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26 de octubre de 2014

La ética de Margen Protector





“Hasta mis amores son medidos por las guerras”, escribió el poeta israelí Yehuda Amichai: digo que eso ocurrió luego de la Segunda Guerra Mundial. Nos encontramos un día antes de la Guerra de los Seis Días. Nunca diré antes de la paz entre el ´45 y el ´48 o entre el ´56 y el ´67.

La primera vez que escuché las sirenas de las incursiones aéreas fue durante la Guerra de la Independencia (1948) y, hace poco,  en agosto, durante la Operación Margen Protector.

 En 1948, un avión egipcio arrojó bombas en el centro de Rishon Lezion donde, por entonces,  vivía. Hace poco, la amenaza tomó la forma familiar de los cohetes, lanzados por Hamas desde la Franja de Gaza e interceptados por el sistema Cúpula de Hierro, que pasaban por delante de mi cabeza en otra ciudad, cercana a Tel Aviv. 

Durante la incursión aérea de 1948 vi a mi padre, en ese momento oficial de una brigada de infantería en el norte, tratando a una soldado herida quien, poco después, murió. Fue la primera baja que, en persona, testimonié.

 Hace poco,  mi nieta Ahiraz (17) se encontró con su primera baja cuando un soldado, miembro de la tropa scout de su barrio, cayó en la operación.

Como dice Amichai, nuestras vidas en Israel están marcadas por las guerras a través de las cuales vivimos. Además, al atravesar las numerosas batallas, acciones y operaciones durante los últimos 66 años, tanto en mi condición de civil como soldado, pasé gran parte del tiempo pensando sobre la ética del combate, desde  las capacidades oficiales cuando, por ejemplo, llevé adelante la escritura y co- autoría del código de ética de las FDI en los años noventa  y  uno no- oficial, como comentarista.

Al escribir este último, a fines de agosto, los cohetes estaban siendo disparados desde Gaza, y la Operación Margen Protector se reanudó, luego, de otro breve cese de fuego. A pesar que- o tal vez debido a ello- las hostilidades continúan es importante re-examinar los desafíos que, en general,  los terroristas y, en particular,  Hamas plantean a las FDI y para hacerlo a la luz de los principios primeros que abarcan tanto aquellos de la doctrina tradicional de la Guerra Justa como los de la doctrina y valores específicos de los militares israelíes.Israel, como cualquier otro Estado, defiende el derecho y el deber de la auto-defensa.

El  derecho de un Estado a defenderse cuando es atacado es tan incuestionable como el derecho de un individuo a defenderse cuando es atacado.

Este derecho es invocado a nivel de las relaciones internacionales y está confirmado por la doctrina de la Guerra Justa, el Derecho Internacional y la Carta de Naciones Unidas, sin dejar de mencionar la ética del sentido común.

Por otra parte, el deber de la auto-defensa  es responsabilidad que, un Estado, tiene de proteger a sus ciudadanos. Por tanto, Israel tiene tanto el derecho internacional como el deber interno de responder cuando Hamas ataca a sus ciudadanos.

El segundo principio fundamental del Estado de Israel es general y, en particular,  de las FDI.

Se trata de respetar la dignidad humana. Eso significa que, las personas, no deberían ser tratadas  como meros objetos o instrumentos. Su libertad solo puede ser restringida cuando hay una justificación convincente para hacerlo. Noten que, ese segundo principio, se extiende no solo a los ciudadanos y otras personas bajo el control efectivo de Israel (tales como visitantes o trabajadores extranjeros), sino a los palestinos en Gaza, que no plantean ninguna amenaza terrorista.

Incluso la regulación entra en vigor con respecto a los mismos terroristas cuando las opciones de asesinato o captura son consideradas con cuidado. Sin embargo, tal como argumenté en alguna parte: ningún Estado tiene, o debería tener, tanta responsabilidad por la seguridad del enemigo civil como la que tiene por su propio pueblo. Los deberes especiales pertenecen a la esencia de las relaciones de una familia, una comunidad y un Estado.

 Esos dos principios fundamentales de la guerra son aplicables, en conjunto,  bajo cualquier circunstancia. Durante la guerra o en el curso de cualquier actividad militar, el principio de la auto-defensa, es la que establece los fines en cuestión, a saber una defensa efectiva de la gente y de su Estado mientras que, el segundo principio, impone restricciones en los medios usados en la búsqueda de los fines.

 Hablando, en general, el último principio requiere incesantes esfuerzos de disminuir o “aliviar las calamidades de la guerra” para usar una expresión muy vieja, pero vigente, de la Declaración de San Petersburgo (1868) de la renuncia al uso, en tiempos de guerra, de ciertos proyectiles explosivos.Otros Estados democráticos comparten el principio básico de respeto por la dignidad humana y dirigen las actividades de sus fuerzas militares según esas premisas. Sin embargo,  vale la pena destacar que, las FDI, son la única fuerza militar  que lo incluyó, de manera explicita,   dentro de sus valores establecidos.

Dos de los valores enumerados en su código de ética, Ruach Tzahal, son aquellos que respetan y preservan la vida humana y el deber de retener  la “pureza de armas”;  eso es usar el mínimo de fuerza necesaria para someter al enemigo.

A principios de los noventa, cuando presenté un primer borrador del primer código al Staff General de las FDI, luego el Tte. General Ehud Barak y alrededor de 100 grupos de comandantes de las FDI,  ninguno objetó la inclusión de esos valores. Esto es porque solo codificaban, con fuerza, las acciones más arraigadas del ethos de las FDI.

Siempre me preguntaron sobre lo judío  del código de ética de las FDI. Al responder, destaqué que esos dos valores están enraizados en las tradiciones morales y religiosas judías de la santidad de la vida humana y la auto-disciplina.No es difícil pensar las circunstancias en las cuales los principios de restricción y respeto por la dignidad humana, en tiempos de guerra, podrían omitirse.

En su famoso discurso al Parlamento (1940), Winston Churchill habló de la “victoria a cualquier costo;  victoria a pesar de todo el terrorismo;  victoria a pesar de lo largo y duro que pueda ser el camino porque sin victoria no hay supervivencia”. Pero, en tanto esas declaraciones podrían impactar  y alentar a la gente, ahora son obsoletas (no solo por razones éticas sino estratégicas).

 Para comprender la naturaleza del cambio (al menos para Israel)  que tuvo  lugar en el carácter de la guerra y su estado final, comparen las consecuencias de la Guerra de los 6 Días con las de la Segunda Guerra de Líbano. 

En 1967, las fuerzas militares de nuestros enemigos estaban destruidas. En Líbano,  disminuimos- de manera significativa-  la fuerza militar de Hezbollah  pero pudo  y, en verdad, continuó  por un tiempo  lanzando cohetes hacia el norte de Israel.     En las “nuevas” guerras de las décadas recientes, la victoria fue reemplazada por el ideal del logro exitoso de las misiones dadas. Las misiones en la Operación Margen Protector fueron definidas, en el curso del combate, como la separación de la amenaza  a Israel (creada por los túneles ofensivos de Hamas y la reducción, que no la eliminación, de la amenaza que, los cohetes de Hamas impusieron a buena parte de Israel).

Las baterías  Cúpula de Hierro interceptaron  a más del 90 % de los cohetes. Eso significa que, uno de cada 10 cohetes, siguen siendo un peligro mortal a las poblaciones atacadas (ni hablar del terrorismo que causan todos los cohetes).

Eso hace necesario destruir, en Gaza,  las improvisadas fábricas  que producen misiles, los lugares de almacenaje y las baterías que disparan.

 La exhaustividad de esa respuesta disuadirá a Hamas de futuros ataques, pero solo como  sub-producto de la operación, no  como  fines militares.

Ni las tropas israelíes ni los civiles palestinos deberían colocarse  en peligro solo  por el beneficio de la disuasión.

La claridad con la que las FDI abordaron su misión me llegó un día, a principios de agosto, cuando asistí a un encuentro del staff general de las FDI, en la Base Rabin de Tel Aviv. A la entrada del edificio, en el que se realizaba el encuentro, vi un boletín lleno de notas de la Operación Margen Protector. En su  inicio había un mensaje del comandante de una división de las FDI, un Mayor General. A los fines de la operación mencionada (Margen Protector)  agregó una cualificación que no fue cubierta por la prensa: “sin escalada”. En The Art of War, Sun Tzu dijo que “en una batalla, si alguien sale victorioso  y tiene éxito en el ataque, pero no aprovecha los logros, es un desastre”.

 Ese no es, por buenas razones,  el espíritu en el que se llevó  a cabo la Operación Margen Protector.Con claridad, la Operación Margen Protector cae dentro de los límites de legítima auto-defensa.

 Pero ¿fue dirigida para aliviar “las calamidades de la guerra”?

 A fin de responder ese  interrogante, debemos considerar si las FDI defienden su deber de respetar la dignidad humana, manteniendo los principios tradicionales de “distinguir” la Guerra Justa y la proporcionalidad.

 El primer principio distingue entre combatientes y civiles.

El segundo insiste en que, se espera, que una acción militar,  que genere un daño colateral,  sea asumido solo si la ganancia esperada en la ventaja militar justifica ese daño.

Los Estados aceptaron, siempre y por obvias razones,  el principio de distinción entre civiles y combatientes: “No se  ataca a un ciudadano no-combatiente ni  atacaría a los tuyos”.

Pero, ¿cuál debería ser nuestra actitud hacia el principio de distinción cuando esa reciprocidad desapareció? Y ¿cómo  se trata con un enemigo que  eliminó  todo rastro de distinción entre combatientes y no combatientes, excepto por el propósito de la propaganda?

 Hamas ataca, de modo indiscriminado,  a los israelíes y lo hace desde zonas residenciales e, incluso, desde mezquitas, hospitales y escuelas.

Produce municiones en campus universitarios y almacena sus cohetes en mezquitas y escuelas de UNWRA. Sus comandantes y sistema de control funcionan en el sótano de un hospital y sus combatientes no luchan con uniforme (excepto, cuando usan los de las FDI). Hamas viola, una y otra vez,  toda norma.

 ¿Cómo debería responder Israel?

La respuesta israelí es, pienso, profundamente judía. Debemos conducir nuestra guerra contra los terroristas según nuestros valores (por ejemplo, doctrinas, procedimientos, reglas de compromiso y comandos compatibles con los principios fundamentales israelíes, valores y principios de las FDI) y el derecho internacional (interpretado y extendido de manera apropiada).

Al aplicar la distinción ética entre combatientes y no-combatientes, Israel enfrenta dos problemas.

Existe, ante todo, la dificultad planteada por todo el enfoque de Hamas de la guerra. Esta “crasa estrategia” fue  descripta, en julio,  por el ex presidente Bill Clinton en la TV india: “Hamas fue  consciente de lo que podría ocurrir si comenzaban a llover cohetes dentro de Israel… Tienen una estrategia diseñada para forzar a Israel a matar a sus propios civiles de manera que, el resto del mundo, lo condenase”.

¿Qué se supone, ante esta situación, que Israel debe hacer? ¿La presencia de grandes cantidades de no combatientes en la vecindad de un edificio  involucrado en ataques terroristas a israelíes, hacen al edificio inmune al ataque israelí? La respuesta es, y debe ser, no.

 Israel no puede perder su capacidad de proteger a sus ciudadanos contra los ataques solo porque los terroristas se esconden detrás de no combatientes. SI lo hiciera, abandonaría todo derecho a  la autodefensa.

 Las FDI usan una variedad de claros métodos de advertencia diseñados para sacar a los no combatientes de la escena de la batalla, incluyendo la distribución de panfletos, llamados a celulares personales y el uso de misiles explosivos, “golpean los techos” como  advertencia final para el disparo.

Una segunda cuestión,  relativa, de manera directa, con esos  intentos de mantener a los civiles fuera de peligro; lo denomino  “la cuestión del soldado”.

Se debe tener en mente que, la mayoría de los combatientes de las FDI, en particular en el ejercito  y la fuerza naval, son conscriptos. Como ciudadanos en uniforme militar, tienen derecho a preguntar al Estado, así como a las FDI y a sus comandantes, si  están siendo ubicados en un peligro mayor para salvar las vidas de los enemigos no combatientes a quienes se advirtió, de manera reiterada,  que dejaran la escena de la batalla.

Una respuesta afirmativa debería ser moralmente inaceptable.Cuando es imposible cumplir con una misión militar, sin poner en peligro las vidas de vecinos no terroristas, las cuestiones de proporcionalidad entran en juego.

El comandante,  a cargo de una misión militar,  es persona mejor equipada para lograr las mejores  ventajas militares.

En las FDI, el comandante es asistido por el staff de “población oficial”, dedicado a evaluar el alcance del probable daño colateral. Los escudos humanos podrían ser atacados junto con los terroristas, pero se deberían realizar intentos de minimizar el daño colateral  a pesar que, quienes actúan de manera voluntaria son, de hecho, cómplices de Hamas.

En todos esos casos, debe mostrarse tanta compasión como sea posible sin abortar la misión o elevar el riesgo para los soldados israelíes.Las normas de proporcionalidad hacen a la obligación que, un comandante militar, minimice el daño colateral, pero no prohíbe todo daño colateral.   Ninguna guerra fue, alguna vez,   peleada sin daño colateral.

El requerimiento de la doctrina de Guerra Justa es que las fuerzas oponentes hagan el máximo para evitarlo. Israel lo hace, en tanto que la estrategia de Hamas está destinada a la muerte  tanto  de israelíes como de palestinos no-combatientes. La cantidad precisa de civiles palestinos que murieron en Gaza durante la Operación Margen Protector no es clara pero, no hay duda, que serán  cientos y que, cada muerte, es una tragedia. Tampoco hay convicción sobre que, la culpabilidad por esas muertes, recae en Hamas, que primero sacrificó a sus seres (construyendo túneles de ataque más que escuelas, etc) y luego sus vidas en su guerra contra Israel.

Es verdad que menos israelíes murieron (escribí 64 soldados y 6 civiles), pero  comparar cantidades  de bajas en el conflicto es  un error conceptual al evaluar lo justo de las guerras (muchos más alemanes que civiles estadounidenses murieron en la II Guerra Mundial), y ese es el caso en los asimétricos.Sin embargo, hay quienes sostuvieron que las FDI deberían esforzarse duro para evitar daños colaterales en Gaza (o las fuerzas de seguridad internas israelíes), como en Tel Aviv.

Como sostuvimos con Amos Yadlin  en un intercambio con Michael Walzer y Avishai Margalit, esa no es una demanda razonable.

Ante todo, Israel, como todo Estado, tiene el deber principal de proteger las vidas de su propio pueblo,  que es diferente que la responsabilidad que tiene con los enemigos no combatientes. Más aun, el territorio hostil (como es Gaza) no está bajo su efectivo control. Israel está ligado a los principios de distinción y proporcionalidad de la Guerra Justa, y su fuerte compromiso con minimizar la pérdida de vidas.

Pero ningún estado debe más que a los ciudadanos enemigos advertidos, ubicados en la vecindad de los terroristas, y ningún Estado democrático borraría la distinción entre ética “militar” y “política”. La demanda de actuar en Gaza, de la misma forma en que se hizo en Tel Aviv,  debería ser equivalente a solicitar que Israel renuncie al deber de la autodefensa.

Algunos rabinos israelíes clamaron que la tradición de la doctrina de la guerra justa comenzó con teólogos cristianos, tales como Santo Tomás de Aquino.

El Estado judío no necesita preocuparse sobre el principio de proporcionalidad. Los rabinos Ido Rechnitz y Elazar Goldshtein, por ejemplo sostuvieron una concepción de la guerra como choque entre dos pueblos, que justificaría causar daño a no combatientes, que son parte del mismo pueblo como combatientes. Eso es indignante e  inmoral. En todo caso, nunca fue  la posición de Israel.

Es  una mala interpretación de la tradición judía. Asi lo considero aunque ese es otro tema.Tal como fue el caso con la Operación Plomo Fundido (2008-2009), la Operación Margen Protector dio lugar a acusaciones que, Israel, actuó indiscriminada y desproporcionadamente, sin considerar a los civiles no combatientes.

Una Comisión de Crímenes de Guerra de Naciones Unidas se conformó  y muchas críticos ( tal vez algunos de sus miembros) ya están seguros sobre las conclusiones a las cuales deberían llegar.Esas cuestiones de política, percepción y giros no fueron, ahora,   tema de mi interés.

Tal como sostuvo, las FDI abordan, con gran restricción,  su legítima tarea de autodefensa. Fueron  forzadas a la guerra con Hamas;  que es tan asimétrica y estratégica como moral.

 Eso no significa que actuo, en cada caso,  de manera perfecta (ningún ejercito, alguna vez, lo hizo), pero significa que las acusaciones son  injustas.

Me preocupé  por la conducta en la guerra de las FDI. Sin tomar parte en los actuales debates políticos (sobre el futuro de los territorios, Jerusalén, refugiados y más), debe enfatizarse  que es el deber moral de una democracia buscar la paz.

La paz es, como lo fue, la última Cúpula de Hierro, la mejor protección para los combatientes y los no combatientes de ambos lados del límite de las calamidades de la guerra.

Jewish Review of Books, Otoño,  2014

Referencia:Cidipal

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