenernos en forma.

En estas páginas se encuentran 7 ejercicios sencillos para realizar en casa, con los cuales nos mantendremos físicamentes cómodos y activos a diario.

Está guía recoge una tabla con 7 ejercicios, que debemos repetir dos veces, con un dencanso de 10 segundos entra cada ejercicio.

Esto nos llevará tan solo 10 mínutos,

y con realizarlo 3 o 4 días a la semanas nos mantendremos en forma.



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Israel, una potencia tecnológica con el código genético argentino



startup nation el Silicon Valley de medio oriente

El boom emprendedor high tech asombra al mundo. Ingenieros, inversores y ejecutivos argentinos cuentan las razones del éxito.


Postales de la industria. Jóvenes empleados de Lightricks,

una de las 4.500 startups israelíes que operan en la actualidad.





Damián Kantor TEL AVIV — ENVIADO ESPECIAL

Tel Aviv tiene aspecto californiano. Recostados sobre el boulevard Rotschild, su principal avenida, decenas de lujosos y modernos rascacielos laminados en vidrio coexisten con otros mucho más antiguos, en los que predomina la arquitectura Bauhaus, toda una escenografía pintoresca en la que resaltan las palmeras y la diversidad cultural. Las semejanzas entre el Silicon Valley y Tel Aviv son más amplias. Allí, es habitual, emprendedores, inversionistas, estudiantes y cazadores de oportunidades apuntalan a la denominada “Nación de startups”, un fenómeno que transformó a Israel en una potencia económica basada en la producción de alta tecnología.

Por exportaciones, al país le ingresan anualmente más de US$11.636 millones de dólares, esto sin computar las inversiones y las ventas de empresas, cuyos valores no dejan de sorprender. Se estima que actualmente hay más de 4.500 startups del rubro (con menos de 3 años), la mitad de las cuales están en Tel Aviv. Así, en sólo 20 años Israel pasó de sobrevivir exportando naranjas y cítricos a ser el territorio con mayor concentración de empresas tecnológicas, capitales de riesgo y radicación de centros de investigación y desarrollo de los principales colosos del sector, entre ellos Intel, Microsoft, Apple, IBM, Google, SAP, Cisco y HP.

Aunque resulte odioso, las comparaciones con el Silicon Valley son inevitables. Y también con la Argentina, cuyo foco son las grandes ligas del software. Unos y otros se conectan, en algunos casos de manera curiosa. Se calcula que unos 80.000 argentinos viven en Israel, y algunos logran destacarse en diversos campos, desde lo académico hasta lo empresarial. “El gobierno promueve la industria y para los jóvenes, las carreras de ingeniería y las ciencias duras ofrecen muchas oportunidades de trabajo y un futuro muy próspero”, dijo a iEco Alon Hoffman, un argentino de 56 años que se radicó en Israel en 1972, y que actualmente es el decano de la facultad de Química en Technion, el más prestigioso instituto de tecnología de ese país (ver pág. 9).

Rodeado de vecinos hostiles, en pleno desierto y con 8.904.373 habitantes, muchos de los cuales son inmigrantes, los logros de Israel no dejan de sorprender. Tiene 64 empresas cotizando en el Nasdaq. Sólo China lo supera en cantidad (95), pero se ubica por delante de Canadá (39), Bermuda (15), Suiza (14), Grecia, Hong Kong y Japón (12). Brillar en los paneles bursátiles es un mérito, lo mismo que los altos valores que suelen alcanzar las ventas de empresas israelíes. Meses atrás, Google compró Waze –una aplicación que genera mapas con el volumen de tráfico en tiempo real– en US$966 millones. Intel, IBM, Microsoft, Apple, Qualcomm y Facebook, entre muchos otros, son activos compradores de startups israelíes.

La explosión de la alta tecnología en Israel no entraña ningún misterio. Tiene todos los componentes de manual: un ecosistema complejo que incluye graduados universitarios (ideas y mano de obra calificada), capitales de riesgo, emprendedores, incubadoras y la presencia de los colosos globales. Sobre este último punto, Intel (a punto de cumplir 40 años en ese país) anunció la semana pasada un plan de inversiones por US$6.000 millones para ampliar su planta de producción en Kiryat Gat, en el sur del país, en pleno desierto.

“El ecosistema tecnológico de Tel Aviv nunca descansa”, dicen allí. Tampoco en Jerusalén, Haifa, Nazareth, Ra’anana, Herzliya o cualquier ciudad y pueblo del país. Sin embargo, “armar un ecosistema es algo complejo y con capitales únicamente no es suficiente: hace falta talento, universidades, la presencia de multinacionales y un gobierno que brinde incentivos”, explicó Uri Adoni, socio fundador de JPV Media Labs, uno de los 10 mayores fondos de inversión de riesgo del mundo y el mayor de Israel. Y que posee un edificio en Jerusalén, que funciona también como incubadora y criadero de startups.

Adoni conoce Buenos Aires y el sistema de startups de software local. Estuvo en agosto del año pasado y visitó unas 30 nuevas empresas. Al respecto, dice: “Vi mucha pasión, mucho talento, me impresionó realmente el gran nivel técnico y su visión global”. Pero dice que la falta de financiamiento es un problema. ¿Un estorbo fatal? “Tampoco funciona el dinero sin talento”, justificó.

En Israel, los fondos abundan, pero no vinieron solos. En 1993, el gobierno impulsó el Yozma, un original programa que duplicaba las inversiones privadas en startups, limitando el riesgo. Eso atrajo la atención de los capitales, principalmente estadounidenses, y su resultado está a la vista: las inversiones de riesgo en Israel duplican las existentes en los EE.UU. y 30 veces el monto de toda la Unión Europea. Esa clase de apuestas privadas tan arriesgadas permitieron modelar los grandes colosos norteamericanos del sector (Apple, Intel, Oracle, Google y más recientemente a Facebook, entre otros) cuando recién emergían, la mayoría operando en los garages de sus casas. El Estado israelí, con el Yozma, creó 20 de estos fondos con aportes propios, coparticipando los éxitos y los fracasos.

El argentino Eduardo Shoval es socio de OurCrowd, uno de los 70 fondos de riesgo que operan en Israel. Su currículum impresiona: fue cofundador de 7 startups tecnológicas, 4 de las cuales –Optibase, Accord Video Telecomunicaciones, LaserComm y Accells Technologies– obtuvieron valoraciones en el Nasdaq que superaron los US$400 millones. Shoval dice que el universo emprendedor israelí “es fascinante” y que surgen “oportunidades todo el tiempo”.

Acaso una de esas oportunidades sea FTBPro, una red social que clasifica comentarios de las principales ligas de fútbol del mundo, que nació hace tres años y que reclutó en sus inicios a Brian Goldfarb, un joven ingeniero argentino de 29 años. La empresa cuenta hoy con más de 60 empleados y está ubicada en Neve Tzedek, un barrio antiguo reciclado y con más glamour de Tel Aviv. “Me fui de la Argentina con mi familia. Pasé varios años en España y finalmente vine a Israel. ¿Si me adapté? A veces es difícil, pero ya no vuelvo nunca más”, resume.

Israel, una potencia tecnológica con el código genético argentino


Referencia:Clarin
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28 de septiembre de 2014

Fe, fanatismo y fantasía en Oriente Medio

Por Clifford D. May




“Dios creó la guerra”, especulaba Mark Twain, “para que los norteamericanos aprendieran geografía”. Hoy sigue siendo tan cierto como lo era hace dos siglos. ¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de localizar Yemen, Somalia o Malí en un mapa de no ser por los conflictos existentes en esos países?

Estos días la guerra plantea además una oportunidad para aprender un poco de historia y de teología. Pero para ello hay que separar los hechos de las fantasías.

En su discurso a la nación del pasado día 10, en horario de máxima audiencia, el presidente Obama reconoció que, en la época actual, “las mayores amenazas proceden de Oriente Medio y el Norte de África”. Y añadió :

Y uno de esos grupos es el Estado Islámico de Irak y el Levante  (…) que se denomina a sí mismo el Estado Islámico.
Hasta ahí, bien. Pero a continuación afirmó que el Estado Islámico “no es islámico”. ¿Por qué no? Porque, según dijo, “ninguna religión consiente el asesinato de inocentes, y la gran mayoría de las víctimas del EIIL han sido musulmanas”. Ninguna de ambas afirmaciones resiste un análisis.

Ciertamente, no hay nada nuevo en que unos musulmanes maten a otros musulmanes. La primera guerra civil islámica estalló en el 656, tan sólo 24 años después de la muerte de Mahoma, fundador del Estado islámico original. La batalla de Kerbala (680) marcó el inicio de un conflicto entre musulmanes suníes y chiíes que ningún proceso de paz ha logrado solucionar.

Sí, también ha habido conflictos internos entre los cristianos: la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) fue uno de ellos. Irlanda del Norte padeció otro en el siglo XX. Pero eso no hace sino reforzar mi posición: ¿alguien sugeriría que los cristianos que luchan contra otros cristianos no son cristianos?

En cuanto a la idea de que ninguna religión consiente el asesinato de inocentes, los aztecas, que gobernaron un gran imperio, creían tener una deuda con los dioses que sólo podía pagarse matando vírgenes y niños: eran colocados sobre losas, donde les arrancaban el corazón mientras aún latía, y lo alzaban hacia el sol.

Además, seguro que a estas altura ya sabemos que los yihadistas consideran que la expresión “infiel inocente” es una contradicción.

Eso nos lleva a la incómoda cuestión que el presidente Obama estaba evitando, no respondiendo: ¿cuál es la relación entre la religión islámica y entidades como el Estado Islámico, la República Islámica de Irán, Hezbolá (que significa “el Partido de Alá”) y Hamás (que quiere decir “Movimiento de Resistencia Islámico”)?

Una breve historia puede ayudar a comprenderlo: hace cinco años, durante una visita a Pakistán, me reuní con un grupo de líderes religiosos; todos ellos eran musulmanes, pero representaban diferentes interpretaciones del islam. Ninguno apoyaba a Osama ben Laden, pero tampoco ninguno lo denominaría apóstata o hereje. El motivo, si se reflexiona al respecto, resulta obvio: Ben Laden era un fundamentalista, lo que significa que insistía en una interpretación literal de la escritura, sin omisiones, revisiones ni innovaciones. En cambio, un hereje es alguien que sostiene opiniones que se desvían de la doctrina o de la ortodoxia. Y un apóstata es quien le ha dado la espalda a su religión.

Ben Laden, Abu Baker al Bagdadi (autoproclamado califa del Estado Islámico), Alí Jamenei (Líder Supremo de la República Islámica de Irán): todos ellos parecen ser hombres devotos que creen que están librando, por mandato divino, una guerra contra Occidente, especialmente contra Estados Unidos, líder de los países occidentales, y contra Israel, única nación de Oriente Medio no gobernada por musulmanes.

¿La mayoría de los más de mil millones de musulmanes existentes comparten esta visión del mundo o participan en este proyecto? No, pero con que sólo lo haga un 10% ya tenemos un grave problema, complicado por el hecho de que hay muy pocos musulmanes que quieran y puedan desafiar a los yihadistas.

Turquía, miembro la OTAN, ha prohibido el uso de la base aérea de Incirlik, construida por los norteamericanos, en la que están destacados varios efectivos de la Fuerza Aérea estadounidense, para llevar a cabo ataques contra el Estado Islámico. Ankara tampoco está ayudando a acabar con el lucrativo comercio de petróleo robado que lleva a cabo el EI. La Organización para la Cooperación Islámica (OCI), una especie de ONU musulmana con 56 miembros, de momento no ha ofrecido más que apoyo retórico a la lucha contra el Estado Islámico.

Al insistir en que el Estado Islámico no es islámico puede que Obama crea que está demostrando sensibilidad. En realidad está sacando del apuro a los dirigentes musulmanes, que deberían estar combatiendo a los extremistas en el seno de la umma (comunidad global islámica) con la fuerza de las armas, retirando la financiación a mezquitas y madrazas que promuevan el yihadismo y organizando campañas del tipo “No en nuestro nombre”. En cambio, lo que están diciendo es: “Como el Estado Islámico no tiene nada que ver con el islam, no es problema nuestro”.

El otro día formé parte de un pequeño grupo que se reunió con un destacado clérigo cristiano de Oriente Medio. Dijo que entre sus vecinos musulmanes los yihadistas no abundaban. Pero, sin embargo, son letales: están ansiosos por perseguir y masacrar a las comunidades cristianas de la región, de 2.000 años de antigüedad, así como a cualquier musulmán sospechoso de disidencia, desafío o desobediencia.

Nada de ello me sorprendió. ¿Qué lo hizo? Su aparente aceptación de lo inevitable de un gran “mundo islámico” en expansión, cuyos líderes nunca tratarán a los cristianos como iguales ante la ley… o de cualquier otra forma. Lo máximo a lo que pueden aspirar los cristianos y otras minorías es a servir a sus amos y a que quizá les permitan sobrevivir.

Los norteamericanos deberían estar tomando nota de todo esto. Una lección: pese a al sensible discurso de “la aldea global” y de una “comunidad internacional”, buena parte del mundo sigue siendo una jungla.

No reporta ningún beneficio negar que en el seno del mundo islámico han surgido movimientos supremacistas, revanchistas y belicosos. Tales “extremistas violentos” (la expresión más precisa sería “fanáticos religiosos”) representan, de hecho, “la mayor amenaza” para la civilización. Eso los convierte en enemigos, y necesitamos conocer a nuestros enemigos si es que vamos a desarrollar estrategias coherentes para “derrotarlos definitivamente”, lo que implica no sólo derrotar al Estado Islámico sino a la enfermedad de la que éste es sanguinario síntoma.

Foundation for Defense of Democracies

Referencia:El Medio
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Los edulcorantes artificiales son perjudiciales para tu salud.



Los edulcorantes artificiales son perjudiciales para tu salud y te contamos sobre esta investigación. Hablaremos hoy de bacterias intestinales, edulcorantes artificiales e intolerancia a la glucosa.


Un nuevo estudio revela que ciertas bacterias intestinales pueden inducir cambios metabólicos al ser expuestas a edulcorantes artificiales.

Los edulcorantes artificiales, considerados útiles para perder peso y prevenir la diabetes, en realidad podrían acelerar el desarrollo de la intolerancia a la glucosa y el síndrome metabólico, y lo hacen de una manera sorprendente: al cambiar la composición y la función de la microbiota (flora bacteriana) intestinal, la importante población de bacterias que reside en nuestros intestinos.

Estos hallazgos, resultados de experimentos en ratones y seres humanos, han sido publicados hoy en la revista Nature. Entre otras cosas, dice el Dr. Eran Elinav del Departamento de Inmunología del Instituto Weizmann quien dirigió esta investigación junto con el Prof. Eran Segal del Departamento de Ciencias de la Computación y Matemática Aplicada, el uso generalizado de los edulcorantes artificiales en las bebidas y en los alimentos podría contribuir a la obesidad y a la epidemia de diabetes que está extendiéndose en gran parte del mundo.

Durante años los investigadores han estado desconcertados por el hecho de que los edulcorantes artificiales bajos en calorías no parecían contribuir a la pérdida de peso, y algunos estudios han sugerido que incluso podrían tener un efecto contrario.

El estudiante de posgrado Jotham Suez del laboratorio de Elinav, quien dirigió el estudio, colaboró con los estudiantes de posgrado Tal Korem y David Zeevi del laboratorio de Segal, y con Gili Zilberman-Shapira del laboratorio de Elinav, en el descubrimiento de que los edulcorantes artificiales, a pesar de no contener azúcar, ejercen un efecto directo sobre la capacidad del cuerpo de utilizar la glucosa.

La intolerancia a la glucosa – que generalmente se cree que ocurre cuando el cuerpo no puede lidiar con las grandes cantidades de azúcar en la dieta – es el primer paso en el camino hacia el síndrome metabólico y la diabetes en edad adulta.

Los científicos dieron de beber a ratones agua mezclada con los tres edulcorantes artificiales más utilizados – en cantidades equivalentes a las permitidas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).

Estos ratones desarrollaron intolerancia a la glucosa, a diferencia de los ratones que bebieron sólo agua, o incluso agua con azúcar. La repetición del experimento con diferentes tipos de ratones y distintas dosis de edulcorantes produjo los mismos resultados – estas sustancias estaban de alguna manera induciendo la intolerancia a la glucosa.

Posteriormente los científicos pusieron a prueba la hipótesis de que la microbiota intestinal está involucrada en este fenómeno. Ellos pensaron que las bacterias podrían realizar esto al reaccionar a las nuevas sustancias tales como los edulcorantes artificiales, que el propio organismo podría no reconocer como “alimento”.

De hecho, los edulcorantes artificiales no son absorbidos en el tracto gastrointestinal, pero al pasar a través de él se encuentran con billones de bacterias en la microbiota intestinal.

Los investigadores trataron a los ratones con antibióticos para erradicar muchas de sus bacterias intestinales; esto resultó en una reversión completa de los efectos de los edulcorantes artificiales sobre el metabolismo de la glucosa.

Luego transfirieron la microbiota de ratones que consumieron edulcorantes artificiales hacia ratones “libres de gérmenes”, resultando en una transmisión completa de la intolerancia a la glucosa a los ratones receptores. Esto en sí mismo fue una prueba concluyente de que los cambios en las bacterias intestinales son directamente responsables de los efectos nocivos en el metabolismo de su anfitrión.

El grupo incluso descubrió que la incubación de la microbiota fuera del cuerpo junto con edulcorantes artificiales fue suficiente para inducir la intolerancia a la glucosa en ratones estériles. Una caracterización detallada de la microbiota en estos ratones reveló cambios profundos en sus poblaciones bacterianas, incluyendo nuevas funciones microbianas conocidas por inducir propensión a la obesidad, diabetes y complicaciones de éstas tanto en ratones como en seres humanos.

¿Funciona la microbiota humana de la misma manera? Elinav y Segal poseían un medio para probar esto. Como primer paso analizaron los datos obtenidos en su Proyecto Personalizado de Nutrición (www.personalnutrition.org), el mayor ensayo clínico en humanos hasta la fecha, para comprender la conexión entre la nutrición y la microbiota.

Allí descubrieron una asociación significativa entre el consumo auto-reportado de edulcorantes artificiales, las configuraciones personales de las bacterias intestinales y la propensión a la intolerancia a la glucosa.

Sucesivamente llevaron a cabo un experimento controlado, solicitando a un grupo de voluntarios que por lo general no comen ni beben alimentos endulzados artificialmente que los consumieran durante una semana para luego ser sometidos a análisis de sus niveles de glucosa, así como de las composiciones de sus microbiotas intestinales.

Los hallazgos mostraron que muchos – pero no todos – de los voluntarios habían comenzado a desarrollar intolerancia a la glucosa después de sólo una semana de consumo de los edulcorantes artificiales.

La composición de su flora microbiana intestinal explicó la diferencia: los investigadores descubrieron dos poblaciones diferentes de bacterias en el intestino humano – una que indujo la intolerancia a la glucosa cuando fue expuesta a los edulcorantes, y una segunda sin efectos en ningún sentido.

Elinav cree que ciertas bacterias en los intestinos de las personas que desarrollaron intolerancia a la glucosa reaccionaron a los edulcorantes químicos mediante la secreción de sustancias que luego provocaron una respuesta inflamatoria similar a la sobredosis de azúcar, causando cambios en la capacidad del cuerpo para utilizar el azúcar.

Segal: “Los resultados de nuestros experimentos resaltan la importancia de la medicina personalizada y de la nutrición para nuestra salud en general. Nosotros creemos que un análisis integrado de la [gran información[ individualizada de nuestro genoma, microbioma y hábitos alimenticios podría transformar nuestra capacidad de entender cómo los alimentos y suplementos nutricionales afectan a la salud de una persona y al riesgo de contraer enfermedades”.

Elinav: “Nuestra relación con nuestra propia mezcla individual de bacterias intestinales es un factor muy importante en la determinación de cómo nos afectan los alimentos que comemos. Es especialmente intrigante la relación entre el uso de edulcorantes artificiales – a través de las bacterias en nuestros intestinos, y la tendencia a desarrollar aquellos trastornos que debieron prevenir; esto exige una reevaluación del actual consumo masivo de estas sustancias sin supervisión”.

Referencia:Latam Israel
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“Fue la primera vez que vi con mis propios ojos a alguien utilizar a otra persona como escudo humano”




El Sargento Avi luchó en la Franja de Gaza durante la Operación Margen Protector. Hoy, él describe lo que vio y presenció en el campo de batalla.

El Sargento Avi, comandante del Escuadrón de Francotiradores de la Brigada Paracaidista en las FDI, entró a Gaza con el fin de debilitar la infraestructura terrorista de Hamás, incluyendo la vasta red de túneles subterráneos construidos para infiltrarse en Israel. “Mis soldados y yo nos preparamos tanto mental como físicamente. Sabíamos perfectamente porque entrábamos a la franja”, dijo el Sgto. Avi.


“Sentimos que todo era irreal hasta que pasamos la valla de seguridad. A pesar de que realmente nada había cambiado, se podía sentir en el aire la diferencia. Llegamos a nuestra primera operación justo cuando el sol estaba subiendo. Sabíamos que habían dos puntos de acceso a túneles en la zona y encontramos dos adicionales”.

El uso de escudos humanos

“Durante nuestro segundo día en Gaza nos trasladamos a otra zona que las FDI habíamos previamente advertido a los civiles de evacuarla explicó el Sgto. Avi. “Comenzamos a hacer turnos de guardia. Cuando terminé uno de mis turnos, me di cuenta de que los soldados a mi lado estaban tensos. Éstos comenzaron a observar movimientos sospechosos en la zona. Luego de unos minutos, un hombre de unos 40 años de edad salió de una de las casas sosteniendo a una mujer. La estaba claramente utilizando como escudo humano”.


“Esa fue la primera vez que vi con mis propios ojos a alguien utilizar otra persona, a una mujer, como escudo humano. Había visto vídeos en mi casa, lo había oído en las noticias, pero ahora lo estaba viendo con mis propios ojos, y pude ver claramente que la mujer no quería estar ahí y él le está tironeando. Sólo después que la soltó lo pudimos neutralizar”.

Casas llenas de explosivos

En el quinto día de la operación terrestre, el Sgto. Avi y su unidad recibieron instrucciones de trasladarse a otra región. “Sabíamos que la zona era peligrosa por lo que procedimos con cautela. Temíamos de que la casa sospechosa que estábamos por inspeccionar pueda llegar a estar llena de trampas explosivas. Y así fue; antes de comenzar con nuestra misión, un artefacto explosivo colocado por terroristas se detonó. A pesar de haber estado bastante lejos, yo también resulte herido, junto con otros 14 soldados y lamentablemente otros cuatro murieron; el Tte. Paz Elyahu, el Sgto. Li Mat, el Sgto. 1ro. Shahar Dauber y el Sgto. Shacar Shalev”.


“Yo estaba escuchando por la radio al Tte. Paz cuando de repente se escuchó una explosión. Luego de unos segundos me di cuenta que una esquirla se había incrustado en mi pierna. Vi sangre en mis pantalones, me senté y le pedí a uno de los soldados que me ayude a cubrir la herida. Después de eso fui evacuado al hospital”.

“Eso ocurrió el miércoles, el día de mi cumpleaños”, dijo el Sargento Aviv. “Cuando llamé a mi mamá desde el hospital, ella comenzó a cantarme el feliz cumpleaños; estaba tan feliz. Luego de un buen rato pude explicarle lo que me había ocurrido. Ella me confesó que había rezado más de lo de costumbre para poder llegar a hablar conmigo en el día de mi cumpleaños”.

“Ser comandante es una gran responsabilidad”, concluyó el Sargento Avi. “Uno tiene que tomar decisiones por uno mismo y por sus soldados. Mis soldados son muy fuertes y estoy muy orgulloso del trabajo que hicimos”.

Referencia:IDF blog
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Los sorprendentes beneficios de leer despacio



El club de la lectura lenta en Wellington. Frida Sakaj


Una vez a la semana, los integrantes de un club de lectura de Wellington, Nueva Zelanda, llegan a una cafetería, compran algo para beber y apagan sus teléfonos celulares. Se sientan cómodamente y leen en silencio durante una hora.

El objetivo no es hablar de literatura, sino escapar de los dispositivos electrónicos y leer en forma ininterrumpida. Se hacen llamar el Club de la Lectura Lenta y están a la vanguardia de un movimiento conformado por amantes de los libros que extrañan las costumbres de la era predigital.

Los promotores de la lectura lenta buscan recuperar los hábitos de leer que imperaban antes de que la irrupción de Google, GOOGL +1.28% los smartphones y los medios sociales empezara a fracturar nuestro tiempo y capacidad de atención. Muchos de ellos confiesan que acogieron el concepto tras darse cuenta de que ya no podían terminar de leer un libro.

"Ya no estaba leyendo novelas de ficción como antes", dice Meg Williams, gerente de marketing de 31 años de un festival anual de arte que inició el club de lectura. "Estaba muy triste por haber perdido algo que me gustaba muchísimo".

Quienes practican la lectura lenta mencionan una serie de beneficios, como una mayor capacidad para concentrarse, una disminución de los niveles de estrés y una mejor habilidad de escuchar y relacionarse con otras personas. El movimiento evoca el resurgimiento de otras labores tradicionales y que toman tiempo, como la "comida lenta" y tejer a mano, pasatiempos que sirven como una forma de contrarrestar un estilo de vida cada vez más acelerado.




Los beneficios de leer desde una edad temprana hasta avanzada la adultez han sido documentados. Un estudio realizado el año pasado entre 300 personas de la tercera edad y publicado en la revista especializada Neurology mostró que hacer actividades que desafían la mente de manera regular, como la lectura, desaceleraba la pérdida de la memoria en los últimos años de vida de los participantes.

Otro estudio publicado en la revista Science indicó que la lectura de literatura ayuda a entender los estados mentales y creencias de otras personas, una destreza considerada crucial a la hora de desarrollar relaciones. Además, una investigación publicada en Developmental Psychology en 1997 señaló que la capacidad de lectura durante el primer año escolar estaba estrechamente ligada a los logros académicos en el penúltimo año de educación secundaria.

No obstante, los hábitos de lectura han declinado en los últimos años en Estados Unidos. En una encuesta divulgada este año, cerca de 76% de los estadounidenses mayores de 18 años manifestaron que leyeron menos de un libro en los últimos 12 meses, una caída frente a 79% que respondió lo mismo en 2011, según el centro de estudios Pew Research Center.

Los intentos por reanimar el interés en la lectura han surgido en múltiples lugares. Grupos en Seattle, Brooklyn, Boston y Mineápolis han organizado las llamadas fiestas de lectura silenciosa, que ofrecen cómodas sillas, vino y música clásica.

Diana La Counte, del condado de Orange, California, formó hace unos años lo que denomina un grupo de lectura lenta virtual. Sus miembros comentan sobre un libro seleccionado en Internet, principalmente en Facebook. FB -0.07% "Cuando descubrí que pasaba más tiempo leyendo Twitter TWTR +1.13% que un libro, sabía que había llegado la hora de tomar cartas en el asunto," asevera.

Las pantallas han cambiado nuestra forma de leer desde la secuencia linear de izquierda a derecha de antaño a una desordenada búsqueda de palabras e información importante.

Un estudio llevado a cabo en 2006 sobre el movimiento de los ojos de 232 individuos que veían una página web mostró que leían en forma de F. Pasaban rápidamente por la primera línea del texto, pero sólo llegaban a la mitad de los renglones siguientes. Después de un tiempo, hacían un movimiento vertical hacia la izquierda y hacia el final de la página.

Los científicos dicen que nada de esto es positivo para nuestra capacidad de comprensión. Leer un texto intercalado de enlaces genera un menor entendimiento que la lectura de un texto simple, como varias investigaciones han demostrado. Un estudio de 2007 en el que participaron 100 personas halló que una presentación multimedia que combinaba palabras, sonidos y fotos en movimiento generó un menor nivel de comprensión que un texto sin ningún adorno.

La lectura lenta representa un regreso al antiguo patrón linear y continuo, en un ambiente tranquilo y carente de distracciones. Sus partidarios recomiendan reservar entre 30 y 45 minutos del día para sentarse cómodamente lejos de los celulares y las computadoras. Muchos recomiendan tomar notas ocasionales para profundizar la compenetración con el texto.

Algunos de los proponentes más radicales de esta tendencia dicen que los libros impresos son superiores, en parte porque son más visibles en una casa y nos sirven de recordatorio de que hay que leer. Pero la mayoría sostiene que los lectores electrónicos y las tabletas funcionan igual de bien, en especial si se desconectan de la web.

Abeer Hoque, quien ha asistido a algunas fiestas de lectura silenciosa en Brooklyn, Nueva York, contempla leer un libro en su teléfono la próxima vez, pero planea desconectar la llegada de correos electrónicos y notificaciones de medios sociales, para no distraerse.

Cuando Williams, la gerente de marketing, que estudió literatura en la universidad, convocó a la primera reunión de su club de lectura en Wellington, dio consejos conducentes a una lectura productiva y cuadernos para anotar palabras y pasajes favoritos de la obra. Antes de comenzar cada reunión, el grupo respira lentamente durante algunos minutos y trata de despejar la mente antes de abrir el libro, como en una clase de yoga.

Referencia:WSJ
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La guerra contra el Estado Islámico: cómo no ganarla



por Rafael L. Bardají,

Fueron los nazis unos monstruos? Sin duda, pero no por monstruos menos nazis. Creo que a cualquiera al que se le pregunte estará de acuerdo. Es más, pensará, con toda lógica, que menuda pregunta más estúpida: los nazis cometieron crímenes monstruosos porque, precisamente, eran nazis y su ideología les impulsaba a ello.
¿Qué tiene que ver todo esto con el EI y la guerra que el presidente norteamericano y una variopinta gama de aliados se han comprometido a llevar para eliminarlo? Pues muy sencillo, que hay que conocer bien quién y qué es el enemigo para poder vencerlo. Y durante esta última semana hemos visto gravísimas equivocaciones al respecto que pueden hacer fracasar toda la operación.

Obama

La primera, la del presidente Obama, que ha caracterizado al EI como grupo terrorista. Ciertamente, en sus inicios el EI actuó como cualquier otra formación terrorista, pero muy pronto buscó algo que los terroristas no suelen hacer: el control del suelo y su administración. Económica, social y religiosa. A medida que su base geográfica se expandía, el EI se comportaba más y más como una insurgencia. Cuando a comienzos del pasado mes de junio se adentra en el norte de Irak y llega a amenazar Bagdad, creando un bastión mayor que el estado de Florida o cuatro veces la provincia española más extensa, y borrando físicamente con la fuerza de susbulldozers la frontera de Siria e Iraq, era lógico que se planteara cambiar de nombre por el actual de Estado Islámico. Al fin y al cabo controlaba unos 80.000 kilómetros cuadrados, con su población y su aparato administrativo correspondientes. Suelo, gobierno y población han sido los tres elementos definitorios de todo Estado moderno.

Obama ha encarado la lucha contra Al Qaeda y grupos afines a través de operaciones especiales y ataques de aviones no tripulados. Esencialmente destinados a eliminar físicamente a sus cabecillas y principales militantes. En Yemen, en Afganistán, en Somalia... Ha sido una pauta motivada por su rechazo a la visión de su antecesor, George W.Bush, de entender el combate contra el terror como una auténtica guerra, con una clara componente militar, que no puede quedar en las solas manos de la CIA.

Ahora, la retórica de la Administración Obama ha cambiado un poco, y unos dicen que Estados Unidos no está en guerra mientras que otros dicen que sí, en un claro mar de confusiones. Pero sí hay algo claro: el Pentágono ha hecho público que, desde agosto hasta comienzos de esta semana, la aviación americana ha llevado a cabo 162sorties, esto es, salidas de sus aparatos. En cada salida se habría bombardeado posiciones de mortero, así como vehículos empleados por los militantes del EI. No resulta una cifra muy impresionante, sobre todo si se estuviera en guerra. Durante la primera guerra del Golfo, Estados Unidos operaba más de mil misiones al día (1.400 toda la coalición); en Kosovo, la OTAN gestionó unas 600 salidas diarias, y, más recientemente, en Libia, más de 200. Más o menos lo que Israel ha hecho en Gaza este verano. Tres o cuatro ataques aéreos al día no otorga mucha credibilidad a la voluntad de Obama de eliminar al EI. La línea roja de no enviar bajo ningún concepto tropas terrestres al combate, tampoco.

La guerra, como bien avisó Clausewitz hace siglos, es el enfrentamiento de dos voluntades opuestas y el deseo de imponerse la una sobre la otra por la fuerza. No es una frase baladí, porque lo que se deduce es justo lo que todos los historiadores militares deberían saber: que la victoria se produce cuando el otro se da cuenta de que no puede ganar. Ese es el verdadero punto de inflexión en todo conflicto.

Desgraciadamente, hoy por hoy, el EI, mientras pueda seguir presentándose como el Estado Islámico, seguirá creyendo –y esgrimiendo– que es el caballo ganador. De hecho, buena parte de sus fulgurantes éxitos de los dos últimos meses se debe, precisamente, al sentimiento de victoria que lo alienta. Y no hay nada más estimulante para el combate que saberse victorioso.

Por tanto, si de verdad se quisiera ser serio en la guerra contra el Estado Islámico, lo primero que habría que hacer es privarle del sentimiento de victoria. Éste es lo que ha causado el desplome de muchos de sus adversarios y, sobre todo, el paso a sus filas de muchos yihadistas que militaban en otros grupos; y, tampoco lo olvidemos, que crezca el número de admiradores que tiene en nuestro propio suelo y en toda Europa. Esto no se puede lograr solamente desde el aire. Y es más que dudoso que se logre se a las fuerzas terrestres iraquíes y kurdas sólo se les presta apoyo táctico. Los kurdos cuentan con la motivación, pero no con el número de efectivos y el equipamiento necesarios; el ejército iraquí tiene el personal, pero no la motivación.

Es más, el aviso de la Administración norteamericana de que esta campaña puede llevar hasta tres años plantea la posibilidad de una guerra de tan baja intensidad que difícilmente podrá hacer temblar a los dirigentes del EI. Para los yihadistas, el tiempo siempre juega a su favor.

Cameron

El gran segundo error de esta semana lo ha dado David Cameron, elpremier británico, quien tras la salvaje decapitación del cooperante David Haynes ha afirmado solemnemente que sus asesinos "son monstruos, no musulmanes". Muy en línea de lo que dijo Obama en su discurso del miércoles pasado, cuando tajantemente descartó que el Estado Islámico fuese en realidad islámico.

Es fácil jugar con las palabras. En buena medida, en eso se ha convertido la política contemporánea, pero la realidad es la que es. El Estado Islámico es un movimiento revolucionario que sólo encuentra su sentido desde el islam. Da igual la variante que se quiera. Responde a una corriente teológica y, por mucho que sus actos nos parezcan bárbaros, están plenamente legitimados para muchas de las autoridades religiosas que pueblan el islam hoy, ayer y antes de ayer.

Esta separación que los líderes occidentales hacen entre yihadismo e islam es lo más peligroso porque tiende a oscurecer el proceso que lleva a miles de jóvenes en Europa a rechazar ser parte de nuestras sociedades, simpatizar con las causas islamistas, apoyar a los grupos combatientes y, finalmente, formar parte de ellos y llegar, incluso, a inmolarse por su guerra santa. No podemos olvidar que más de la mitad de los combatientes del EI provienen de fuera de Siria e Irak. Nuestro vecino Marruecos cuenta con cerca de 2.000 combatientes identificados; más de 400 han salido de Francia; unos 700 del Reino Unido; un centenar de España.

El fenómeno de la radicalización, cada vez más veloz, no se debe ignorar. El problema de Cameron, a diferencia de Obama, no es el diagnóstico. Sus servicios de inteligencia y contraterrorismo llevan años advirtiendo de la amenaza. Cameron desliga islam y yihadismo porque teme que, si no lo hace, la población musulmana que vive en Inglaterra se revolverá y causará más problemas sociales. Pero así lo único que está logrando es silenciar a los moderados y dar alas a los extremistas y radicales. El grado de poyo al yihadismo no ha disminuido en este tiempo, sino que todas las encuestas muestran cómo sigue creciendo.

Negar que el Estado Islámico es exactamente eso, islámico, es conceder una victoria a nuestros enemigos, porque les lleva a creer que tenemos miedo a llamar a las cosas por su nombre, que les tenemos miedo. Y mientras eso sea así, se creerán los vencedores. Su brutalidad sólo tiene el sentido de inspirarnos más temor y paralizarnos. Para ellos su guerra no se gana o pierde por el balance de fuerzas a las que está habituada la OTAN, sino por el balance de debilidades. Y, actuando como actuamos, nos ven mucho más débiles que ellos. Por eso hay que corregir nuestro error. Y cuanto antes.

Rajoy

En fin, un tercer error, éste de índole nacional y, por tanto, de menor envergadura. Tras la deserción inicial del Gobierno de la coalición internacional, y ahora que ya no se nos espera, parece ser que estaríamos pensando contribuir a la causa enviando 25.000 fusiles Cetme –el antiguo Chopo, para quien aún recuerde la mili– a los peshmergaskurdos.

Ya fue tan surrealista como penoso que España se inhibiera durante la cumbre de la OTAN de manifestar su apoyo a la lucha contra el Estado Islámico, habida cuenta de que el yihadismo es la única amenaza seria a la que nos enfrentamos. Pero lo de mandar al combate material que nosotros desechamos en su día por poco fiable y anticuado sólo cabe en la cabeza de quien de la guerra sólo conoce lo que contaba Gila.

Las razones que nos dejaron fuera hace apenas unos días siguen sin ser explicadas por el Gobierno. Hay quien habla del síndrome de Irak, pero más realista parecería el síndrome del 98 y el desinterés por todo lo que no sea local. Las razones para colaborar ahora tampoco se han enunciado, pero debemos asumir que el Gobierno ha reconocido en siete días que la amenaza del EI es tan alarmante como para que también España deba combatirla.

Lo más grave es que, mientras todos estos disparates políticos centran nuestra atención, el Estado Islámico ha hecho lo que sabíamos haría: un llamamiento a sus seguidores a "matar y morir", allí donde estén. Esto es, allí y aquí. El Gobierno belga renunció inicialmente a considerar el ataque al museo judío como un acto terrorista y creer que el asesino era un loco o un delincuente común. Luego se supo que era un musulmán radical. Y los servicios secretos tardaron semanas en identificarlo como militante del EI, guardián y torturador de varios occidentales secuestrados.

Pero, en fin, ni estamos en guerra, ni son musulmanes ni debemos enfrentarnos a ellos. Es más, quien sí lo hace es merecedor de nuestro mejor material de desecho. Eso si, made in Al Ándalus.

Referencia:Gees
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Túneles del terror





Por Alan M. Dershowitz
El 13 de junio de 2014, el comandante de la División de Gaza de las Fuerzas de Defensa de Israel me llevó a un túnel de Hamás recientemente descubierto por un rastreador beduino que sirve en las FDI. El túnel era un búnker de cemento que se prolongaba varios kilómetros desde su entrada en la Franja de Gaza hasta su salida cerca del jardín de infancia de un kibutz israelí.

El túnel tenía un propósito: permitir que los escuadrones de la muerte de Hamás asesinaran y secuestraran a israelíes. El comandante me dijo que la inteligencia israelí había identificado otras dos docenas más de entradas a túneles en la Franja de Gaza. Las habían localizado gracias a los enormes montones de tierra excavada para construirlos. Pese a que la inteligencia israelí sabía dónde se hallaban estas entradas, no podían ordenar un ataque aéreo, pues se habían construido dentro de edificaciones civiles, como mezquitas, escuelas, hospitales y domicilios privados. Israel tampoco podía identificar sus rutas subterráneas desde Gaza a Israel, ni los puntos de salida previstos en territorio israelí. Científicos y expertos militares israelíes habían invertido millones de dólares en un intento de desarrollar tecnologías que pudieran descubrir las rutas subterráneas y las salidas de unos túneles excavados a centenares de metros bajo la superficie, pero no habían logrado encontrar una solución completa a ese problema. Las salidas de los túneles en Israel también eran un secreto de Hamás, profundamente oculto bajo la superficie, e imposible de ser descubierto por los israelíes hasta que los combatientes de Hamás salieran. Llegado ese momento sería demasiado tarde para evitar que los escuadrones de la muerte causaran daños.

Me llevaron al interior del túnel y vi las innovaciones tecnológicas: vías por las que pequeños trenes podían trasladar a israelíes secuestrados hasta Gaza; líneas eléctricas y telefónicas; escondrijos bajo escuelas y otros objetivos civiles en los que se podían guardar explosivos; túneles secundarios más pequeños que conducían desde el ramal principal a diversos puntos de salida por los que los combatientes podían salir simultáneamente a la superficie desde diferentes lugares.

En cuanto bajé al túnel me di cuenta de que Israel no tendría más remedio que llevar a cabo acciones militares para destruirlos. Israel tenía una respuesta tecnológica –aunque imperfecta– para los cohetes de Hamás; su sistema Cúpula de Hierro fue capaz de destruir aproximadamente el 85% de los cohetes lanzados por el movimiento islamista contra los centros de población israelíes. Además, podía atacar lanzaderas de cohetes desde el aire mediante sofisticadas bombas guiadas por GPS. Pero no tenía una respuesta a esos túneles del terror. Posteriormente, los medios informaron de que Hamás podría haber estado planeando una masacre para Rosh Hashaná [el Año Nuevo judío], en la que cientos de terroristas habrían surgido simultáneamente de decenas de túneles y asesinado a cientos, cuando no a miles, de civiles y soldados israelíes. Si esa información fuera cierta –y en Israel muchos creían que lo era– la masacre del Rosh Hashanah habría equivalido a cien 11-S en Estados Unidos. Aunque fuera una exageración, definitivamente los túneles le conferían a Hamás capacidad para sembrar el caos entre los ciudadanos israelíes. Hubo otras informaciones sobre planes de ataque a través de los túneles. Como dijo un vecino de Sderot: “Solíamos mirar al cielo con miedo, pero ahora miramos al suelo”.

Para mí, las únicas cuestiones eran cuándo atacaría Israel, cómo lo haría, si tendría éxito y qué consecuencias habría. ¿Acaso alguna nación puede tolerar semejante amenaza contra sus ciudadanos? ¿Hay algún país que, a lo largo de la historia, haya permitido que se excaven túneles bajo sus fronteras, los cuales permitirían que escuadrones de la muerte actuaran contra su pueblo?

Discutí estas cuestiones con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en una cena celebrada en su casa algunos días después de mi visita al túnel, y quedó claro que el Gobierno llevaba preocupado por la amenaza que esos túneles del terror suponían para la seguridad desde que dichos túneles se usaron para secuestrar al joven soldado Guilad Shalit y asesinar a dos de sus compatriotas.

Resulta irónico que fuera justo mientras estábamos en el túnel cuando nos enteramos de que habían secuestrado a tres estudiantes de instituto israelíes. Su secuestro –que Hamás reconoció ser obra de agentes suyos– y asesinato fue el inicio de lo que se convertiría en la operación Margen Protector, que concluyó con la destrucción de la mayor parte de los túneles. Este libro trata de esa operación y de por qué Israel estaba justificado legal, moral, diplomática y políticamente para responder a los peligros que suponían los túneles y los ataques de cohetes que precedieron y siguieron al descubrimiento de los mismos. También trata de por qué tantos miembros de los medios de comunicación, del mundo académico, de la comunidad internacional y del público en general parecen cerrar los ojos ante el peligro que plantea Hamás y culpan a Israel de acciones que ellos mismos exigirían a sus propios Gobiernos si se enfrentaran a amenazas comparables.

De hecho, Estados Unidos está liderando ahora una coalición de naciones en un intento de destruir al Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), empleando muchas de las mismas tácticas militares por las que algunas de esas naciones criticaron a Israel.

Creo que la reacción de “culpar a Israel” tiene graves consecuencias, no sólo para el propio Israel, sino para la población de Gaza y para el mundo democrático en general. Culpar a Israel sólo anima a Hamás a repetir su “estrategia del bebé muerto”, y a otros grupos terroristas a imitarla. Esta estrategia, que ha resultado efectiva, funciona así: Hamás ataca a Israel con cohetes o a través de los túneles, obligándole con ello a responder  –como haría cualquier democracia– para proteger a sus ciudadanos. Como el movimiento islamista palestino lanza sus cohetes y excava sus túneles desde zonas de alta densidad de población civil, y no desde las numerosas zonas despobladas de la Franja de Gaza, el resultado inevitable es que un número significativo de civiles palestinos resultan muertos. Hamás fomenta este resultado, porque sabe que los medios se centrarán más en las fotos de bebés muertos que en la causa de su muerte: es decir, en la decisión de los terroristas de usar a esos bebés y a otros civiles como escudos humanos. El movimiento islamista muestra rápidamente a los bebés muertos para que los vean en todo el mundo, al tiempo que evita que los medios muestren sus lanzaderas de cohetes y sus túneles situados en zonas densamente pobladas. El mundo se indigna ante los civiles muertos y culpa a Israel de sus muertes. Eso no hace sino animar a Hamás a repetir la estrategia del bebé muerto tras unos alto el fuego de breve duración, durante los que sus miembros se rearman y reagrupan.

En 2009 publiqué un breve libro titulado The Case for Moral Clarity: Israel, Hamas and Gaza (“En defensa de la claridad moral: Israel, Hamás y Gaza”). Desde entonces pocas cosas han cambiado, excepto que Hamás ha construido muchos más túneles, y que el alcance y sofisticación de sus cohetes han aumentado.

Escribo este libro para avisar al mundo de que, a menos que se exponga públicamente la estrategia del bebé muerto empleada por Hamás, y se ponga fin a la misma –por la comunidad internacional, los medios, el mundo académico y las buenas personas de cualquier religión, raza o nacionalidad– estará “próximamente en sus pantallas”. Hamás emplea reiteradamente esta despreciable e ilícita estrategia porque funciona; funciona porque, pese a las pérdidas materiales que ha sufrido en el transcurso de sus repetidos enfrentamientos militares con Israel, siempre gana la guerra de las relaciones públicas, la legal, la académica y la guerra por los ingenuos corazones, que no las sabias mentes, de los jóvenes. Y si, de hecho, está ganando todas esas guerras –si su estrategia del bebé muerto está funcionando–, ¿por qué no repetirla cada pocos años? Por eso los alto el fuego entre Israel y Hamás siempre implican que Israel hace “alto” y Hamás abre “fuego”; puede que no inmediatamente, mientras se reagrupa y rearma, pero sí inevitablemente. Y si al movimiento islamista palestino le funciona, ¿por qué otros grupos terroristas, como el Estado Islámico de Irak y Siria [conocido también como Estado Islámico de Irak y el Levante o simplemente Estado Islámico] o Boko Haram, no iban a adaptar esta estrategia a sus inicuos objetivos, como ya ha hecho Hezbolá?

La única forma de acabar con este ciclo de muertes es exponer la estrategia del bebé muerto como lo que es: un crimen de guerra por partida doble cuyas víctimas últimas son civiles: niños, mujeres y hombres.

Sólo tengo un arma para esta guerra: mis palabras. Durante la operación Margen Protector he tratado de plantear la defensa de la guerra justa de Israel frente a la estrategia del doble crimen de guerra de Hamás. He escrito más de dos docenas de artículos de opinión, he participado en varios debates y entrevistas televisadas, y he hablado ante numeroso público. Con este libro pretendo llegar a una audiencia mayor e influir en el tribunal más importante de cualquier democracia: el de la opinión pública.

El libro se divide en dos partes. La primera trata de los acontecimientos que han conducido a la reciente guerra de Gaza desde el final de la operación Plomo Fundido (diciembre de 2008-enero de 2009) hasta justo antes del inicio de la operación Margen Protector (julio-agosto de 2014). La segunda parte trata de esta última operación y de sus secuelas.

Mi objetivo es mostrar que las acciones militares de Israel en defensa de sus ciudadanos han sido justas, y que se han llevado a cabo de manera justa. No son menos justas que las acciones militares realizadas por Estados Unidos y sus aliados contra el EIIL, Al Qaeda y otros grupos terroristas. Y se han llevado a cabo al menos igual de justamente, con una proporción menor de bajas civiles frente a militares.

Pese a ello, Israel le han llovido injustas críticas desde demasiados sitios, lo que anima a Hamás a proseguir con su despreciable e ilícita estrategia del bebé muerto. En aras de la justicia y de la paz, el mundo debe dejar de emplear un doble rasero con el Estado-nación del pueblo judío.

NOTA: Este artículo es la introducción del nuevo e-book de Alan Dershowitz: Terror Tunnels: The Case for Israel´s Just War Against Hamas (“Túneles del terror: En defensa de la guerra justa de Israel contra Hamás”), publicado por el Gatestone Institute.

Referencia:El Medio
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24 de septiembre de 2014

En carne viva y en espíritus muertos




LA PALABRA – El mes de Elul, previo a la celebración del Año Nuevo (Rosh Hashaná) y a los Días Penitenciales entre éste y el Día de la Expiación (Yom Kipur), nos impone una introspección obligada que, en el hemisferio norte, coincide con el inicio de un nuevo ciclo lectivo y generalmente económico. Pero, más allá de los balances personales en el plano espiritual que han de juzgarse en las alturas, es una buena ocasión también para analizar nuestros comportamientos colectivos como pueblo.

Acabamos de salir (esperamos que definitivamente, aunque este adverbio sea poco apropiado para la zona de Oriente Próximo) de un conflicto que se ha cobrado como principal víctima a la verdad, por ejemplo a la que distingue a los “militares” de los civiles, cuando un grupo terrorista se confunde sin uniformes, se escuda en sus propias familias y se esconde de los estragos que ha provocado. Otro ejemplo: a la absoluta ausencia de imágenes de “combatientes” palestinos en los medios españoles le sigue la incapacidad del gobierno de mencionar a Hamás en ninguna de sus condenas. Este “photoshop” conceptual ha llevado a las televisiones a dibujar un Israel inmune al dolor ajeno y ajeno al propio, ahondando en la falacia de los “cohetes de juguete” de los que hablaba recientemente el vicealcalde de Cardiff, la capital de Gales.

Sin duda el caso más flagrante fue el de la reportera en Gaza de Televisión Española, que llegó a vetar las emisiones desde Jerusalén, y logró (con el apoyo editorial de su cadena) que las sucesivas treguas quebradas por los terroristas sólo se incorporaran a las emisiones una vez que Israel hubiera respondido, para convertir al objeto del ataque en el sujeto. Quizás nuestro principal fallo fue pensar que esta vez sería diferente. Como en la sinagoga, nos golpeamos el pecho recitando nuestros errores: ashamnu, bagadnu, gazalnu…

Con el primer golpe confesamos el pecado de ser autodestructivos, de minimizar los peligros para congraciarnos con nuestro entorno. En el segundo, reconocemos nuestra traición a nuestra familia, en un sentido extenso que incluye los sufrimientos de los israelíes sometidos a un bombardeo constante. En el tercero nos hacemos responsables de haber robado tiempo y recursos espirituales cuando más los necesitábamos para dedicarlos a nuestro placer y beneficio personales mientras otros, cercanos, nos necesitaban. Dibarnu dofi: hablamos con dos bocas, intentamos mantener la apariencia de asentimiento para librarnos de las críticas y los ataques.

Y así prosigue nuestro examen a través de las 22 letras del alefato hebreo hasta llegar a la última, taínu: nos equivocamos, la más importante y la más difícil de reconocer. Porque no estuvimos suficientemente “en la piel” de los que no durmieron aturdidos por las sirenas y el miedo, pensando en la suerte de sus hijos e hijas expuestos cara a cara con el terror, en las secuelas psicológicas y morales de la guerra. Porque nos molestaron lo que “amigos” y “seguidores” escribieron de las redes sociales, pero no nos atrevimos a denunciarlos y enfrentarnos dialécticamente por temor a las “represalias 2.0”. Porque nos cuesta mucho admitir la realidad tal como se nos presenta a veces en carne viva y en espíritus muertos.

Jorge Rozemblum

Director de Radio Sefarad

Referencia:Radio Sefarad
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23 de septiembre de 2014

Los nuevos sacerdotes medievales



George GallowayOsama HamdanWolf Isaac Blitzer

Gustavo D. Perednik

También en esta guerra en Gaza,
los medios matan.

La última operación militar en Gaza («Margen Protector») ha exacerbado la judeofobia en diversas regiones, y cada vez se hace más notable cuál es el principal canal por el que hoy fluye dicho odio. Se trata de una mortífera asociación: de un lado, el engaño de la propaganda terrorista; del otro, la complicidad que le dispensan sus agentes repetidores en los medios. Este cruce entre fundamentalistas recalcitrantes y periodistas mal predispuestos, mata.

Vayan los datos básicos, sistemáticamente ocultados por los medios. La guerra en Gaza estalló el 8 de julio con el lanzamiento de misiles por parte de Hamás contra la población israelí. La continua agresión, motor de la contienda, es perpetrada por una banda islamista que declara abiertamente su explícito objetivo de destruir Israel y asesinar judíos.

La clarísima causa del enfrentamiento (repito: los misiles sobre Israel, más de 3.500 y que al escribir estas líneas no se han detenido), no impidió a los medios europeos distorsionar los hechos e inventar que el casus belli fue el secuestro e inmediato asesinato de tres adolescentes israelíes (casi un mes antes del comienzo del ataque de los misiles). Reescrita así la historia, Israel se insinúa en los medios como vengativo y desproporcionado, imagen engendrada rutinariamente por TVE y los principales diarios de España. «Desproporcionado» es aquello que puede lograr su objetivo con menos fuerza –y los misiles no se detenían. Ergo, la respuesta israelí pareció ser más bien insuficiente.

La mentira no abarca sólo la fecha y la causa de la guerra. Mientras Hamás procede diariamente al ataque, acusa al mismo tiempo a Israel de perpetrar un genocidio. Que no hay tal cosa ni nada similar es tan conspicuo que cansa demostrarlo, pero la verdad resulta invisible para quien se esfuerza en no verla.

Un genocidio responde al intento deliberado de exterminar a una población entera. Si el poderoso ejército de Israel se lo propusiera, los palestinos morirían de a decenas de miles. En vez de ello, ellos prosperan en Israel –el único Estado de toda la región en el que los árabes gozan de derechos humanos.

No hay genocidio: hay muerte de civiles inocentes… como en toda guerra. Pero los judeófobos y sus repetidores revisan con lupa sólo las acciones bélicas del judío de los países, estampan al judío el sambenito de «genocida», y eximen de toda revisión el resto de las guerras. A apenas unos pocos kilómetros, entre otros, el régimen sirio continúa la masacre de cientos de miles, pero ello no conmueve a nadie. Israel es genocida y la mortífera tiranía siria es presentada como aliada del progreso, Chávez dixit.

Como explica una y otra vez Richard Kemp, Israel hace esfuerzos sin parangón para proteger a la población civil palestina, un dato que jamás es recogido por los demonizadores profesionales del Estado judío. Entre ellos, las cadenas de noticias como la BBC, los medios de prensa más conocidos de España, las redes sociales como Avaaz, las organizaciones de Derechos Humanos que se circunscriben a clamar por los derechos del agresor, y los criptodrinos seriales como Mario Vargas Llosa, Eduardo Galeano y Daniel Barenboim. Saltean metódicamente el dato fundamental: los civiles palestinos mueren como consecuencia directa de que Hamás los utiliza como escudos humanos, tal como confiesan sin reparos los portavoces de la banda.

El Hamás obliga a su población a permanecer entre los lanzamisiles, y a desatender la exhortación del ejército israelí de que los civiles se alejen de zonas peligrosas. El motivo es cristalino: cuando los israelíes nos vemos obligados a bombardear las bases de lanzamiento, mueren civiles (más o menos en igual número que terroristas en acción), y los medios de prensa europeos se lanzan a sus rutinarios festivales de judeofobia. Y como en general no informan sobre la agresión islamista sino sólo sobre la respuesta israelí, el espectador promedio deduce que la motivación de la acción israelí es la sed de sangre. Y esta deducción confirma el arraigado mito del judío sanguinario.

Al respecto, explica Charles Krauthamer que la intención de los cohetes del Hamás no es asesinar israelíes, porque con ello no aceleraría la destrucción del Estado hebreo. Aun cuando la meta genocida de Hamás de acabar con todos los judíos permanece explícita en su carta orgánica, la eficacia demostrada por nuestra tecnología defensiva para interceptar misiles (siempre puesta al servicio de la protección de la población civil de Israel, árabe y judía por igual) los ha convencido de que no será posible eliminar al país judío con misiles.

Por ello, los misiles del Hamás consiguen «apenas» que millones de israelíes debamos correr a guarecernos una y otra vez en los refugios, pero cumplen con su otra meta: que durante la reacción defensiva israelí mueran civiles palestinos. Ello sí socava a Israel moralmente, ergo justificaría su destrucción. Si Israel fuera, como lo denominó el presidente de Bolivia, «un Estado terrorista», pues debería ser eliminado. Y de este modo los morteros de Hamás satisfacen su objetivo sin la necesidad de que los judíos muramos de inmediato.

Para que esta enfermiza aspiración se concrete es indispensable la connivencia de los medios en pergeñar la gran mentira de un Estado violento, que vendría a ser el más inmoral e indeseable de todos. La tarea no es difícil si se cuenta con una mitología milenaria sobre el judío que se ve «confirmada» y con el hecho de que diversos corresponsales repetirán la mentira oficial del Hamás: Israel mata porque es malo. No hay recursos naturales en Gaza ni intención israelí de gobernarla. Si atacamos, es de pura maldad.

El síndrome reitera la distorsión de Hannah Arendt en 1961 cuando tomaba al pie de la letra las mentiras de Adolf Eichmann en su juicio, y deducía de ellas que el genocida había sido sólo un burócrata que cumplía órdenes. Después de todo, era lo que el reo declaraba. Y su patraña era repetida por escritores y periodistas, como hoy en día.

Ejemplos de la complicidad

El portavoz del Hamás, Osama Hamdan, fue en varias ocasiones entrevistado por CNN, en donde repitió una y otra vez la jaculatoria no cuestionada de un Israel ocupador y genocida, y de la «resistencia» de su banda. Que en 2005 Israel se retiró completamente de la franja de Gaza, y ergo no habría ninguna ocupación para resistir; que Israel se convirtió a la sazón en la única democracia de la historia que en aras de «la paz» expulsó a su propia población, éstas son de las verdades prohibidas entre los políticamente correctos. Divulgarlas en TVE haría que el espectador sospechara que la guerra no tiene nada que ver con ocupaciones sino con el brutal odio de los integristas.

Cabe suponer que después de varias entrevistas a Hamdan, los periodistas ya saben de quién se trata. Su prontuario es accesible a quien quiera informarse, algo recomendable a quienes le permiten sus burdas apologías del asesinato. Hace unos días, en una entrevista en un canal árabe, Hamdan sostiene como «evidencia histórica» el mito medieval de que los judíos usamos sangre infantil para fabricar pan ázimo durante la Pascua.

El periodista Wolf Blitzer recogió el guante de la judeofobia de Hamdan y le preguntó por CNN (4-8-14) si él efectivamente creía semejante dislate. Hamdan ¡eludió la pregunta! y siguió demonizando a los «genocidas» durante varios minutos. Sólo después de la diatriba el entrevistador se atrevió a agregar respetuosamente que «habría esperado otra respuesta».

Pero no la obtuvo, y sin embargo condonó las declaraciones del Hamás y dio una muestra más de la repelente obsecuencia de la mayor parte de los medios cuando deben vérselas con los enemigos de Israel. Contrástese ello con la hostilidad que habitualmente le propinan a los entrevistados pro-israelíes, y quedará claro el mito de la objetividad de los medios al referirse al Estado judío. Que después de escuchar «información» de esta calaña, las audiencias odien a Israel, es sólo el efecto natural.

Los periodistas de hoy son muchas veces un remedo de los sacerdotes medievales que difundían los mitos del deicidio y del libelo de sangre, y luego se distanciaban de las matanzas de judíos engendradas por la mitología. Incluso a veces protestaban por la violencia que ellos mismos habían provocado al esparcir el odio. Paralelamente, los medios de hoy demonizan a Israel, y luego se presentan como objetivos y ecuánimes entre «el monstruo sionista» y sus enemigos.

La semana pasada el Times de Londres se negó a publicar un aviso pago, en el que el Premio Nobel de la Paz Elie Wiesel pide que el Hamás proteja a los niños palestinos y no los use como escudos humanos. El Times explicó que el aviso de Wiesel (que ya había sido publicado en varios diarios norteamericanos) no fue rechazado porque fuera falso, sino para evitar «inquietud entre sus lectores». Es decir que no publican la verdad aun cuando se les pagaría por ello. Será pues muy improbable que publiquen la verdad pura y gratuita.

El ejemplo del Times es elocuente: uno de los más importantes medios europeos admite sacrificar la verdad aun si le cuesta dinero, todo ello a fin de no perturbar que los ingleses sigan demonizando a Israel. Un síndrome que se repite en casi toda Europa.

De Inglaterra, uno de los políticos más conocidos, George Galloway, declaró a su ciudad, Bradford, «libre de israelíes». «No los queremos ni siquiera como turistas», explicó. Y a nadie le sonó parecido a las ciudades «Judenrein» del Tercer Reich, porque casi les parece que un mundo «Israel-rein» es aceptable debido, claro, a nuestra incorregible criminalidad.

Los morteros caían en Israel, y casi setenta de nuestros soldados fueron abatidos en la campaña para destruir los lanzamisiles. Asimismo, más de ochenta mil reservistas fueron movilizados (incluido el hijo de quien escribe estas líneas). Nadie nos sugiere modos alternativos de detener el lanzamiento de misiles, por lo que es posible que osemos seguir defendiéndonos. En estos casos, intuyo que es mejor vivir odiados por Europa que morir compadecidos.

Referencia:El Rejunte
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Europa, el Holocausto y el antisemitismo actual


No sorprende ver un aumento en el odio
a los judíos en Europa Occidental.


por Alan M. Dershowitz


¿Por qué tantos de los nietos de los nazis y sus colaboradores que causaron el Holocausto están declarándole nuevamente la guerra a los judíos? ¿Por qué vemos semejante aumento en el antisemitismo violento y en el antisionismo en Europa Occidental?



Para responder estas preguntas debemos exponer un mito, un mito perpetrado por los franceses, los holandeses, los noruegos, los suizos, los belgas, los austriacos y los ciudadanos de muchos otros países de Europa Occidental: el Holocausto fue obra exclusiva de la Alemania nazi, con la ayuda quizás de algunos colaboradores polacos, ucranianos, letones, lituanos y estonios.

Falso.

El Holocausto fue perpetrado por los europeos: por simpatizantes y colaboradores franceses, holandeses, noruegos, suizos, belgas, austriacos y de otros países europeos, tanto de Europa Oriental como de Europa Occidental.

Si el gobierno francés no hubiese deportado a los campos de exterminio a más judíos de lo que le exigieron los nazis, si tantos ciudadanos holandeses y belgas, así como oficiales del gobierno, no hubiesen cooperado para redar a los judíos, si tantos noruegos no hubiesen apoyado a Quisling, si los oficiales gubernamentales y banqueros suizos no hubiesen explotado a los judíos, si Austria no hubiese sido más nazi que los nazis, el Holocausto no hubiese tenido tantas víctimas judías.

En luz de la amplia complicidad europea en la destrucción de la judería de ese continente, el penetrante antisemitismo y el irracional odio antisionista que ha emergido a la superficie recientemente en toda Europa Occidental hacia Israel no debería sorprender a nadie.

“No, de ninguna manera”, escuchamos de los defensores europeos. “Es distinto. Nosotros no odiamos a los judíos, sólo a su país. Más aún, los nazis eran derechistas, nosotros somos izquierdistas, por lo que no podemos ser antisemitas.

Tonterías.

La extrema izquierda tiene una historia de antisemitismo tan profunda y persistente como la extrema derecha. La línea que va desde Voltaire hasta Karl Max, Levrenti Beria, Robert Faurisson, y llega a los críticos de Israel de la extrema izquierda actual es tan recta como la línea que va desde Wilhem Mars hasta los perseguidores de Alfred Dreyfus y Hitler.
Los judíos de Europa siempre han sido aplastados por el Negro y por el Rojo; víctimas del extremismo, ya sea el ultranacionalismo de Khmelnitsky o el extremo antisemitismo de Stalin.
“Pero algunos de los antisionistas más sobresalientes son judíos, como Norman Finkelstein, o incluso israelíes como Gilad Atzmón. Con seguridad, ellos no pueden ser antisemitas”.
¿Por qué no? Gertrude Stein y Alice Toklas colaboraron con la Gestapo. Atzmón, un izquierdista extremo, se describe a sí mismo como un orgulloso aborrecedor de los judíos y admite que sus ideas derivan de un notorio antisemita.
Niega que el Holocausto esté comprobado por la historia pero cree que los judíos pueden haber matado a niños cristianos para usar su sangre para hornear matzot. Además, cree que es racional incendiar sinagogas.

¡Finkelstein cree en una conspiración internacional judía que incluye a Steven Spielberg, León Uris, Eli Wiesel y Andrew Lloyd Weber!

“Pero Israel trata mal a los palestinos”, insisten los defensores europeos, “y nosotros somos sensibles y simpatizamos con los oprimidos”.

¡No, no son sensibles! ¿En dónde están sus manifestaciones en apoyo a los tibetanos, georgianos, sirios, armenios, kurdos y ucranianos oprimidos? ¿En dónde están sus movimientos en contra de los chinos, los rusos, los cubanos, los turcos o el régimen de Assad?

¿Sólo los palestinos, sólo Israel? ¿Por qué? No porque los palestinos sean más oprimidos que esos grupos.

Sólo porque sus supuestos opresores son judíos y el estado de los judíos. ¿Habría manifestaciones y campañas en defensa de los palestinos si fueran oprimidos por Jordania o Egipto?

¡Oh, un minuto! Los palestinos fueron oprimidos por Egipto y Jordania. Entre 1948 y 1967 Gaza fue una prisión a cielo abierto, cuando Egipto era el poder dominante. ¿Recuerdan el Septiembre Negro, cuando los jordanos asesinaron a más palestinos de lo que Israel mató en un siglo? No recuerdo ninguna manifestación o campaña, porque no las hubo.

Cuando los árabes conquistaban o mataban a otros árabes, los europeos miraban hacia otro lado. Cuando Israel abre una fábrica de soda en Maalé Adumim —asentamiento que incluso el liderazgo palestino reconoce que continuará siendo parte de Israel en un eventual tratado de paz—, Oxfam se separa de Scarlett Johansson por publicitar a una compañía de soda que emplea a cientos de palestinos.

Mantén en mente que, de acuerdo al Israeli Law Group con sede en Tel Aviv, Oxfam ha provisto ayuda y apoyo material a dos grupos terroristas anti Israel.

La hipocresía de tantos izquierdistas europeos sería sorprendente si no fuera porque es tan predecible, si nos basamos en la sórdida historia del trato de Europa Occidental hacia los judíos.

Hasta Inglaterra, que estuvo del lado correcto en la guerra en contra del nazismo, tiene una larga historia de antisemitismo que comienza con la expulsión de los judíos en 1290 y llega al notorio Papel Blanco de 1939, que impidió que los judíos de Europa buscaran asilo de los nazis en Palestina, en ese momento bajo mandato británico. Irlanda, que vaciló en la guerra contra Hitler, expresa parte de la más violenta retórica en contra de Israel.

La simple realidad es que la guerra actual de la Europa Occidental en contra del estado judío no puede entenderse sin antes reconocer la guerra europea en contra del pueblo judío.

Hertzl: la única solución al problema judío de Europa era que los judíos se fueran y volvieran a su tierra patria.
Theodor Hertzl entendió la omnipresencia y la irracionalidad del antisemitismo europeo, lo que lo llevó a concluir que la única solución al problema judío de Europa era que los judíos europeos abandonaran ese bastión de odio y volvieran a su tierra patria, que ahora es el estado de Israel.

Nada de lo dicho tiene el objetivo de negar las imperfecciones de Israel ni el criticismo que merece por algunas de sus políticas. Sin embargo, esas imperfecciones y las críticas merecidas ni siquiera pueden comenzar a explicar —mucho menos justificar— el odio desproporcionado hacia la única nación del pueblo judío y el silencio desproporcionado respecto a las mucho mayores imperfecciones y merecidas críticas de otras naciones y grupos, incluyendo a los palestinos.

Lo dicho hasta ahora tampoco tiene el objetivo de negar que muchos individuos europeos y algunos países europeos se hayan rehusado a sucumbir ante el odio hacia los judíos. Se me viene a la mente la República Checa. De todos modos, demasiados países de Europa Occidental son tan irracionales en su odio hacia Israel como lo fueron sus antepasados en su odio hacia sus vecinos judíos.

Como observó perspicazmente el autor Amos Oz en una ocasión: los muros de la Europa de sus abuelos estaban cubiertos con grafitis que decían: “Judíos, váyanse a Palestina”. Hoy, dicen: “Judíos, váyanse de Palestina”, refiriéndose a Israel.

¿A quién creen que están engañando estos fanáticos europeos? Sólo a los tontos que quieren negar que estas son sólo nuevas variaciones de los prejuicios de sus abuelos.

Toda persona objetiva con una mente, con sus ojos y con su corazón abierto ve el doble estándar que se aplica al estado judío. Muchos de los que lo hacen son los nietos de quienes les aplicaron letalmente un doble estándar a los judíos de Europa en las décadas del 30 y del 40. Deberían sentir vergüenza al verse en el espejo de la moral y reconocer su propio fanatismo.

Este artículo apareció originalmente en el Jerusalem Post.

Referencia:El Rejunte
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