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9 de noviembre de 2014

Discurso del Ministro de Finanzas Yair Lapid en Berlín





Septiembre 2 de 2014

Yair Lapid es Ministro de Finanzas de Israel y Presidente del Partido Yesh Atid. El siguiente es el texto de su discurso discertado el miércoles 20 de agosto del 2014, en la Plataforma 17, en el Sitio que conmemora el Holocausto, en Berlín. “El Holocausto causa que todos nos hagamos la misma pregunta: Qué habría hecho yo? Qué habría hecho yo si hubiera sido un judío en Berlín en 1933, cuando Hitler subió al poder? Hubiera huido? Hubiera vendido mi casa, mi negocio? Sacado a mis hijos de la escuela a mitad de año? O me habría dicho a mí mismo: esto pasará, es sólo una locura momentánea,

 Hitler dice todas estas cosas porque es un político que busca la elección. Sí, él es anti-semita, pero quién no lo es? Hemos pasado por peores cosas. Es mejor esperar, mantener mi cabeza baja. Pasará.

Qué hubiera hecho yo siendo un alemán en Berlín el 18 de octubre de 1941, cuando el primer tren partió de esta plataforma, dirigiéndose al Este y en él 1,013 judíos –niños, mujeres, ancianos –todos destinados a la muerte?.

No pregunto lo que habría hecho si yo siendo un nazi, sino que habría hecho si yo como un hombre alemán honesto, esperando su tren aquí? Un ciudadano alemán de la misma edad que yo tengo ahora, con tres hijos como los míos. Un hombre que educó a sus hijos en los valores de la decencia humana básica y el derecho a la vida y al respeto? Hubiera permanecido en silencio? Hubiera protestado? Hubiera sido uno de los pocos berlineses que se unieron a la clandestinidad anti-nazi, o uno de los muchos berlineses que continuaron con sus vidas y pretendieron que no estaba sucediendo nada? Y qué si yo hubiera sido uno de los 1,013 judíos en ese tren? Hubiera abordado el tren? Habría escabullido a mi hija de 18 años hacia los bosques del norte? Le habría dicho a mis dos hijos que pelearan hasta el final? Hubiera soltado mi maleta y comenzado a correr? O habría atacado a los guardias en los uniformes negros y sufrido una muerte honorable y rápida en lugar de morir lentamente de hambre y tortura?

Creo que sé la respuesta. Creo que ustedes la saben también.

Ninguno de los 1,013 judíos partiendo a sus muertes peleó con los guardias. Ni uno de ellos y ninguno de las decenas de miles que los siguieron desde este lugar. Ni lo hizo mi abuelo, Bela Lampel, cuando un soldado alemán lo sacó de su casa tarde en la noche el 18 de marzo de 1944. “Bitte”, dijo su madre –mi bisabuela Hermine –al soldado alemán. Ella lentamente se arrodilló y abrazó las botas del soldado. “Bitte, no olvide que usted también tiene una madre”. El soldado no dijo ni una palabra. Él no sabía que desde la cama, escondido bajo el edredón, mi padre lo estaba mirando. Un niño judío de 13 años que de la noche a la mañana se convirtió en un hombre. Por qué no lucharon ellos? Esa es la pregunta que me persigue. Esa es la pregunta con la que el pueblo judío ha luchado desde que el último tren partió hacia Auschwitz. Y la respuesta –la única respuesta –es que ellos no creyeron en el mal absoluto.

Ellos sabían, por supuesto, que hay gente mala en el mundo, pero no creyeron en el mal total, en el mal organizado, sin misericordia o titubeos, el mal frío que los miraba pero no los veía, ni siquiera por un momento, como seres humanos.

De acuerdo a sus asesinos, ellos no eran personas. Ellos no eran madres o padres, ellos no eran los hijos de alguien. De acuerdo a sus asesinos, ellos nunca celebraron el nacimiento de un hijo, nunca se enamoraron, nunca tomaron a su viejo perro para dar una caminata a las dos de la mañana o se rieron hasta las lágrimas con la comedia más reciente de Max Ehrlich.

Eso es lo que usted necesita para matar a otro hombre. Estar convencido de que no es un hombre en lo absoluto. Cuando los asesinos miraban a la gente que partía de esta plataforma en su viaje final ellos no veían a padres judíos, sólo a judíos. Ellos no eran poetas judíos o músicos judíos, sólo judíos. Ellos no eran Herr Braun o Frau Schwartz, sólo judíos.

La destrucción empieza con la anulación de la identidad. No sorprende que lo primero que les hacían, cuando llegaban a Auschwitz, era tatuar un número en su brazo. Es difícil matar a Rebecca Grunwald, una hermosa chica romántica de cabello rubio y 18 años, pero a la judía número 7762 A es fácil asesinarla. Sin embargo sigue siendo la misma persona.

Setenta y cinco años más tarde, sabemos algo más? Entendemos algo más?

El Holocausto colocó ante Israel un doble desafío:

Por un lado nos enseñó que debemos sobrevivir a cualquier precio, y ser capaces de defendernos por nosotros mismos a cualquier precio. Trenes cargados de judíos nunca más partirán de una plataforma en ninguna parte del mundo. La seguridad del Estado de Israel y sus ciudadanos debe estar solamente en nuestras manos. Tenemos amigos, y yo estoy aquí entre amigos. La nueva Alemania ha probado su amistad con Israel una y otra vez, pero no debemos, y no podemos, confiar en nadie más que en nosotros mismos.

Por otro lado, el Holocausto nos enseñó que sin importar las circunstancias nosotros debemos seguir siendo gente moral. La moralidad humana no es juzgada cuando todo está bien, es juzgada por nuestra capacidad de ver el sufrimiento del otro, incluso cuando tenemos todas las razones para ver sólo el nuestro. El Holocausto no puede ser comparado, y no debe ser comparado, con ningún otro evento en la historia humana. Fue, en las palabras del autor K. Zetnik, un sobreviviente de Auschwitz, en “otro planeta”.

No debemos comparar, pero siempre debemos recordar lo que aprendimos.

Una guerra como la que nosotros peleamos hoy, la cual es probable que continúe y en la que el mundo civilizado –le guste o no –tendrá parte, causa que dos lecciones que aprendimos del Holocausto se levanten una frente a la otra.

La necesidad de sobrevivir nos enseña a atacar duro para defendernos a nosotros mismos.

La necesidad de permanecer morales, incluso cuando las circunstancias son inmorales, nos enseña a minimizar el sufrimiento humano tanto como sea posible.

Nuestra prueba moral no está teniendo lugar en un laboratorio estéril o sobre la página de un filósofo. En las últimas semanas, la prueba moral puesta frente a nosotros ha tenido lugar durante intensos combates. Miles de cohetes fueron disparados a nuestros ciudadanos y terroristas armados cavaron túneles al lado de jardines de infantes con el propósito de asesinar o secuestrar a nuestros niños. Cualquiera que nos critique a nosotros debe hacerse a sí mismo un pregunta:

“Qué haría usted si alguien llega a la escuela de su hijo con una pistola en su mano y comienza a disparar?”

Hamás, a diferencia de nosotros, quiere matar a los judíos. Jóvenes o viejos, hombres o mujeres, soldados o civiles. Ellos no ven diferencia, porque para ellos nosotros no somos personas. Somos judíos y esa es razón suficiente para asesinarnos.

Nuestra prueba moral, incluso bajo estas circunstancias, es continuar distinguiendo entre enemigos e inocentes. Cada vez que un niño en Gaza muere me rompe el corazón. Ellos no son Hamas, ellos no son el enemigo, ellos son sólo niños.

Por lo tanto Israel es el primer país en la historia militar que informa a sus enemigos con antelación dónde y cuándo atacará, para así evitar víctimas civiles. Israel es el único país que trasfiere comida y medicamentos a su enemigo mientras el combate continúa. Israel es el único país donde los pilotos abandonan su misión cuando ven civiles en el terreno. Y a pesar de todo, los niños mueren, y los niños no están supuestos a morir.

Aquí en Europa, y en otras partes del mundo, la gente se siente en sus cómodos hogares, viendo las noticias de la noche, y nos dicen que estamos fallando en la prueba. Por qué? Porque en Gaza la gente sufre más. Ellos no entienden –o no quieren entender –que el sufrimiento en Gaza es la principal herramienta del mal. Cuando nosotros les explicamos, una y otra vez, que Hamas utiliza a los niños de Gaza como escudos humanos, que Hamas intencionalmente los coloca en la línea de fuego, para asegurarse que ellos mueran, que Hamas sacrifica la vida de los menores para ganar su guerra de propaganda, la gente se rehúsa a creerlo. Por qué? Porque ellos no pueden creer que seres humanos –seres humanos que se ven como ellos y suenan como ellos –sean capaces de comportarse de esa manera. Porque la gente buena siempre se rehúsa a reconocer la totalidad del mal hasta que es demasiado tarde.

Una y otra vez nos preguntamos a nosotros mismos porqué la gente en el mundo prefiere culparnos cuando los hechos tan claramente indican lo contrario. A través del mundo, musulmanes fanáticos están masacrando a otros musulmanes. En Siria, en Irak, en Libia, en Nigeria más niños son asesinados en una semana que los que mueren en Gaza en una década. Cada semana, mujeres son violadas, homosexuales son ahorcados y cristianos son decapitados. El mundo observa, ofrece una educada condena, y regresa obsesivamente a condenar a Israel por luchar por nuestras vidas.

Algunas de las críticas provienen del anti-semitismo. Ha levantado su fea cabeza una vez más. A esa gente le decimos: los combatiremos en todos lados. Los días cuando los judíos huían de ustedes se acabaron. No nos quedaremos en silencio frente al anti-semitismo y esperamos que todo gobierno, en cada país, se ponga de pie hombro con hombro con nosotros y combata este mal con nosotros.

Otras críticas, quizás las más ilustradas en sus propios ojos, prefieren culparnos solamente a nosotros por lo que sucede en Gaza porque saben que nosotros somos los únicos que escuchamos. Ellos prefieren enfocar su rabia sobre nosotros no a pesar, sino debido a que estamos comprometidos con los mismos valores humanos que Hamas rechaza –compasión por el débil, racionalidad, protección para la gente homosexual, para los derechos de las mujeres, para la libertad de religión y para la libertad de expresión.

No nos engañemos a nosotros mismos. El mal está aquí. Está alrededor nuestro. Busca herirnos. El islam fundamentalista es el mal es su máxima expresión, y como el mal que apareció antes que él, ha aprendido cómo usar nuestras propias herramientas contra nosotros: Nuestras cámaras de televisión, nuestras organizaciones internacionales, nuestras comisiones de investigación y nuestro sistema legal. Así como el terrorismo utiliza cohetes y bombarderos suicidas, utiliza nuestra incapacidad para aceptar que alguien sacrificaría a los niños de su pueblo sólo para lograr un titular de apoyo o una fotografía llamativa.

Estando aquí, en este lugar, quiero decir claramente que los líderes de Hamas, una organización terrorista anti-semita y anti-occidente, no pueden estar seguros mientras continúen atacando a civiles inocentes. Como todo líder europeo haría, igual que lo hizo Estados Unidos con Osama Bin Laden, así nosotros perseguiremos a cada líder de Hamas.

Este es el mal que todos nosotros enfrentamos e Israel se encuentra al frente. Europa debe saber, que si nosotros fracasamos en detenerlos, ellos vendrán por ustedes. Nosotros debemos hacer todo para evitar el sufrimiento y la muerte de inocentes pero nos encontramos en el lugar correcto desde el cual decir al mundo entero: Nosotros no abordaremos el tren otra vez. Nos protegeremos del mal.

Gracias”.

Video subtitulado en castellano
Clic en la imagen para ver el video.Doble clic para pantalla completa


(Traducción por el Consulado General H. de Guayaquil)
Referencia:Consulado de Israel- video gentileza Hatzad Hasheni

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