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2 de noviembre de 2014

Primera casa para autistas adultos en Tel Aviv



“Hogar de la Amistad”

Asi se llama la primera casa para adultos autistas en Tel Aviv. Fue e inaugurada recientemente por la Asociación Nacional de Niños Autistas. La nueva casa lleva el nombre de Yael Goldstein, q.e.p.d. madre de Gal,  joven autista y  uno de los 24 residentes del hogar.

La construcción de la casa comenzó hace 3 años y fue posible gracias a la Municipalidad de Tel Aviv que proporcionó el terreno, la ayuda de los fondos del Seguro  Nacional, el fondo para el desarrollo de servicios a discapacitados y el aporte de diversos donantes.

Es la casa número 17 de la Asociación  y su planificación se sostiene en la experiencia acumulada en su concepción  que, una casa para vivir,  es un marco hogareño en el seno de un barrio residencial, que permita a los residentes autistas  mantener un estilo de vida,  lo más parecido a la vida familiar con un trato personal hacia todo compañero o compañera.

La  casa de divide en tres zonas residenciales y, en cada una, viven 8 personas que interrelacionan como una especie de unidad familiar.

El programa de tratamiento y progresos del hogar se adecúa a cada uno, de acuerdo a su edad.

Ephrat Eretz, madre de Zohar, cuenta: “Mi Zohar tiene casi 25 años. Desde que era un niño, ya me asaltaba la idea sobre qué sería de su futuro. Las madres de los niños, de 13 años, piensan en la fiesta de Bar Mitzvá, en qué secundario es mejor para sus hijos; luego si se enamorará o se decepcionará por amor o a  qué unidad del ejército irá. Sueñan con el título universitario, dudan sobre si serán la madre de un ingeniero o de un médico y cómo serán las relaciones con la novia.

Y yo, la madre de un niño autista, con solo 14 años,  me transformé en una “máquina de objetivos”, viviendo en pánico por el futuro y enfocada en la meta:  el desafío era un hogar para Zohar. Cuando comencé el circuito de una casa para vivir, no había entendido que se trataba de una larga expedición. Cada permiso, cada apoyo, cada trozo de papel…cada pequeño objetivo se extendía por años. Un paso hacia adelante y dos hacia atrás. Pasaron 11 años y la casa fue, al final,  inaugurada y ahora lo veo y no lo creo. La expedición terminó, con éxito. Mi Zohar cuenta con una cama, una ventana, una foto sobre la pared y amigos; lo que soñé e imaginé para Zohar y sus compañeros. Esa casa fue construida gracias al esfuerzo, inversión, buena voluntad, amplio corazón y es un enorme mimo. Trajo a nuestros chicos especiales calma y tranquilidad; hacia su pequeña porción de D-os.

Ahora, cuando llego de visita, veo una casa viva y agitada. Veo jóvenes  en talleres, ocupándose de los perros, haciendo deporte, pedaleando en bicicletas. Veo un grupo de líderes que toman para sí la preocupación por los chicos y el disfrute de su tiempo.

Cuando mi hijo toma su mochila al fin de las vacaciones o el  fin de semana y regresa al Hogar de la Amistad, mi corazón se ensancha y sé que se siente bien.

Ahora soy una madre con lentes rosados. Mi preocupación por Zohar es de color rosa. Sé que está cuidado y alegre. Nuestra expedición, como padres de chicos autistas, nunca terminará. Pero ahora el mundo es un poco más lindo;   la carga sobre la espalda un poco menos pesada y ya podemos sonreír.

Llegamos a casa.

Referencia:Cidipal

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