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10 de mayo de 2014

Los hermanos Ovitz: Gigantes de corazón



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Los Ovitz eran una familia de origen judío y provenían de la ciudad de Rozávlia, un pueblito de Maramures, al norte de Transilvania. Shimshon Isaac Ovitz, la cabeza de este clan, era un artista devenido en rabino y padecía de enanismo. Shimshon se casó en dos oportunidades con mujeres “normales” y tuvo 10 hijos. Debido a que la anomalía que sufría era genética, 7 de sus 10 hijos heredaron su pseudoacondroplasia. De los 7 descendientes enanos, 5 eran mujeres y 2 hombres.

Shimshon Isaac Ovitz junto a toda la familia.


Debido a complicaciones relacionadas con su afección, el rabino Ovitz pierde la vida. La viuda de Shimshon pensó que los 7 hermanos enanos podrían trabajar como artistas ambulantes, ya que el fallecido padre les había enseñado el oficio. Así es como nació “La Lilliput Troupé”. En ella, los hermanos Ovitz cantaban, bailaban, realizaban sketchs humorísticos y tocaban pequeños instrumentos acordes a su tamaño. No se consideraban enanos de circo, ya que ellos poseían un verdadero talento y presentaban espectáculos bastante dignos. En muy poco tiempo cosecharon un notable éxito y decidieron realizar una gira europea que los llevó a realizar actuaciones en Rumania, Checoslovaquia y Hungría. Tal fue la fama alcanzada, que llegaron a trabajar en la corte rumana del rey Carol II.

La década del 30´ fue de suma prosperidad para la familia. Sin embargo, el antisemitismo de Adolf Hitler y sus ansias imperialistas cambiarían para siempre su destino. Hasta 1942, Los Ovitz realizaron actuaciones por toda Europa Central y se las ingeniaron para ocultar sus raíces judías. En Marzo de 1944, los nazis invadieron Hungría y los Ovitz regresaron a casa. El 15 de Abril se ordenó a los 650 judíos de Rozávlia que empaquetaran sus pertenencias y fueron amontonados en la sinagoga local. Los militares húngaros permitieron que los Ovitz vuelvan a casa, pero por las noches los acosaban. Dicho abuso consistía en obligarlos a realizar actuaciones para su entretenimiento. El 22 de Abril, el resto de judíos de Rozávlia fueron trasladados a un ghetto en Dragomiresti. El Domingo 14 de Mayo, los judíos iniciaron una larga caminata de 24 Km. hasta un tren que les aguardaba. Solo les dijeron que los iban a instalar en el este, en un lugar exclusivamente para judíos, para así comenzar una nueva vida. La masa de gente ya privada de su libertad, jamás se imaginó el horror que les esperaba. Su destino sería Auschwitz, el campo de exterminio más sangriento de la Segunda Guerra Mundial.

La familia Ovitz dirigiéndose hacia el tren
que los llevaría a Auschwitz.


Por esos juegos de la vida, en Auschwitz, los Ovitz se iban a topar con uno de los personajes más canallas de las SS: el sanguinario doctor alemán, Josef Mengele. Debido a su accionar en el campo, fue apodado “El ángel de la muerte”. El 18 de Mayo, Mengele fue felíz. Ese día los Ovitz llegaron a Auschwitz y casi al instante, un asistente del Dr. Mengele los divisó. Se cuenta que esta persona salió corriendo desesperadamente hacia los laboratorios del campo donde se encontraba trabajando el infame médico. Allí le comunicó que había llegado un contingente de prisioneros y que en aquél grupo de personas se encontraban 7 hermanos que sufrían de enanismo. Literalmente, los ojos de Mengele se iluminaron y sin perder tiempo salió corriendo hacia el patio de los rieles. “El ángel de la muerte” sentía una extrema fascinación por las personas anómalas (enanos, siameses y gemelos) y era de su total agrado, experimentar con ellas.

Elizabeth Ovitz recuerda la primera vez que vió al Dr. Mengele y lo describe como un hombre atractivo, elegante y que se reía a carcajadas al descubrir a la peculiar familia. Cuando llegaban los trenes con prisioneros, Mengele separaba a los enfermos e incapaces de realizar trabajos forzosos y a las personas aptas para soportar la esclavitud. Los débiles iban directamente a la cámara de gas, para después ser incinerados en los hornos y convertirse en cenizas. La ironía de la vida decidió que Mengele fuera una suerte de “protector” para los Ovitz, ya que ordenó que los trasladaran a las barracas de prisioneros especiales. Allí se encontraban las personas con las que Mengele experimentaba. Al ser considerados de interés por el doctor, recibían un mejor trato que el resto de los prisioneros del campo. Esta mejoría en las condiciones de vida, se remitían a la no realización de trabajos pesados y a la obtención de raciones de comida dignas.

Los 7 hermanos que padecían de enanismo, habían llegado al campo con 5 miembros de la familia de estatura normal. Antes de la selección, divisaron a amigos y vecinos de su pueblo natal y pudieron salvar a 10 de ellos. Para esto, algunos de los hombres Ovitz mintieron diciendo que esas mujeres eran sus esposas. Estas 22 personas fueron acogidas por Mengele y a cambio debían de convertirse en conejillos de indias, para así someterse a una serie de abominables e inservibles experimentos.

Dr. Josef Mengele. “El ángel de la muerte”.


Cuando Mengele descubrió a los Ovitz, había expresado que tendría trabajo para los próximos 20 años y que la ciencia tendría un tema digno de interés y de consideración. Tal era el entusiasmo del doctor, que en las próximas semanas se dedicó exclusivamente al caso. “El ángel de la muerte”, buscaba descubrir el gen que causaba el enanismo observando las diferencias entre los familiares normales y los enanos. También quería probar que los judíos pertenecían a una raza inferior y deformada. Entre los experimentos aterradores a los que los hermanos Ovitz fueron sometidos, se destacaban:

*Experimentos ginecológicos: Ataban a las mujeres a la mesa e inyectaban sustancias químicas en su útero.

*Extracciones de sangre para buscar vestigios de enanismo en ella. Tal era la cantidad extraída, que los enanos se desmayaban después de cada procedimiento.

*Extirpación de muestras de tejido.

*Exploración del interior del cuerpo.

*Extracción de fluido de la médula espinal.

*Extracción de cabello.

*Diversas pruebas en el cerebro, nariz, boca y manos.

*Extracción de dientes.

*Introducción de sustancias químicas en los ojos (con el tiempo, algunos miembros de la familia quedaron ciegos).

*Extracción de pestañas.

Es imposible expresar con palabras el dolor insoportable que sufrían los circunstanciales ex artistas. Luego de cada estudio debían permanecer en reposo durante varios días, debido a la tortura recibida. Un doctor asistente de Mengele contó años después, que la experimentación ginecológica era tan severa, que él y sus otros colegas se negaron a continuar por piedad y al mismo tiempo por la posibilidad real de que los miembros de la familia fallecieran. Mengele por primera vez en su vida tomó conciencia de la situación y bajó el ritmo de la investigación, ya que no quería que sus ratas de laboratorio favoritas perdieran la vida.

Dentro de tanto suplicio y al conocer el pasado artístico de los hermanos, Mengele les ordenó realizar actuaciones cómicas para los jerarcas nazis que visitaban Auschwitz. Hasta el mismísimo Adolf Hitler recibió un video donde se mostraba a la familia aterrorizada y cantando canciones en alemán. Se dice que el führer disfrutó bastante de la actuación y pidió que le sigan mandando cintas que mostraran a los Ovitz en acción.

Los hermanos Ovitz eran 7: Rozika, Franziska, Avram, Frieda, Micki, Erzsebet y Perla (”Piroska”). Casualmente, 7 fueron los meses que tuvieron que soportar en las crueles manos de Mengele. El 27 de Enero de 1945, Auschwitz fue liberado por las tropas soviéticas. Milagrosamente, los 7 hermanos Ovitz sobrevivieron al campo de exterminio.

Los tuvo en su poder y jugó con sus vidas hasta que las circunstancias de la guerra los separaron. Josef Mengele les había prometido a los Ovitz que cuando abandone el campo, los llevaría con él. Jamás cumplió esa promesa. El médico, escapo hacia Alemania antes de que las tropas soviéticas liberaran Auschwitz. Tiempo después emigró hacia Argentina, donde vivió tranquilamente por un par de años. Al sentirse perseguido por los cazadores de nazis, se trasladó a Paraguay y luego hacia Brasil. En este último país y a una avanzada edad, murió ahogado tras golpearse con un madero mientras nadaba en una playa llamada Bertioga. Lo curioso del asunto, es el sentimiento que los Ovitz profesaban hacia Mengele. Cualquier persona coherente, llegaría a la conclusión de que los enanos sentirían odio por el perverso doctor. Sin embargo, sucede todo lo contrario. De hecho, Perla Ovitz expresó haber llorado al enterarse de la muerte de éste en Brasil. Si bien exclama haber sufrido demasiado por los experimentos a los que era sometida, reconoce que sin la ayuda del “ángel de la muerte” no hubiese sobrevivido a Auschwitz. Fue mi ángel de la guarda, proclamó en algún momento.

Al tiempo de ser rescatados, el clan Ovitz regresó a Transilvania. Allí se enteraron de que el resto de los familiares que no habían sido apresados junto con ellos, fueron exterminados por los nazis. Su casa había sido saqueada por los vecinos, pero debido a su previsión, pudieron hacerse de las joyas que habían enterrado en su jardín. Con este pequeño capital, reconstruyeron “La Lilliput Troupé” y volvieron a realizar presentaciones por toda Europa. Como la post-guerra había hecho estragos en aquél territorio y les resultaba muy difícil ganarse la vida como antes, en 1949 viajaron hacia Israel. En Haifa volvieron a ser los artistas que nunca tendrían que haber dejado de ser. Al poco tiempo se convirtieron en estrellas y llenaban todos los lugares en los que actuaban. En 1955 “La Lilliput Troupé” dejó de existir.

“La Lilliput Troupé” actuando en la ciudad de Haifa, Israel.


Los hermanos vivieron sus últimos años subsistiendo gracias a dos cines de los que eran propietarios. A partir de 1972 empezaron a fallecer, hasta el año 2001donde murió la última miembro de la familia: Perla. Antes de fallecer, concedió una entrevista donde cuenta todas sus peripecias. Parte de ella se puede observar en el resumen que realicé sobre el documental “Sobreviviendo a Auschwitz”. Les recomiendo ver la parte que le sigue al minuto 8:34. A Perla le acercan el bastón que pertenecía a su hermano Micki y que ella suponía perdido. Con un llanto desgarrador exclama: “Pensé que nunca volvería a verlo”. Ante esta escena que te eriza la piel, solo queda imaginar el horror sufrido por estas personas. Tan solo imaginarlo.

Los hermanos Ovitz habían nacido para llevarle alegría y diversión a la gente. Sus escenarios debían ser los grandes teatros de Europa y no los tablones desaseados de un campo de exterminio. Lamentablemente el destino les jugó una mala pasada. Quizás fueron pequeños en estatura, pero ante la atrocidad… hasta los más gigantes del mundo envidiarían su grandeza.

Perla Ovitz, emocionada al reencontrarse
con el bastón perdido de su ya fallecido hermano Micki.


Referencia:La Segunda Guerra Mundial

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